sábado, 6 de diciembre de 2014

VEREDICTO FINAL



                                         VEREDICTO FINAL
                                       ¿Infierno   o   Paraíso?
                               (Basado en libro Apócrifo Enoc 3)

Haz pensado alguna vez qué sucede cuando la muerte llega, y partimos de este mundo separados del cuerpo y del espíritu? ¿Sabes que sucederá con tu alma, y a dónde irá?. De acuerdo a como cada uno de nosotros hayamos vivido, y en quien hemos creído, así será nuestra recompensa. El hombre es un ser mortal, y el cuerpo es devuelto a la tierra de donde fue formado, pero toda alma es inmortal y las puras retornan a su creador, guardadas en felicidad, y las impuras guardadas en sufrimiento hasta la llegada del Día y Año Secreto, en que todos, vivos y muertos recibiremos la sentencia o el veredicto final del Juicio de Dios. Entre la vida y la muerte existe un profundo abismo llamado Tierra, y mientras somos probados en ella, también somos llamados a trabajar, para heredar nuestra morada final, que de acuerdo a lo que hayamos hecho, será, el Infierno o el Paraíso.

Muchos piensan que el alma del pecador descansa cuando muere; pero esto está muy lejos de la verdad, porque el alma de los perdidos no va al cielo, sino Satanás las junta en caóticos lugares donde no existe ninguna luz y viven en agonía. Las almas de los impíos llegan a juntarse nuevamente con cuerpos, pasando a otras esferas de existencia, donde tienen otra oportunidad de elevarse para la purificación, y si nuevamente siguen al maligno, entonces decaen más bajo todavía, y muchos son los años de su peregrinar. Estas almas siguen deleitándose en sangre, suciedad y falsedad, odiando la luz y escondiéndose en la oscuridad y en el odio. Las mansiones de Satanás están en la tierra, y son completamente análogas a los espíritus inicuos. Por eso el infierno para el pecador comienza en la tierra, y el arrepentimiento es el único medio por el cual el alma puede ser perdonada para ser salvada y entrar al Paraíso.

Las almas de los pecadores inconversos son como nubes de polvo, destituidas de todo poder, fuerza o vigor. La Ley Universal de Dios permite que lo semejante siga a lo semejante para que cada quien asimile así a sus habitantes, porque ningún fulgor de luz brilla en ellas, sino que todo es niebla y lobreguez perpetua en consonancia con las cualidades de los inicuos, cuyas mentes no han sido regeneradas. Satanás usa la conciencia de los hombres inicuos que están sobre la tierra, y presenta ante ellos espantosos fantasmas, terribles siluetas y formas, que se levantan de los vapores de su culpabilidad, frecuentándolos con sueños  en la hora del crepúsculo. De ahí que con frecuencia vemos comportamientos y conductas desenfrenadas del ser humano, a las que no le hayamos explicación y optamos por ponerle el nombre de una enfermedad mental, o trastorno emocional, y en otros casos, ante lo que es evidente, tenemos que reconocer que son cuerpos poseídos por el demonio, y almas atrapadas en la maldad.

Con muy amenazantes formas y gestos, Satanás obtiene resultados de una sombría imaginación, donde todas las ilusiones del hombre impío son llenadas de temor. Así el alma que habita en estos caóticos lugares de la tierra sigue vagabunda por el pecado y  con la conciencia afligida. Genera a si misma malas señales y apariencias, correspondiendo a lo pecaminoso que su naturaleza sigue siendo. Dios no crea monstruos, por lo que en realidad estas apariencias de monstruos humanos no existen. Pero para la desordenada mente del pecador inconverso, ellas aparecen como animadas de vida. Este es el estado de lo que es llamado Infierno, el cual Dios en verdad no ha formado, ni ha desterrado allí su Espíritu.

El alma del pecador genera sueños horribles, obscuros y respira torturas que aunque esté vivo, lo rodean con la más lacerante agonía, tan terribles como si fueran auto infligido. Satanás es el único que tiene poder sobre las almas que se niegan a conocer y desarrollar una relación con Cristo, porque son vulnerables para que el espíritu del mal las atrape. Una vez que caen en las garras  de Satanás ellas son confinadas a vivir dentro de sus propias esferas, y ninguna puede levantarse de allí hasta que el ciclo haya rodado a través de sus años, y mientras tanto siguen hundiéndose más en el océano de oscuridad que  su dios Satanás les ha creado, hasta que el Juicio final sea consumado, porque la Ley Divina destierra lo impuro de la pureza.

Para el hombre justo, han sido preparadas Mansiones en el reino de los cielos. Celestiales esferas más hermosas que el Sol, donde los espíritus de amor habitan. Así el alma del justo podrá ver los frutos de su vida sobre un amplio Árbol más radiante que la órbita del Arco Iris, en donde el Amor de Dios es percibido por todos los que allí habitan. A este lugar ascienden los espíritus de los hombres que pasan  por la tierra en pureza y verdad, quienes han aspirado al Saber de Dios, y han vestido su alma de sabiduría, fe, esperanza y obediencia.

Todo hombre cuando sale de su vida humana se levanta como si fuera de un nublado sueño; una gloria de Celestial esplendor lo rodea, sueña que está en una Visión de belleza, pero abriendo sus ojos, y extendiendo sus extremidades, encuentra que él es un espíritu viviente, y ve su alma alrededor de él como un vestido que ha sido completamente destituido del cuerpo físico. No sabe a dónde va, no sabe a dónde está cayendo. Flota a través de un etéreo Océano, y se siente llevado por el viento. Si ha sido un hombre justo en esta tierra, aun en ese momento elevará sus siempre puros pensamientos al más alto Dios de su adoración, quien ha sido para el mientras estaba en la carne: Su Padre, su Consolador, y su Guía. Él llega a llenarse con una celestial paz, y percibe armonía en todas sus sensaciones. Su alma y espíritu se deslizan igual a un musical himno a través de un mar de centelleante gloria.

