miércoles, 31 de julio de 2013

AL DIOS INVISIBLE


Hoy, a mis casi sesenta años de edad, no tengo la seguridad de quienes fueron mis verdaderos padres biológicos, porque  mi nacimiento y mi vida siempre han estado rodeados de un gran misterio. Pero tuve el honor de conocer a mi Creador a través de Su Santo Espíritu. Cuando tenía 16 años de edad, todavía  no entendía la razón de mi existencia. Me sentía inmensamente sola, a consecuencia de la forma en que estaba siendo criada, maltratada verbal, física y emocionalmente. Sentía que estaba prisionera, porque se me negaron todos los derechos naturales que tiene el ser humano, y fui sometida a hacer siempre la voluntad absoluta de otros, sin tomar en cuenta mis propias necesidades, ni mis sentimientos. Aún recuerdo el momento cuando en mi adolescencia por medio de la oración  le pedí a Dios morir, y luego me dormí pensando que me concedería mi petición. El Espíritu Santo me respondió a la mañana siguiente. La primera persona que  encontré al levantarme en el lugar donde estaba, fue a un sacerdote llamado Jesús, que ante la inmensa tristeza que me embargaba por sentirme viva, sin yo hablar, supo que estaba necesitada de una mano amiga. En ese momento yo lloraba inconsolablemente y Jesús me dijo: “cuando tengas algún problema o alguna pena, habla  con Dios, él siempre escucha, es tu mejor amigo aunque no lo veas, y te contestará de acuerdo a su voluntad, no a la tuya”.

En el 2010, tome la decisión de bautizarme y reconocer al Señor como mi único Salvador, y dos años más tarde, en el mes de abril, mes de mi supuesto  nacimiento, recibí la visita de mi Padre Celestial, mediante Su Santo Espíritu; una visita que se prolongó por 21 días. Desde entonces comprendí  el propósito de mi creación, y el por qué cuando tenía 16 años no morí. Aunque sé que mi Padre escuchó mi petición, no fui llamada al descanso porque Dios esperaba que yo trabajara en su obra; fuera testigo de su amor y Su Poder. Afortunadamente hoy tengo mi alma llena de gozo, porque recibí la Gracia Redentora del Poder De Dios, y tuve el privilegio de que El Espíritu de Dios descendiera de Su Trono para tocarme de forma real y verdadera. Ha sido el mejor de los regalos que he tenido en toda mi vida. Me siento privilegiada, plena, bendecida, y sobre todo libre. Mi verdadero Padre, mi Creador, me visitó, y he alcanzado en vida el más preciado ideal de todo ser humano. Actúo libremente en mi vida terrenal, pero siguiendo el propósito y la dirección de Dios. No estoy sometida al poder humano, sino al Poder Divino, por lo que mi libertad es verdadera y completamente absoluta.
El Poder del Espíritu es propiedad de nuestro Dios invisible, y su autoridad no tiene límites, porque es imperecedera. Abarca todo el universo en el que vivimos, y  la Patria Celestial que aún no conocemos, reservada para el fututo. La esperanza de libertad es anhelada por todos los que viven en la esclavitud. Hay muchas maneras de ser esclavos. Todos los que practican el mal, viven sumergidos en sus bajas pasiones siguiendo sus malos instintos.  Los que no pertenecen a Dios, viven esclavos de su adversario Satanás. La esclavitud más terrible es cuando vivimos llenando nuestras vidas de pecado y caemos en la ceguera espiritual, porque el Espíritu Santo se aleja y no escuchamos su llamado. Aunque logremos nuestras metas y objetivos, nos seguimos sintiendo atrapados, sin que estemos visiblemente encerrados. La total independencia significa, decisión, acción, dominio propio, fidelidad y determinación en el obrar, ajustándonos a las reglas y respetando los límites establecidos por Dios. El que confía en el Poder del Espíritu de Dios, puede tener la certeza de que será libre en este mundo y el venidero. Jesús es testigo de la esclavitud que existe en la tierra y pronto vendrá personalmente a darnos la libertad. La paciencia significa salvación y también revela en quien hemos confiado. Perseverar en la fe, es obtener la victoria en Cristo. Unete a Cristo y saldras airoso (a) de todas las pruebas. Al final podras entonar el himno de victoria!.

