viernes, 28 de noviembre de 2014

PODER DE LA ORACION



“Permaneced en mí, y Yo en vosotros. Como el Pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”. Juan 15:4.

La oración, es el único medio de comunicación entre el cielo y la tierra, que Dios le proveyó a los hombres, por lo que orar, es hablar con Dios. Es abrir nuestro corazón con humildad, con reverencia y con fervor. Si constantemente oramos a nuestro Creador, permaneceremos en El, y El en nosotros, porque el Espíritu Santo jamás deja sin asistencia al que contempla a Cristo. Al que lo busca diariamente sin importar la circunstancia de la vida por la que esté atravesando. Dice la Palabra de Dios: “Yo Soy la vid, vosotros los pámpanos. El que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto. Porque separados de mí, nada podéis hacer. El que no permanece en mí, es como el pámpano que se desecha y se seca. Y a esos pámpanos los juntan, los echan al fuego y los queman” (Juan 15:5-6). Para permanecer en Cristo debemos orar para que se nos imparta el divino Espíritu, que es el único remedio para encontrar la paz, y salir de las enfermedades del alma y del cuerpo, provocadas por llevar una vida de pecado.

Cuando nos entregamos a Cristo con fe, y se lo manifestamos a través de la oración constante, esta tiene poder para traspasar los altos cielos. El Espíritu Santo actúa sobre la mente, despertando el deseo más intenso de que nuestras oraciones sean escuchadas, y es cuando Dios responde, pero siempre de acuerdo a su voluntad. Muchas veces recibimos su respuesta de forma inmediata, pero otras, tenemos que esperar recibir el poder de conversión de la Gracia de Dios. Insto a todos los que han dejado de orar, o que se han distanciado de Dios, a que destraben la puerta de sus corazones, y supliquen con fervor de forma incesante: ¡Habita en mí, Oh Señor. Derrama tu Gracia redentora sobre mi vida y hazme un instrumento tuyo, cúmplase en mi tu voluntad, así como se cumple en el cielo!.

Especialmente en estos tiempos tan difíciles por los que la humanidad está atravesando, debemos postrarnos ante el Trono de la Gracia, para elevar a Dios nuestros planes, metas y deseos. Darle gracias por medio de la oración, por nuestros logros, por la salud, por la vida, por los alimentos, por nuestros hijos, amigos, vecinos y familiares. Para que nos ayude a trabajar en su obra, y para que nos capacite para llevar el mensaje de salvación a todo el que lo necesite. Debemos hablar con Dios diariamente, a cada hora, tenerlo en todos los pensamientos. Orar mentalmente en el trabajo, mientras conducimos, y hasta cuando nos bañamos. Debemos aprovechar cualquier momento de silencio para conectarnos íntimamente con el Señor. Meditar en su Palabra para que el buen Espíritu de Dios sea derramado sobre nosotros, igual que sucedió con los discípulos, porque su presencia ablanda corazones endurecidos y los inunda de alegría y regocijo transformándolos en canales de bendición.

El Señor desea que cada uno de nosotros seamos ricos en esa fe que es fruto del amor y que se manifiesta en la actuación del Espíritu Santo sobre la mente. Además de habitar en cada creyente que desea recibirlo. Habla al impenitente palabras de advertencia para mostrarle a Jesús como el Cordero de Dios que quita nuestros pecados. También hace que la luz brille en la mente de todos los que estén deseosos de cooperar con Dios, impartiéndoles eficiencia y sabiduría para realizar su obra. Si nuestros ojos permanecen fijos en Jesús, siempre veremos nuestras oraciones contestadas, porque cuando oramos, la obra del Espíritu Santo no cesa hasta que el creyente es conformado a la imagen del Maestro. Debemos cuidarnos y estar alertas de falsos maestros que se acercan a orar por ti, disfrazados de inocentes ovejas, pero son lobos capaces de destrozarnos. Todos tenemos la capacidad de hablar con Dios, sin necesidad de intermediarios. No porque un Pastor ore por ti, la oración será escuchada y respondida más rápido que si la hacemos nosotros mismos. Recordemos que un Pastor o Sacerdote es tan pecador como tú y como yo.

