VEREDICTO FINAL
¿Infierno o Paraíso?
(Basado
en libro Apócrifo Enoc 3)
Haz pensado
alguna vez qué sucede cuando la muerte llega, y partimos de este mundo separados
del cuerpo y del espíritu? ¿Sabes que sucederá con tu alma, y a dónde irá?. De
acuerdo a como cada uno de nosotros hayamos vivido, y en quien hemos creído, así
será nuestra recompensa. El hombre es un ser mortal, y el cuerpo es devuelto a
la tierra de donde fue formado, pero toda alma es inmortal y las puras retornan
a su creador, guardadas en felicidad, y las impuras guardadas en sufrimiento
hasta la llegada del Día y Año Secreto, en que todos, vivos y muertos recibiremos
la sentencia o el veredicto final del Juicio de Dios. Entre la vida y la muerte
existe un profundo abismo llamado Tierra, y mientras somos probados en ella, también
somos llamados a trabajar, para heredar nuestra morada final, que de acuerdo a
lo que hayamos hecho, será, el Infierno o el Paraíso.
Muchos
piensan que el alma del pecador descansa cuando muere; pero esto está muy lejos
de la verdad, porque el alma de los perdidos no va al cielo, sino Satanás las
junta en caóticos lugares donde no existe ninguna luz y viven en agonía. Las
almas de los impíos llegan a juntarse nuevamente con cuerpos, pasando a otras
esferas de existencia, donde tienen otra oportunidad de elevarse para la purificación,
y si nuevamente siguen al maligno, entonces decaen más bajo todavía, y muchos
son los años de su peregrinar. Estas almas siguen deleitándose en sangre,
suciedad y falsedad, odiando la luz y escondiéndose en la oscuridad y en el
odio. Las mansiones de Satanás están en la tierra, y son completamente análogas
a los espíritus inicuos. Por eso el infierno para el pecador comienza en la
tierra, y el arrepentimiento es el único medio por el cual el alma puede ser
perdonada para ser salvada y entrar al Paraíso.
Las almas de
los pecadores inconversos son como nubes de polvo, destituidas de todo poder,
fuerza o vigor. La Ley Universal de Dios permite que lo semejante siga a lo
semejante para que cada quien asimile así a sus habitantes, porque ningún
fulgor de luz brilla en ellas, sino que todo es niebla y lobreguez perpetua en
consonancia con las cualidades de los inicuos, cuyas mentes no han sido
regeneradas. Satanás usa la conciencia de los hombres inicuos que están sobre
la tierra, y presenta ante ellos espantosos fantasmas, terribles siluetas y
formas, que se levantan de los vapores de su culpabilidad, frecuentándolos con sueños
en la hora del crepúsculo. De ahí que
con frecuencia vemos comportamientos y conductas desenfrenadas del ser humano,
a las que no le hayamos explicación y optamos por ponerle el nombre de una
enfermedad mental, o trastorno emocional, y en otros casos, ante lo que es
evidente, tenemos que reconocer que son cuerpos poseídos por el demonio, y
almas atrapadas en la maldad.
Con muy
amenazantes formas y gestos, Satanás obtiene resultados de una sombría
imaginación, donde todas las ilusiones del hombre impío son llenadas de temor. Así
el alma que habita en estos caóticos lugares de la tierra sigue vagabunda por
el pecado y con la conciencia afligida.
Genera a si misma malas señales y apariencias, correspondiendo a lo pecaminoso
que su naturaleza sigue siendo. Dios no crea monstruos, por lo que en realidad
estas apariencias de monstruos humanos no existen. Pero para la desordenada
mente del pecador inconverso, ellas aparecen como animadas de vida. Este es el
estado de lo que es llamado Infierno, el cual Dios en verdad no ha formado, ni
ha desterrado allí su Espíritu.
El alma del
pecador genera sueños horribles, obscuros y respira torturas que aunque esté
vivo, lo rodean con la más lacerante agonía, tan terribles como si fueran auto
infligido. Satanás es el único que tiene poder sobre las almas que se niegan a
conocer y desarrollar una relación con Cristo, porque son vulnerables para que
el espíritu del mal las atrape. Una vez que caen en las garras de Satanás ellas son confinadas a vivir
dentro de sus propias esferas, y ninguna puede levantarse de allí hasta que el
ciclo haya rodado a través de sus años, y mientras tanto siguen hundiéndose más
en el océano de oscuridad que su dios Satanás
les ha creado, hasta que el Juicio final sea consumado, porque la Ley Divina
destierra lo impuro de la pureza.
Para el
hombre justo, han sido preparadas Mansiones en el reino de los cielos.
Celestiales esferas más hermosas que el Sol, donde los espíritus de amor
habitan. Así el alma del justo podrá ver los frutos de su vida sobre un amplio Árbol
más radiante que la órbita del Arco Iris, en donde el Amor de Dios es percibido
por todos los que allí habitan. A este lugar ascienden los espíritus de los
hombres que pasan por la tierra en pureza
y verdad, quienes han aspirado al Saber de Dios, y han vestido su alma de sabiduría,
fe, esperanza y obediencia.
Todo hombre
cuando sale de su vida humana se levanta como si fuera de un nublado sueño; una
gloria de Celestial esplendor lo rodea, sueña que está en una Visión de
belleza, pero abriendo sus ojos, y extendiendo sus extremidades, encuentra que él
es un espíritu viviente, y ve su alma alrededor de él como un vestido que ha
sido completamente destituido del cuerpo físico. No sabe a dónde va, no sabe a dónde
está cayendo. Flota a través de un etéreo Océano, y se siente llevado por el
viento. Si ha sido un hombre justo en esta tierra, aun en ese momento elevará
sus siempre puros pensamientos al más alto Dios de su adoración, quien ha sido
para el mientras estaba en la carne: Su Padre, su Consolador, y su Guía. Él
llega a llenarse con una celestial paz, y percibe armonía en todas sus
sensaciones. Su alma y espíritu se deslizan igual a un musical himno a través
de un mar de centelleante gloria.