 

 

 

  

lunes, 29 de julio de 2013

POBRE NIÑO RICO



                                           EL HEREDERO DEL REINO

El mundo esperaba con gran expectativa, el nacimiento del primogénito de los príncipes de Cambridge. Sus padres, el príncipe Guillermo y Kate Middleton,  recibieron al futuro heredero de la corona británica, nacido el 22 de julio, 2013, a las 4:24 pm, pesando 8 lbs y 6 onzas, después que su madre Kate pasara más de 10 horas en labores de parto. Este nacimiento fue considerado el más importante del año, y posiblemente el más anhelado, porque el heredero, es el primer miembro de la nueva generación de reyes; por tal razón acaparó la atención de todos y fue noticia de primera plana. A este niño se le llamó Jorge Alejandro Luis, y si llega a ser adulto, será Jorge VII, futuro rey de Inglaterra, quien portará la corona inglesa. Mientras tanto se le dará el tratamiento de “Su Alteza Real”. Este acontecimiento despertó el interés de la prensa internacional, y muchos mandatarios, como el Presidente Obama y su esposa, se unieron en regocijo a este nacimiento, así como algunos famosos. Su bisabuela, la reina Isabel II fue coronada el 2 de julio de 1953, a la edad de 27 años, y lleva 60 años en el poder. Su hijo el príncipe Carlos es el siguiente heredero. Después de él, su hijo el príncipe Guillermo será el rey, y luego lo será el que acaba de nacer.

Aunque fue un nacimiento como otros tantos que suceden a diario, porque su madre tuvo que pasar por los dolores de parto, igual que toda mujer, y es un niño igual a cualquier otro, el mundo se enloquece, porque según ellos, ha nacido un futuro rey. No se trata de un niño pobre, nacido en un establo como nació Jesús, sino de un niño rico y famoso desde antes de nacer, porque nació en cuna de oro y trajo con él  una gran fortuna debajo del brazo. Todos los primogénitos son de Dios, y esto es algo que no se debe olvidar. Siempre es motivo de mucha alegría y emoción el nacimiento de un niño, pero no podemos perder la expectativa de prepararnos para recibir al verdadero Rey del universo que está por llegar. Jesús fue un niño nacido por obra y gracia del Espíritu Santo y no por una relación carnal. Nació con el título de príncipe y también le correspondía ser llamado “Su Alteza Real”, porque era el unigénito hijo del Rey. Fue sentenciado a muerte, porque era el Mesías prometido, anunciado antes de ser concebido. A la edad de 33 años y medio, lo maltratamos, burlamos, ridiculizamos, abofeteamos y crucificamos. Sin embargo, El dio su vida por cada uno de nosotros, para que tengamos vida y riqueza en abundancia, para que fuéramos herederos  de los tesoros del cielo, cuya riqueza es invaluable.

El que sigue a Jesucristo, heredará el reino y recibirá su corona, no será rey en este mundo, porque en este mundo no hay reyes verdaderos, aunque algunos crean que lo son. Todos los reyes terrenales tendrán que morir y también serán juzgados por el único Rey que nos observa, Dios. En la antigüedad hubo muchos reyes, y a todos les llegó el tiempo de partir y el reinado fue quitado. Asimismo sucederá en el siglo presente que vivimos con los reinos terrenales que quedan. Jesucristo vendrá a buscar a los herederos de su reino y a repartirnos las coronas celestiales, que nos identifican como príncipes. El Rey de Reyes y Señor de Señores, es Dios, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, la Santísima Trinidad.

Su Alteza Real, el príncipe de Cambridge, tiene tres nombres y no es nacido del espíritu. Es solo un niño de carne y hueso, mortal igual que todos. Ni siquiera sus padres pueden tener la seguridad de que llegará a ser rey, porque esta decisión la tiene el Rey del Cielo y la Tierra, nuestro Padre celestial. Pero podemos tener la seguridad de que nuestro Rey Jesucristo, santificado y resucitado por el poder del Espíritu, vendrá a redimirnos en breve tiempo. Miremos al Dios del cielo y no a los reyes de la tierra que nada pueden ofrecer. La única heredad es celestial, porque la tierra no es nuestra, ni está a la venta. Por el aumento del pecado y la maldad, está condenada a la destrucción. Nos guste a no, todos: ricos, pobres y famosos  tenemos que partir y debemos estar preparados en Espíritu y verdad. Reyes, principados, potestades, y todas las riquezas desaparecerán de la faz de la tierra.