Tristemente se ha perdido la costumbre de orar en las escuelas, y de impartir clases de religión como se hacía en tiempos atrás, y Satanás se ha ido introduciendo silenciosamente en la mente de los estudiantes, porque están vacíos de todo conocimiento cristiano, con el alma sumida en total oscuridad espiritual. De ahí, que sus pensamientos son dirigidos hacia el mal. Satanás odia que estemos en comunicación con Dios, por ende, cuando oramos, Él se aleja porque el mal y el bien no pueden estar juntos, así como la luz y la oscuridad no tienen nada en común. Un gran número de personas nunca oran porque no creen en la oración, o porque no saben hacerlo, pero hablar con Dios es igual que hablar con un amigo, un familiar o con alguien a quien le tenemos mucha confianza. Recordemos que todos tenemos en Dios un Padre Universal, igual que todos tenemos o hemos tenido un padre terrenal, o de lo contrario no existiríamo.

El hijo obediente que presta atención a las enseñanzas de sus padres, y las pone en práctica, nunca es abandonado, porque al mismo tiempo también está obedeciendo a Dios. El Señor nos conoce mejor que nuestros padres terrenales, porque él nos creó, y solo utilizó a nuestros padres carnales para traernos al mundo. Para poder elevar nuestras oraciones a Dios, primeros tenemos que creer lo que estamos diciéndole al Señor, porque creer es tener fe en lo que esperamos. La comunicación espiritual con Dios se ejecuta en el momento de la oración, cuando elevamos nuestra mente al Creador y hablamos con nuestras propias palabras desde lo más profundo de nuestro ser, de una forma sencilla y sincera, sin formalismos rutinarios, porque de lo contrario estaríamos actuando como los hipócritas, que honran a Dios con los labios pero lo niegan con el corazón. Este es el tipo de oración de los paganos, que piensan que si repiten la misma oración varias veces al día, Dios  va a contestar enseguida. Pero no todos los que dicen ser piadosos lo son de verdad.

Muchas personas piensan que rezar y orar es lo mismo, pero son palabras paralelas, no sinónimas. Aunque ambas van dirigidas a la misma dirección, no logran el mismo objetivo. La realidad es que el que reza, no se conecta con Dios, porque la comunicación se corta. Cualquier persona puede rezar sin entender lo que dice; pero son palabras vanas que no involucran los sentimientos; por consiguiente, la mente y el corazón no están compenetrados con el Espíritu Santo. Popularmente se ha enseñado que las propias palabras que se repiten cuando se reza, son las que tienen el poder curativo o la eficacia religiosa de que se trate, pero esto es un gran error. Orar significa abrir nuestro corazón para tener un encuentro íntimo con Dios. Y rezar es repetir palabras aprendidas que hemos fijado en la memoria, pero que no tienen ningún efecto porque las decimos sin sentir lo que se expresa. Simplemente son un conjunto de enunciados que tienen una forma fija, establecida por alguien más.

Para que la oración llegue al cielo con poder, y sea efectiva, tenemos que meditar frecuentemente en la Palabra de Dios, saber lo que él espera de nosotros, obedecerle, confiar, creer en sus Promesas, y en algunos casos optar por el ayuno sin necesidad de decírselo a nadie, para que nadie excepto nuestro Padre se dé cuenta que tenemos hambre y necesidad de El. Y nuestro Padre que conoce todos los secretos, nos recompensará. Debemos negarnos a nosotros mismos para poder seguir a Cristo. No podemos decir que creemos en Jesucristo, en la resurrección de los muertos, en el perdón de los pecados y en la vida eterna, para luego negar que Cristo vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, o como muchas personas dicen que el mundo llega a su fin solamente para el que muere, porque entonces, ¿Dónde están las Promesa de Cristo?, ¿Cómo podremos lograr la vida eterna?, ¿Cómo podemos ser perdonados sin arrepentirnos? ¿Qué significa la salvación, y donde está la fe?. Estas son de las muchas incoherencias que se dicen al rezar, siendo más bien meras repeticiones mecánicas, igual a las que hace un Loro cuando se le enseña a hablar. Repite todo lo que oye, pero no puede entender lo que dice. Es imposible que un árbol de fruta incomible produzca uno que se pueda comer. Por eso los arboles de malos frutos se cortan y se queman. Igualmente somos conocidos ante Dios por las acciones que ejecutamos, y por la frecuencia que lo buscamos para estar en su presencia mediante la oración.