La muerte en Cristo es hermosa, porque cuando el alma mira los objetos que le rodean en la orbitas del cielo, los ve diferente, en su pura luz. Quedan revelados ante sus ojos todos los fulgores del firmamento, y sus castos pensamientos son elevados a su Padre Dios. Esta alma es recibida por un hermoso Coro de Sagrados Espíritus de cuya ardiente presencia se derraman los Espíritus de Amor, Verdad, Conocimiento, Sabiduría, Caridad, Pureza, Luz y Dios. Cuando ellos resplandecen con la más ardiente radiación, penetran lo más recónditos de sus pensamientos internos, y con una sola mirada conocen todos los deseos del alma. Y de acuerdo a esto, los Espíritus Benditos se inclinan según sus atributos.

Los Espíritus de Amor se unen a aquel cuyo espíritu en la tierra fue siempre encontrado en Amor, El Espíritu de Verdad  se une con aquel cuyo espíritu fue siempre encontrado en Verdad. Los Espíritus de Caridad le dan la bienvenida a aquel cuyo espíritu siempre demostró caridad, porque semejante a lo que el espíritu buscó en la tierra, es su parecido en los Cielos. Aun semejante a lo que buscó en la tierra, el Puro evita todo lo opuesto a la pureza tanto en lo terrenal como en lo celestial. Por lo tanto, cualquier virtud que el hombre sembró en su frágil y transitoria vida de barro en esta tierra, es lo mismo que cosechará una vez que su alma transmigra a la vida celestial.

La simpatía mística del Universo hace que esta alma que regresa a Dios se una inmediatamente a lo que se asemeja. Y todos los habitantes de aquellos Benditos Lugares participan en el gozo del recién llegado. Por eso es mejor el día de la muerte que el día del nacimiento, porque el que ha sido sabio y colocó su vida en las manos de Cristo, sabe que cuando su cuerpo muera, el alma disfrutará  del pleno gozo de la salvación y brillará con Luz eterna. Al contrario de los insensatos que colocan su corazón en la casa del placer, olvidando que lo único seguro en la vida del hombre es la muerte. Por lo que debemos evitar la antipatía que existe entre la luz y la oscuridad. Cuando el alma es recibida en el cielo, comienza a crecer y a disfrutar de la verdadera felicidad, ascendiendo a un glorioso Paraíso. Allí hay Árboles de infinita belleza, verdes, sublimes y extensamente diseminados, floreciendo en miles de flores. Hay enramadas de delicioso verdor, y hierbas con la fragancia de la brisa. Fuentes más pura que el cristal cuya melodía fluye a su alrededor.

Innumerables Coros de Angélicos Espíritus se deslizan en medio del Paraíso, respirando música, emanando belleza y entrelazados como las constelaciones estelares. Miles de Arco Iris relucen el firmamento mostrando sus brillantes colores. Las mansiones de la Tierra Celestial destellan con muchos tesoros, están hechas de Piedras Preciosa (Apocalipsis 21:10-21, y 22:2-5), incrustadas de flores doradas, techadas y pavimentadas con diamantes, con luces que cambian miles de veces en un minuto, más esplendidas que la Luz de la aurora. La Palabra de Dios revela la belleza de estos Palacios Celestiales que viven en armonía con la perfecta belleza de los espíritus que habitan allí dentro.

Así, en igual manera, las habitaciones del inicuo corresponden con el inicuo, porque los espíritus caídos se congregan juntos con los que piensan y obran mentiras, lejos de la Majestuosidad Divina, donde todo es Sagrado. De la misma manera como el Sol se pierde entre las nubes, y sus rayos dejan de brillar por algunos instantes, todavía su luz esconde algunos secretos que  no pueden ser revelados a la mente humana. La Suprema inteligencia de Sabiduría, el Dueño del Principio y el Fin del mundo, no es fuego, no es aire, ni agua, ni elemento alguno; sino es Espíritu-Esencia del Universo, que trata de disciplinarnos con amor. Mostremos gratitud y veneración a nuestro Creador. Arrodillémonos todos ante El, para que nuestros pasos sean dirigidos hacia el Paraíso, agradeciendo al Dador Todopoderoso su Bondad sin fin como el Infinito.

Dios se sentará sobre una Montaña cuyos picos son como los tronos de su Reino, para dar a conocer el veredicto final de todas las almas. Él se levantará para visitar la tierra, y el Árbol de la Vida no será tocado por nadie hasta ese día Secreto cuando sea dado a los Hijos de los Cielos. Su esencia será derramada sobre los benditos, y el espíritu de vida dentro del Santo lugar del Paraíso florecerá para siempre como en un jardín plantado hacia el Rey del Cielo. El Señor de Vida y Belleza eterna estará a nuestro lado, entonces nos regocijaremos grandemente en el Santo. Una fragancia de deleite pasará a través de todos los salvados, para entrar en la vida de Luz que existe en el Paraíso. Donde ningún dolor o temor oscurecerá sus días, porque ha sido eternamente bendecido por el Señor de los Cielos. Y por causa de esa bendición, este Árbol del Paraíso ha sido preparado para darlo como su comida a todo lo Santo y Bello, cuando Cristo definitivamente se revele en pura Luz. Que tus pasos sean guiados con firmeza hacia el Paraíso Celestial para que puedas disfrutar del Árbol de la vida! Amén.