Cada día que pasa nos acercamos más al último y gran e importante día del Señor. Estamos más cerca del juicio y más cerca de  la eternidad, de lo que estábamos al principio. El nacimiento de Jesucristo fue tan cierto como lo es su venida. Es una fecha que está fijada sin posibilidad de cambio. No dediquemos nuestra atención, solamente a los acontecimientos del mundo por muy solemnes e importantes que sean, porque la labor abnegada de Cristo y la vida futura de los redimidos serán imperecederas igual que el oro, plata y todas las piedras preciosas. Cuando lo mortal se vista de inmortalidad, los redimidos seremos como Jesús, porque lo veremos tal cual es en su hermosura y majestad. La tierra será iluminada con Su gloria. Estaremos delante del trono, lo que significa que somos herederos del reino. Entonces podremos mirar sin velo la gloria del trono de Dios y recibir nuestras coronas de oro directamente del Rey, hechas por manos santas. Aleluya! al Dios Todopoderoso.



LOS FALSOS MINISTROS


Cuando estamos caminando con Dios, Satanás se pone muy furioso y utiliza a cualquier persona para hacernos desistir de seguir a Cristo. Nos pone muchos obstáculos para hacernos caer y matar nuestras motivaciones  para trabajar en la obra del Señor. Digo esto, porque  las Sagradas Escrituras nos advierten de los falsos profetas, hombres que predican la Palabra de Dios y nos exhortan a buscar a Cristo, cuando por detrás, impiden que su obra se expanda. El Señor conoce todo antes de suceder y por eso nos advierte de que el camino para llegar a Cristo, está lleno de trampas, muchas veces provocadas por los mismos pastores de las iglesias donde Satanás  se sienta en primera fila.

Recientemente pude comprobar esto por mí misma, ya que el mismo pastor que dirige la iglesia de la cual soy miembro, prohibió durante una obra misionera que se distribuyera una literatura escrita por mí. Una literatura de motivación, inspirada en el versículo de Juan 14:4-6. Que nos invita a seguir a Jesús, ya que  Él es el camino, la verdad y la vida y nadie verá al Padre, sino es a través de Él. No me sorprendió mucho la actitud del pastor, porque no es la primera vez que rechaza algo que viene de Dios. También en el 2012, me prohibió dar el mensaje que Dios le envió a esa iglesia; un mensaje dirigido por el Espíritu de Dios donde nos llamaba al arrepentimiento, para que seamos salvados, ya que su venida está muy cerca. Nuestra voz no cuenta para el hombre, pero es muy importante para Dios, porque él siempre nos escucha y ve todo lo que hacemos, especialmente si le somos obedientes.

La mayoría de los pastores, solo defienden sus posiciones dentro de la iglesia y  respaldan a los que le son fieles al pastor y a la organización que los diriges. No son verdaderos exponentes de la Palabra de Dios, porque lo que confiesan con la boca, no lo creen en su corazón. No podemos idolatrar a los pastores, ni a los sacerdotes, ni a los papas, porque Jesucristo el Hijo y el Padre, son uno solo. Nuestra obediencia, adoración, fe, confianza, fidelidad y honestidad se la debemos a Cristo, ya que murió por todos nosotros para que seamos libres en todo el sentido de la palabra. Mi libertad es absoluta, y por es no desmayo en seguir mi misión. No importa cuántas veces traten de callarnos, debemos hablar y seguir adelante con los planes de Dios, venciendo las hostilidades que encontremos en el camino. Debemos estar firmes como soldados valientes del pueblo escogido.

No importa cuántas veces nos hagan desistir para que abandonemos continuar haciendo la voluntad de Dios. Cuando nuestros ideales están fundados en roca sólida, nadie puede derribarlos, porque están siendo dirigidos por la mano invisible de Dios y su gran Poder. Muchos seguidores de Cristo se rigen solamente por lo que el pastor dice y por las decisiones que toman. Pero no nos engañemos. No todo el que dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos.  No todo el que habla de Dios es sincero, por eso hoy en día tenemos tantas iglesias, y la credibilidad en sus dirigentes se ha ido perdiendo. Predican en Nombre de Dios, pero le sirven al diablo. Que este no sea motivo para abandonar nuestra fe y perder la esperanza. Cuando apoyamos la mentira y solo hacemos lo que el hombre nos deja hacer, nos hacemos cómplices de ellos y nos comportamos como los fariseos, siendo hipócritas ante Dios.