La oración tiene poder, porque por medio de ella entramos en contacto con el Espíritu de Verdad, a quien el mundo todavía no puede recibir, porque no lo podemos ver en persona, sino que es derramado sobre todo el que lo pide con vehemencia. Cristo dijo: En aquel día conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”. Si en verdad amamos a Cristo y creemos en él, debemos también saber que él tiene el poder para manifestar en la tierra su Santo Espíritu a todo el que lo invoque. Jesús dijo: “El que me ama, guardará mi Palabra. Y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y habitaremos en él”. La oración nos ayuda a mantener pensamientos sanos, y a desarrollar una conducta correcta, llena de valores y principios cristianos, porque aprendemos a imitar las virtudes y el carácter de Cristo, y por ende aplicarlo en nuestra vida diaria. En el momento de la oración, cuando estemos con Cristo íntimamente, nuestro gozo será completo, porque sabemos que si pedimos y confiamos, lo que pedimos será hecho. Cuando oramos suceden cosas maravillosas: se siente la presencia del Espíritu de Dios, hay sanidad del cuerpo y salvación. Es cuando el Espíritu de Dios obra en nuestras vidas, y a lo que muchos llaman “milagro”.

Jesús fue varón aprobado por Dios enviado a esta tierra para realizar, milagros, prodigios y señales; pero siempre oraba a Su Padre para que le diera fuerzas, y le permitiera cumplir con lo que le había encomendado, de salvar a todos los que les dio. Todos los sufrimientos por los que Cristo pasó, habían sido determinados por designio divino y con el previo conocimiento de Dios, para que nos diera a conocer los caminos de la vida. Después de resucitado, fue hecho Señor y Cristo, sentado al lado del Trono de Dios. Fue levantado de la muerte al igual que los que han muerto en Cristo, un día también serán levantados de sus sepulcros, para que se cumpla la primera resurrección (Apocalipsis 20-6). Cristo es el Espíritu de la Vida, y si queremos ser parte de la primera resurrección, debemos seguirlo ahora, sin esperar por nadie, y dejar que los que están muertos espiritualmente se ocupen de los muertos.

No importa el problema que tengas, si estas enfermo, con necesidad de trabajo, problemas económicos, familiares, si te siente solo (a), perseguido, afligido, etc. Confía en Dios y eleva una oración varias veces al día. Conéctate con Él, porque la oración tiene poder. Las ventanas de los cielos se abrirán para derramar bendiciones. Solo tienes que esperar con paciencia y declarar que en el Nombre de Jesús, todo será hecho de acuerdo a Su voluntad, para que ocurra el milagro. Mientras más conectados estemos con Dios a través de la oración, más nos daremos a conocer. Él conoce todas nuestras necesidades, y sabe exactamente lo que necesitamos antes de que lo pidamos, pero espera que acudamos a Él para que nos supla. Seamos como José que oraba tres veces al día, y por eso pudo entender el significado del sueño del Faraón que ningún mago ni sabio de Egipto había podido interpretar, pasando de ser un prisionero, al trono de Egipto, porque el Faraón reconoció que José tenía el Espíritu de Dios en él. Cuando nos postremos en nuestras habitaciones, en secreto, pidiéndole a Dios que tome nuestro corazón, veremos los milagros realizarse, y como su mano se extenderá desde los cielos para sostenernos. Alabado sea Su Nombre y Su Poder por siempre!. Amén.

viernes, 21 de noviembre de 2014

METAMORFOSIS TERRENAL



A pesar de que el hombre ha corrompido la tierra, Dios ha anunciado que en el futuro mediato habrá resurrección y vida. Todos los hijos de los hombres no perecerán, sino que algunos sufrirán una completa transformacion. Los esclavos del mal junto con los tiranos de la tierra serán destruidos, pero los buenos serán como árboles que florecen para siempre, cerca de sus fuentes o al lado de la corriente de los arroyos. Así también llegará a suceder que los impíos no verán los días de santidad, los días de belleza cuando la tierra haya completado su metamorfosis final. Se aproximan los días en que la tierra será sembrada con semillas de justicia, llenada con árboles de bendición, y cada árbol del paraíso crecerá en ella. Los sábados serán jardines de paz donde se adorará al único Dios de todos los tiempos. La tierra será purificada de toda injusticia, de toda impiedad y de toda opresión. Toda clase de contaminación perecerá de la esfera terrenal. Entonces los hijos de los hombres serán puros, y toda nación se postrará ante  Dios solamente. Cristo asumirá el Cetro y reinará la paz.