La muerte en
Cristo es hermosa, porque cuando el alma mira los objetos que le rodean en la
orbitas del cielo, los ve diferente, en su pura luz. Quedan revelados ante sus
ojos todos los fulgores del firmamento, y sus castos pensamientos son elevados
a su Padre Dios. Esta alma es recibida por un hermoso Coro de Sagrados Espíritus
de cuya ardiente presencia se derraman los Espíritus de Amor, Verdad, Conocimiento,
Sabiduría, Caridad, Pureza, Luz y Dios. Cuando ellos resplandecen con la más
ardiente radiación, penetran lo más recónditos de sus pensamientos internos, y
con una sola mirada conocen todos los deseos del alma. Y de acuerdo a esto, los
Espíritus Benditos se inclinan según sus atributos.
Los Espíritus
de Amor se unen a aquel cuyo espíritu en la tierra fue siempre encontrado en Amor,
El Espíritu de Verdad se une con aquel
cuyo espíritu fue siempre encontrado en Verdad. Los Espíritus de Caridad le dan
la bienvenida a aquel cuyo espíritu siempre demostró caridad, porque semejante
a lo que el espíritu buscó en la tierra, es su parecido en los Cielos. Aun
semejante a lo que buscó en la tierra, el Puro evita todo lo opuesto a la
pureza tanto en lo terrenal como en lo celestial. Por lo tanto, cualquier
virtud que el hombre sembró en su frágil y transitoria vida de barro en esta
tierra, es lo mismo que cosechará una vez que su alma transmigra a la vida celestial.
La simpatía mística
del Universo hace que esta alma que regresa a Dios se una inmediatamente a lo
que se asemeja. Y todos los habitantes de aquellos Benditos Lugares participan
en el gozo del recién llegado. Por eso es mejor el día de la muerte que el día
del nacimiento, porque el que ha sido sabio y colocó su vida en las manos de
Cristo, sabe que cuando su cuerpo muera, el alma disfrutará del pleno gozo de la salvación y brillará con
Luz eterna. Al contrario de los insensatos que colocan su corazón en la casa
del placer, olvidando que lo único seguro en la vida del hombre es la muerte. Por
lo que debemos evitar la antipatía que existe entre la luz y la oscuridad. Cuando
el alma es recibida en el cielo, comienza a crecer y a disfrutar de la
verdadera felicidad, ascendiendo a un glorioso Paraíso. Allí hay Árboles de
infinita belleza, verdes, sublimes y extensamente diseminados, floreciendo en
miles de flores. Hay enramadas de delicioso verdor, y hierbas con la fragancia
de la brisa. Fuentes más pura que el cristal cuya melodía fluye a su alrededor.
Innumerables
Coros de Angélicos Espíritus se deslizan en medio del Paraíso, respirando
música, emanando belleza y entrelazados como las constelaciones estelares.
Miles de Arco Iris relucen el firmamento mostrando sus brillantes colores. Las mansiones
de la Tierra Celestial destellan con muchos tesoros, están hechas de Piedras
Preciosa (Apocalipsis 21:10-21, y 22:2-5), incrustadas de flores doradas,
techadas y pavimentadas con diamantes, con luces que cambian miles de veces en
un minuto, más esplendidas que la Luz de la aurora. La Palabra de Dios revela
la belleza de estos Palacios Celestiales que viven en armonía con la perfecta belleza
de los espíritus que habitan allí dentro.
Así, en igual
manera, las habitaciones del inicuo corresponden con el inicuo, porque los espíritus
caídos se congregan juntos con los que piensan y obran mentiras, lejos de la
Majestuosidad Divina, donde todo es Sagrado. De la misma manera como el Sol se
pierde entre las nubes, y sus rayos dejan de brillar por algunos instantes,
todavía su luz esconde algunos secretos que
no pueden ser revelados a la mente humana. La Suprema inteligencia de Sabiduría,
el Dueño del Principio y el Fin del mundo, no es fuego, no es aire, ni agua, ni
elemento alguno; sino es Espíritu-Esencia del Universo, que trata de disciplinarnos
con amor. Mostremos gratitud y veneración a nuestro Creador. Arrodillémonos
todos ante El, para que nuestros pasos sean dirigidos hacia el Paraíso,
agradeciendo al Dador Todopoderoso su Bondad sin fin como el Infinito.
Dios se sentará
sobre una Montaña cuyos picos son como los tronos de su Reino, para dar a
conocer el veredicto final de todas las almas. Él se levantará para visitar la
tierra, y el Árbol de la Vida no será tocado por nadie hasta ese día Secreto
cuando sea dado a los Hijos de los Cielos. Su esencia será derramada sobre los
benditos, y el espíritu de vida dentro del Santo lugar del Paraíso florecerá
para siempre como en un jardín plantado hacia el Rey del Cielo. El Señor de
Vida y Belleza eterna estará a nuestro lado, entonces nos regocijaremos
grandemente en el Santo. Una fragancia de deleite pasará a través de todos los
salvados, para entrar en la vida de Luz que existe en el Paraíso. Donde ningún
dolor o temor oscurecerá sus días, porque ha sido eternamente bendecido por el Señor
de los Cielos. Y por causa de esa bendición, este Árbol del Paraíso ha sido
preparado para darlo como su comida a todo lo Santo y Bello, cuando Cristo
definitivamente se revele en pura Luz. Que tus pasos sean guiados con firmeza
hacia el Paraíso Celestial para que puedas disfrutar del Árbol de la vida! Amén.
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