En Cristo hay salvación y todavía está  enviándonos luz para que salgamos del error. Cristo no es solamente un asunto de religión, es básicamente nuestro amigo y su amor es infinito. Nunca miente, nunca engaña y es absolutamente fiel con todo aquel que desee seguirle. Nos derrama bendiciones sin que tengamos que pagar nada a cambio, porque ya el pago por nosotros. Las iglesias exigen diezmos y ofrendas para que Dios nos bendiga, pero debemos dar por convicción y hacer todo sin un interés personal, de acuerdo a como lo dicte el corazón. Cristo no necesita nada material de nosotros, porque Él es el dueño del oro, la plata y de todos los tesoros celestiales y terrenales. Todo lo que tenemos se lo debemos a Él, y solo nos pide que le entreguemos el alma. Es nuestro sustento y nuestra fuerza.

Debemos desarrollar una relación estrecha y personal con Jesús, para que derrame en cada uno de nosotros Su gracia redentora. Este trabajo no lo puede hacer ningún pastor, porque ellos solo buscan exaltar su propio Yo, y asegurar su posición dentro de la iglesia. Asegurar sus puestos, muchas veces para su  lucro personal, porque es su negocio. Tampoco esto nos debe desanimar, porque cada quien pagará por sus culpas y todo lo que hacemos saldrá a la luz. Debemos fijar nuestros ojos solo en Cristo, para que nos guie y nos dirija desde lo alto. No existe ningún hombre en esta tierra con la fuerza suficiente para desarmar a los verdaderos hijos de Dios, que no le temen a las adversidades. Debemos ser valientes en esta batalla. Marchemos adelante para alcanzar nuestras coronas celestiales y ser vencedores en el Nombre de Jesucristo. La salvación es individual y solo la otorga Dios. Animo!, que nuestra redención está cerca.
Nota: ya esta publicado mi libro: Escalera al Cielo, pueden adquirirlo en Lulu.com/Elida Perez.
 

domingo, 14 de julio de 2013

LOS SANTOS DE LA TIERRA


                                       
Los doce Apóstoles, fueron hombres elegidos según la presencia de Dios, el Padre, santificados por el Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados y limpiados con su sangre. El Verbo que se hizo carne habitó entre nosotros para la salvación del mundo, que según su gran misericordia regeneró a los Apóstoles y nos dejó esperanza viva de salvación. Jesucristo resucitó de entre los muertos, para dejarnos entender que todo aquel que sea santificado en el Espíritu de Dios, también será santo en el Cielo. Esta es una herencia celestial que para ser reclamada,  no puede perecer, tampoco puede ser manchada o contaminada de pecado; está reservada y guardada por el poder de Dios, esperando el desarrollo de nuestra fe, ya que la salvación solamente será revelada en el último tiempo. El hombre por sí mismo, ni por decisión de otra persona puede declararse santo, porque antes debe ser juzgado. El veredicto se conocerá cuando Jesucristo se manifieste de nuevo en su segunda venida. Los apóstoles fueron instruidos por Jesús, y les dio el poder de echar fuera espíritus impuros, resucitar muertos, sanar toda enfermedad y toda dolencia, y darlo por gracia, porque de gracia recibieron todo. También les asignó proclamar el reino de los cielos y rescatar las ovejas perdidas, sin oro, ni plata, ni cobre, ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero es digno de su alimento. ¿Están cumpliendo los representantes de Dios en la tierra con este mandato? no, por eso no pueden hacer milagros en vida, ni resucitar muertos, sino declarar santos a los que ya son cadáveres.

Desde hace siglos, la Iglesia católica ha instaurado la “beatificación”, proceso en el cual, a un difunto, a través de la certificación del papa, se le reconocen sus virtudes y puede llegar a ser honrado con culto. El término beatificación significa que esta persona está feliz en el cielo, gozando de la patria Celestial, por lo que después de ser canonizado y declarado santo por el papa, este cadáver tiene poder para realizar milagros y si se le reza con fe, también tiene poder para salvar almas, como es el ejemplo de Ignacio de Loyola (fundador de la Compañía de Jesús), el cual decidió salvar almas mediantes ejercicios espirituales creados por él mismo. Esta es la mentira que el diablo les vende a sus seguidores, para que confíen en él, y muchos siguen siendo tan ignorantes que creen que un montón de huesos secos, que representa la muerte, cuyo polvo se confunde con la tierra, pueden realizar algún milagro. Como dice la Palabra de Dios, “los muertos nada saben”. Una vez que al hombre le llega la muerte, aunque haya vivido de forma correcta ante los ojos de Dios, no puede ejercer ningún poder con el resto de los mortales que siguen en la tierra, porque está dormido y la memoria puesta en el olvido. Es un alma que descansa en paz en el tercer cielo, un lugar reservado para los justos, esperando el juicio final, pero todavía no puede entrar al  Paraíso, ni contemplar el rostro de Dios.