Los elementos de la naturaleza creados por Dios, son eternos. Dios no es el Sol, sin embargo Él es la belleza del Sol. Dios no es el océano, pero es Él la majestad del Océano. No es el viento, pero aun Él es la velocidad del viento. Dios no es la Luz, pero es el esplendor de la Luz; porque Él es la fuente de Todas las Cosas, de su esencia, y de lo que las hace gloriosas y divinas; de aquí que su gloria y divinidad son solo un pequeño rayo de luz que irradia a estos elementos con esas cualidades para disfrute del hombre, donde un día no muy lejano, todos podremos entender su sincronización, y contemplar su perfecto funcionamiento. El Supremo Ser es Vida, Luz y Sabiduría; una Tríada en nombre, pero uno en energía. Él ha moldeado todas las existencias y todas las cosas visibles e invisibles a partir de los meros átomos. Y de la oscuridad, turbulenta, atmósfera tormentosa, que continúa al Caos de conflictivos Poderes, El formó los luminosamente armónicos océanos de éter, dándoles calma en solemne belleza y reposo.

Este Caos de donde el universo fue formado, originalmente era vacío de forma o calidad, o energía armonizada, pero la sabiduría de Dios le dio forma y la redujo en perfecta proporciones. Cuando la armonía de los cielos emite su sonido, las estrellas, los mares, los ríos, escuchan con éxtasis, y el cielo se regocija con esta espléndida música, y la naturaleza sintoniza con los Cielos. Esta es la armonía que existe en el décimo cielo donde Dios habita, y esta misma armonía se vivirá en la tierra. Todo lo que existe no puede ser aniquilado, sino que perpetuamente sufre transformaciones; de donde se levanta todo los tipos de existencia y todas las apariencias manifestadas de la materia.  Antes que el Universo fuera formado en belleza, el Eterno espacio fue llenado con Dios; el Infinito Intelecto prevaleció por todos lados, hasta que la Mente Eterna habló. Entonces la Divina Pieza Maestra fue formada, y luego el Espíritu Luz se separó dentro de un Círculo, abrazando y englobando la poderosa grandeza de La Nueva Creación. Así de nuevo será la metamorfosis de la tierra. Todo será transformado en luz, belleza, calma, armonía y paz. El Universo será un resplandeciente lugar, llenado con ángeles visibles que brillarán dentro de las esferas donde brilla el Sol.

Aun todos estos firmamentos estrellados de bellezas que todavía podemos ver, pasarán y cesarán de ser. En días por venir, antes de la metamorfosis que sufrirá la tierra, los elementos del cielo serán cambiados por fuego, para luego ser renovados por aguas como en los tiempos antiguos. Dios saldrá de los lugares lejanos; El caminará sobre las montañas, y las montañas se harán camino bajo él, y los valles se ordenarán bajo sus pies, y los pilares de la tierra serán sacudidos; la voz del Supremo será escuchada, el poderoso cielo escuchará y temblará; el mar y las olas temblarán con terror. El Sol no será visible, la Luna también contendrá su Luz. Pero en el Cielo no habrá muerte; sino que todo será renovado y hecho más hermoso que nunca. Así como la tierra produce árboles y flores en su seno, pero en sí misma no es árbol ni flor, sino que comprende estas hermosas cosas dentro de ella en su semilla o en su florecer. Así como el mar produce conchas y flores, aun en sí mismo no es concha ni flores, sino que comprende estas hermosas cosas dentro de los azulados valles de su seno.

Dios, el Padre todo Circundante, de quien los Espíritus de toda especie proceden; de Él, en Él, a través de Él y por Él, aun completamente distintos y separados de Él, todos debemos esperar con paciencia y prepararnos espiritualmente para ver el cambio radical que sufrirá la tierra por medio de las manos del Señor Dios; poner nuestra fe en Él, como en un Padre Justo, quien da vida a cada criatura, y nunca nos desilusionará. La nueva Jerusalén, la Santa ciudad, donde habitarán todos los salvados, tiene doce puertas, y en las puertas, doce ángeles. En cada puerta está escrito los nombres de las doce tribus de Israel (Apocalipsis 21:12). Pero las doce encarnaciones de Dios son doce brillantes montañas, resplandecientes como gemas, con corazones de llama viviente, con energías sin resistencia como el fuego ardiente. Doce son las Montañas-Esferas o Montañas en la Casa del Padre, que es el Universo; en cada una de ellas asciende un Mesías, con las gloriosas huestes de sus seguidores. Hay doce Manantiales brillantes de puras aguas que envían sus aguas a doce Ríos; los doce Manantiales son espíritus de Mesías; los doce Ríos son sus evangelios. Hay un Libro de Luz en los Cielos dividido en doce capítulos; cada capítulo es el evangelio puro de uno de los Mesías encarnados. Las Leyes de Dios nunca pueden ser cambiadas aun en lo más mínimo; las leyes de la tierra son falibles y son alteradas por los hombres. El Universo será transformado, porque está escrito, y porque las Leyes de Dios son infalibles e inmutables.

No podemos olvidar que Dios es eterno. Es erróneo llamarlo sempiterno, porque el eterno nunca tuvo un principio. El sempiterno tiene un principio, pero no tiene un fin. Dios envía sus Sagrados Mensajeros de Verdad a otras esferas, así como en la esfera del hombre. Solo tenemos que mirar hacia arriba en lo alto de los cielos estrellados, para ver todos los Mesías que están en sus orbitas. En el Paraíso de Dios hay una fuente, y el Sol, nos señala el camino. Él va delante de nosotros en nuestro viaje, pero la vanidad de los hombres son ofrendas a los vientos sobre los altares al pie de las montañas donde Dios nos espera. Muchos han cavado trincheras  donde han enterrados los Mandamientos, y por eso la tierra tiene que pasar por una renovación total.

Dejemos que la Verdad de Dios se grave sobre nuestra alma, porque solo la virtud de Cristo es la que nos puede brindar la verdadera felicidad. Pero el vicio de los hombres es la miseria en todos los aspectos. Todo vicio es débil en su comienzo; pero crece hasta que es demasiado fuerte para un hombre poderoso, porque este se vuelve desvergonzado ante Dios y la Tierra. Hermoso y brillante es el camino que lleva a los cielos; un esplendor cristalino de gloria lo rodea; es un camino pavimentado de resplandeciente luz; rayos de Sol lo circundan y las estrellas lo iluminan con brillo. Pero el inicuo no ve esto; es invisible a sus sombríos ojos; este brilla majestuosamente como un Arco Iris, pero ellos solo ven oscuridad y vacío. En el nombre de Dios hay un gran misterio; por eso no es bueno pronunciarlo excepto con un propósito santo y convencimiento en el corazón. Por ende no todo el que menciona su nombre esta con El. Debemos convivir con su Espíritu y tenerlo presente en la hora de la mañana, antes de que el Sol se levante, y después que el descienda; antes de las comidas y antes del reposo.

En la metamorfosis de la tierra, el espíritu de aquel cuyas obras son hechas por amor a Dios, y que lo estima como Señor Supremo del Universo, volverá a Dios. Elevemos nuestra dignidad espiritual para poder ser transformados y bañarnos en las fuentes estrelladas de los cielos donde se bañan los espíritus de belleza para ser renovados en juventud, brillo y en todo lo que es divino. El hombre no puede hacerse a sí mismo puro, aun cuando él trabaje noche y día, pero cuando seamos transformado, sin manchas de pecado, disfrutaremos del puro amor que emana de Dios, y nos deleitaremos en el Paraíso. Seremos como los ángeles de Dios que con un soplo atraviesan la esfera terrenal, y viajan sobre el relámpago donde sea que su voluntad lo impele. Cada cosa que tiene vida viene de Dios, porque es nuestro Padre Universal; y cada esencia viviente sobre la tierra, tiene dentro de si el fuego de la vida eterna. Hay una futura esfera terrenal donde todo lo bueno vivirá en rayos de Sol, pero hay otra futura esfera, donde todo lo malo llorará en desolación. ¿Cuál esfera elegirás?.