Nosotros no fuimos dotados con la capacidad de juzgar a nuestros semejantes y declararlos santos, porque los santos son santificados por el Santo Espíritu de Dios. El hombre en la tierra, no tiene autoridad para santificar a ninguna persona. Jesucristo es nuestro Juez y nuestro Sumo Sacerdote, que está sentado a la derecha de Nuestro Padre para interceder por nosotros. Solamente a Él, Dios le otorgó esta responsabilidad y le cedió este derecho. Mientras estamos vivos, Él tiene poder para derramarnos su Santo Espíritu según le plazca, pero aun así suceda, no somos santos, porque seguimos siendo pecadores y Satanás nos sigue enviando tentaciones. Somos transformados por medio de la Gracia a través de la Misericordia de Cristo, y cuando algunas personas le rezan a un santo, no es el supuesto santo que contesta, son obras del Poder del Espíritu de Dios, aunque no podamos verlo. El hombre cree en el hombre, porque a Jesucristo muchos no lo conocen, por ende  no confían en Él.  El mérito se le otorga al santo que se le reza, porque por referencia histórica, podemos comprobar que habitó en este mundo y le entregamos nuestra fe a un pecador que todavía no ha sido juzgado.

No podemos olvidar que todos somos pecadores y que la santificación de un alma, es una decisión divida, es un don de Dios que viene del cielo a través de la Gracia. Mediante la fe y nuestras obras, es que podemos permanecer unidos en Cristo. Si todos los papas, hombres, mujeres y niños, que por sus virtudes y/o por haber sido martirizados, son declarados beatos y luego santos; si realmente tuvieran el poder del Espíritu de Dios, se levantarían de la muerte y pudieran ascender al cielo como lo hizo Jesucristo. Nunca hemos visto que los muertos se levanten de sus tumbas, porque Jesucristo fue el primero de los hombres que venció la muerte y resucitó en cuerpo y alma. No permitió que nadie lo tocara hasta no llegar al cielo, porque todavía no estaba ante la presencia de su Padre. Después de ascender, el poder del Espíritu fue derramado sobre los Apóstoles, porque ya habían sido santificados en presencia de Cristo, cuando les dijo: “Y Yo rogaré al Padre, para que os de otro Consolador, que esté con vosotros siempre, “al Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve, ni lo conoce. Pero vosotros lo conocéis, porque está con vosotros, y estará en vosotros. “No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros”. “Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis. Y porque Yo vivo, vosotros también viviréis”.

El hombre no puede recibir ni hacer nada por sí mismo, que no le sea dado del cielo, porque somos guiados por el Espíritu. Así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecamos. Antes de que fuera revelada la ley de Dios, el pecado ya existía en el mundo, porque el pecado no se atribuye cuando no hay Ley. Jesucristo vivió dentro de la Ley y nunca pecó, conoció la muerte y la venció. En los tres días que estuvo en el sepulcro pasó de ser el Hijo del Hombre a Santo, resucitando al tercer día tal y como estaba escrito. Durante su ascensión al cielo rápidamente desapareció entre las nubes y los apóstoles lo perdieron de vista. De esta misma forma volverá antes de que lleguemos al 2017. El proceso de beatificación de una persona consta de cuatro pasos (4 significa el pecado y representa a Satanás). Primero al fallecido se le considera siervo de Dios, el segundo Venerable, el tercero beato, y  el cuarto Santo.

Cuando una persona es muy apegada a las creencias religiosas, también es llamado (a) beato, pero estas prácticas solo las realiza el Vaticano con los papas a la cabeza, a quienes muchos cristianos los consideran santos. El Vaticano es que se encarga de estudiar los milagros y virtudes del beato. Se le concede la beatificación a una persona que haya fallecido con fama de santidad. Si tomamos esto en cuenta, entonces: ¿Por qué no le pedimos milagros a Enoc, que caminó con Dios por 300 años y fue ascendido al cielo en un torbellino sin ver la muerte?, ¿Por qué no le rogamos a Moises, que por mandato divino pudo extender su vara y abrir el Mar Rojo  y  por el Poder del Espíritu de Dios, el mar obedeció?, ¿Por qué no le oramos a Elías, José, Abrahan, Noé, David o Jacob?, hombres que fueron dirigidos desde el Trono celestial y mantenían una comunicación directa con Dios.