Así como la armonía habita dentro de la flauta, así también Dios es el espíritu no visible dentro del cuerpo. El toca a las puertas del corazón para que todo aquel que desee recibirlo, pueda sentirlo. Ningún hombre puede ver la música de la flauta, pero aun ella está allí, y cuando alguien la toca, su melodía se puede sentir en la piel. También ningún hombre puede ver el espíritu, y todavía él está allí, hasta que la carne reciba la metamorfosis y podamos ver solo el espíritu, donde cada uno tomará para sí mismo la forma de existencia para la cual sus hábitos y aspiraciones lo han preparado. Antes de que se levante el Sol, que no salga de nuestra boca lenguaje vulgar, y que nuestros pensamientos mediten en la santa contemplación sobre aquel que hace al Sol levantarse. No sabemos con exactitud cuándo será el último día en que abriremos los ojos para contemplar su luz, porque tendrá primero que oscurecerse totalmente, para dar paso a los días perfectos  que se vivirán por toda la  eternidad!. Cristo viene muy pronto, más de lo que todos piensan, y bienaventurados serán todos los que desde ahora tomen la decisión de buscarlo. Aleluya!

domingo, 9 de noviembre de 2014

NIVELES DEL UNIVERSO



                               (Basado en libro Apócrifo Enoc 3)


A través de las sucesivas generaciones que ha tenido el Universo, el hacedor de la hechura del mundo, ha tenido una gran paciencia con la raza humana, otorgándoles grandes bendiciones a sus Hijos. Pero hay una gran variedad de obras realizadas por el hombre, que no pasan desapercibidas ante los ojos de Dios. Algunos espíritus de los cielos han transgredido, y cuando el orden de las cosas a través del Universo haya envejecido, debilitado y decaído, los juicios de Dios caerán sobre los hijos de la carne que están sobre la tierra. Los hijos del mal perecerán para dar paso a una raza correcta, justa y pura. La esfera del Universo no quedará solitaria, porque cuando todo sea hecho de nuevo, el bien establecerá su posteridad para siempre. Dios dará a cada alma una recompensa equivalente a su obra, y el que ahora está reinando en la tierra, no será un soberano en el cielo. El que ha mendigado, no mendigará en el espíritu, porque todos seremos iguales, y estaremos a un mismo nivel.

Tres órdenes de vida hay en el Universo: Vida Celestial, Espiritual y Material. La vida Celestial pertenece a los inquilinos del Cielo que habitan próximo a Dios. Pero estos espíritus son puros y desprovistos de carne; ellos son de innumerables rangos y grados, y de acuerdo a su belleza es su lugar, y de acuerdo a su perfección es su belleza. Toda vida material es impura; sus estados y grados son sin número, de acuerdo al temperamento del principio animante, y a la forma en que desean desarrollarse. Espíritus que crecen impuros, con pensamientos inicuos están incapacitados  para vivir en el éter de los Cielos; ellos caen directamente en el espacio como una piedra cae a través del aire, hundiéndose a través de inmensas distancias en el caos. Y ansiosamente desean tener algo tangible para salvarse de más degradación y de la agonía de su eterno error.

Los espíritus impuros desean tomar forma en armonía con su naturaleza, y construyen para sí mismos cuerpos, movidos hacia eso por un instinto eterno que opera dentro de ellos por Ley Universal. Así las razas de los hombres se forman a sí misma, habiendo sido espíritus caídos preexistentes, quienes entran en la carne de forma sutil e invisiblemente, y en el vientre entretejen para sí el cuerpo. De ahí, que sin darnos cuenta el espíritu del mal se va multiplicando en la humanidad. Estos espíritus usan el material a mano, fabricando órganos para si por instinto, y en la hora elegida son nacidos en la forma que ellos mismos han formado, porque el hombre no da vida al hombre, sino solo es el medio de desarrollar vida, y cada espíritu que ahora vive de forma humana fue el escultor  de su propio cuerpo y sus órganos.

La creación de Dios es perfecta, por lo tanto El no hace al hombre mal formado congénitamente, sino que estos espíritus, en su afán por el saber, fabrican órganos que lo degradan y son imperfectos a causa de su inexperiencia y falta de sabiduría. Los hombres de ninguna manera difieren de otras criaturas vivientes, salvo solamente en la naturaleza de su espíritu; para algunos ellos son inferiores, pero para otros superiores; pero el mismo principio de la vida los anima a todos. Y toda vida es desarrollada en el mismo modo por el instinto del espíritu entretejiendo a sí mismo una forma; como la araña forma una tela que ningún hombre puede hacer, y como el caracol hace un caparazón que ninguna mano puede imitar. Los espíritus que niegan a Dios caen en la más baja oscuridad, y a pesar de que Dios es el amor Universal, el mal, en todos los lugares y en todos los tiempos llega a ser el propio vengador sobre el cuerpo, el espíritu y el alma de los rebeldes que desaparecen de la esfera terrenal sin buscar el arrepentimiento.

Todos los espíritus de las esferas sub-celestiales son invisibles hasta que ellos asumen sus manifestaciones; ellos son eternas esencias y poderes que necesitan una forma para ser su medio de desarrollo. Los dioses que brillan debajo de los tronos, requieren un medio para hacer su brillo visible, y cada uno hace este medio por sí mismo en exacta conformidad con su naturaleza. Así es con todos los otros espíritus; quienes para que ellos puedan ser visibles y vivir en sus círculos, deben poseer una forma adaptada, a esos círculos, y si ellos pierden sus formas no pueden vivir más allí. Dios hace sus maravillosas obras a través del medio denominado El Primer Nacido. Este es el espíritu de Dios que eternamente renueva Todas las Cosas. Así como la vida del hombre es sostenida siempre por el aire fresco y perece si no lo recibe, así almas y espíritus perecen si la Verdad (que es su vida) no es renovada en ellos.

De la misma manera que cuando el cuerpo del hombre falla y muere, no puede vivir más sobre la tierra, sino que debe ir a otro lugar, así es como cada otro espíritu desarrollado transmigra con las fallas de su forma, y estas formas cada uno las fabrica en correspondencia con la naturaleza de sus deseos. Hay espíritus que asumen un desarrollo puro y otros impuros, así como las labores para llevar a cabo sus anhelos. Pero si la naturaleza crece demasiado hermosa para la forma, y demasiado elevada para la esfera en la cual vive; esta hace a un lado esa forma y deja esa esfera, y ascendiendo más alto, asume una más alta forma; Pero si la naturaleza crece demasiado impura para la forma, y llega a ser demasiado grosera para la esfera en la cual esta vive; esta deja a un lado esa forma, y deja esa esfera; y agonizante desciende a una forma más baja. Esto es así con las razas de la humanidad, que son los espíritus haciéndose a sí mismos visibles por un medio, y dicho medio son sus cuerpos carnales, a los cuales ellos son unidos por el principio del alma, la cual significa el vínculo o ligamento que une el espíritu al cuerpo, y cuando estos ligamentos son disueltos entonces sobreviene la muerte y la separación del cuerpo y el espíritu.

De aquí los varios poderes y energías del hombre; sus cambiantes pasiones e inclinaciones, infundido, no por Dios en el momento creador, sino por los espíritus a sí mismo en sus órganos. Porque así como ellos se desarrollan a sí mismo en precisa conformidad con sus temperamentos, aspectos, y tendencias, cada energía que está en el cerebro del hombre es ubicada allí solo por sí mismo. Dios es justo, e injusto seria si diera a los hombres diferentes poderes; para favorecer a algunos y defraudar a otros; darle un poderoso intelecto a uno, y conferir un débil entendimiento a otro. Dios no produce estos perjuicios; sino es como se hace a si mismo cada hombre; y algunos son altos y otros son bajos, causado porque sus espíritus son grandes o bajos. Si el espíritu se hace más noble que un hombre, deja a un lado su cuerpo y abandona la tierra; el asciende a un orden superior de existencia y asume el desarrollo allí dentro. Pero si se hace más bajo que un hombre, entonces vaga en la oscuridad y decae más bajo hasta que llega dentro de La Ley Cíclica.

Dios le ha dado a cada hombre un ángel guardián de la conciencia, el cual le dice lo que es correcto, y se rebela cuando pensamos en el mal. Pero muchos no se dejan dirigir, alimentándolo de la basura de la tierra. Este anhelo del espíritu por ser libre anticipa la disolución de esta vida para liberarse del cuerpo mortal que es su cadena, y pasar su espíritu inmortal a una existencia diferente de la que poseyó antes. Todo lo que existe en la tierra es material, y el hombre que vive apegado a lo terrenal, expone su alma a la perdición. Aquellos espíritus cuyas manos producen iniquidad, y trabajan para producir maldad, tienen allí el fruto de sus labores. El pecador come de sus propios crímenes, siendo cadáveres ante el Señor de la Vida, porque han perecido de la faz de la naturaleza hasta que su simiente perezca de la tierra. Si abandonamos todas las cosas terrenales y  entregamos nuestra entera naturaleza a la búsqueda de lo espiritual, nuestra alma será iluminada y nuestro espíritu participará de la Sabiduría de Dios. El hombre es espíritu, alma y cuerpo; tres propiedades en una apariencia; pero su parte espiritual es inmaterial e imperecedera, y su parte corporal es mortal. La aromática esencia, que es el alma intermedia, participa de lo terrenal y de lo celestial; esta sobrevive la tierra, y transmigra a una más alta esfera, pero no puede entrar sin la ayuda de Cristo a lo que es más alto.

En los últimos días, cuando el Espíritu Santo adquiera la figura de Cristo, el Señor saldrá desde los cielos para poner en vigor sus Leyes. Los hacedores de iniquidad serán barridos lejos y perecerán bajo la faz del Sol. Cada torre indigna hecha por el hombre se desmoronará y será quemada. El arado esparcirá sus ruinas y muchos caerán en un juicio de muerte. Todos los espíritus de maldad serán investidos de oscuridad y confusión, expulsados de la divina presencia de Dios. El hombre justo se levantará como si fuera de un sueño. Y la Casa del Gran Rey y Juez del Universo se levantará en majestad para siempre. Los vestidos de vida estarán con el Señor de los Espíritus con pura túnicas de eterna luz. En la presencia del Señor no existirá el envejecimiento, ni disminuirá el esplendor de los redimidos. Cuando los primeros cielos pasen, un nuevo Cielo aparecerá en su lugar, y los justos brillarán con una luz siete veces mayor, en la eterna Majestad del esplendor de Dios.

No debemos afligirnos a causa de los tiempos, porque hay un periodo escrito para todas las cosas, sino ceñirnos y levantarnos al verdadero bien, con virtud, santidad y amor. El amor descenderá en una lluvia de luz sobre aquel que ama verdaderamente, siendo su camino como senda de rosas, donde caminaremos en eterna luz del Sol con místicas visiones del Espíritu Santo. Debemos meditar sobre esto, para darle forma a todas nuestras acciones, porque hay un Poder Soberano y un Dios que ha hecho los Cielos y la Tierra que forman el Universo. Hizo los Océanos y la fuerza de los Vientos, y dio su luminosidad a los relámpagos. El Universo que ha sido una exhalación de Dios, gradualmente ha crecido en su perfecta belleza, en millones de ciclos de años, por las leyes de gravedad, fluidez y fuerza centrífuga. Pero ahora, con esa misma exhalación, Dios hará un nuevo Cielo y una nueva Tierra donde todo será perpetuo.

Obliguémonos a nosotros mismos a practicar la integridad, no aproximándonos con doblez de corazón. No andemos con mentes dobles, ni con lengua de escorpiones, sino perseveremos solo en lo justo, en lo real, teniendo la Verdad del Señor como única compañera ya que ella es un ángel de los cielos, y derribará a los pecadores desde sus raíces. Que el temor a Dios sea en todas nuestras obras para que recibamos las ganancias sin mucho esfuerzo. No nos levantemos con el Sol, ni nos acostemos con la Luna, sin inclinarnos a darle las gracias al Santo Nombre de Dios, el más grandioso de los Espíritus, y la más exaltada de todas la inteligencias. La primera en las esferas celestiales, y la fuente de todo lo Bello y Santo que existe en el nivel Celestial y Espiritual del Universo!.