Jesucristo es el único que puede curar nuestras dolencias como lo hizo con los leprosos, los ciegos, los mudos, los paralíticos, y todo aquel que quiso ser sanado, porque confiaron y creyeron en Él. Es el único que puede transformarnos de corruptibles a incorruptibles. El Poder del Espíritu de Dios, es un misterio velado para los seguidores de Satanás, porque  estos siguen sus erradas interpretaciones. Satanás quiere convencer al mundo de que  tiene poder y de una u otra forma confunde las mentes de los que ya tiene atrapados para que sigan de su lado. En otras palabras, el diablo quiere convencernos con sus actos de bondad para que creamos en el hombre, y no en el Poder del Hijo del Hombre, que es  Jesucristo. Dios desecha a los idolatras, porque la idolatría es la adoración o actitud de obediencia, el servir y el hacer la voluntad de los hombres; es regir la vida en base a los dictados de un ser humano.

Muchos adoran la imagen de vida que dejó un difunto llamado cristiano, y es lo mismo que hizo Israel al adorar el Becerro de oro, y lo que hizo el Faraón con la estatua de su ídolo, para que le devolviera la vida a su primogénito. La adoración verdadera a Dios debe reflejar nuestro carácter y nuestra forma de vivir, practicando lo que es justo y recto. El único Santo es Dios, y sólo a El debemos obedecer, adorar y servir. La idolatría trae corrupción, porque nos desviamos del camino, lo que se traduce en egoísmo, mentiras, falta de piedad, honradez y compasión en la relaciones con el prójimo. El camino a Cristo significa llevar una vida en concordancia con la voluntad divina. Revela que tenemos conocimiento de Dios, y si desechamos este conocimiento o caemos en prácticas que no han sido autorizadas por Dios, estaríamos demostrando que olvidamos la Ley o desconocemos los Mandamientos, además de rehusar obedecer al Hijo.

El que es de la tierra es terrenal, y habla cosas terrenales. El que vino del cielo está sobre todos nosotros, porque habló las Palabras de Dios, tiene autoridad del Padre, y su Espíritu no tiene medida.  La santificación es otorgada por Dios, y  está muy lejos de ser una actividad o un  evento de solemnidad religiosa de la tierra. Es una de las funciones del Espíritu Santo, y como es un Espíritu, no puede hablar ni estar presente físicamente en un acto terrenal, pero ve y escucha todo, lo que no puede hacer el que ya falleció aunque sea declarado santo. Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre, Jesucristo que está en el Trono celestial. La santificación de los justos se realizará en un abrir y cerrar de ojos, cuando los muertos escuchen la voz de Dios y se levanten de sus tumbas, y los vivos que se hayan mantenido fieles al Señor sean transformados para ascender al cielo. Dice la Palabra de Dios, que este acontecimiento todo ojo lo verá.

Si la Iglesia católica tiene el poder de Dios para canonizar a las personas, deberían santificar y rendirle culto a todos los Apóstoles, especialmente al  Apóstol Pedro que murió martirizado en roma; sin embargo, Pedro es considerado el primer papa de roma, y los apóstoles solamente son tomados como referencias Bíblicas. Pedro no ha sido canonizado, a pesar de que murió como un mártir. Es considerado  la roca para la edificación de la Iglesia católica, pero la roca, no era Pedro; la roca es el mismo Jesucristo, que por las virtudes de Pedro, fue escogido como ejemplo para los que decidieran servirles a Dios y a su iglesia, para ser testigos fieles de Jesucristo como lo hizo Pedro.

Cristo representa la Piedra viva de su Iglesia, no una simple piedra de la tierra en la que se construye un edificio; es una roca espiritual, imposible de romper, por eso la Iglesia de los verdaderos cristianos tendrá un remanente de los fieles hijos de Dios que fueron llamados para anunciar las virtudes de Jesús, que nos sacó de las tinieblas y trajo luz de la verdad. Han sido hombres edificados en una casa espiritual, en un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por medio de Jesucristo. Por eso dice la Escritura: “Pongo en Sión la principal Piedra del ángulo, elegida preciosa. El que crea en ella no será defraudado”. Para el creyente Jesucristo es sagrado, pero para los incrédulos que han desechado esta Piedra, significa piedra de tropiezo y escándalo, porque desobedecen la Palabra de Dios y actúan en contra de la Ley celestial.

Desde el año 1234 se reservó oficialmente al papado el derecho de canonización. El proceso de beatificación puede realizarse por causas de martirio, si el beato sufrió martirio por causa de su fe. Las mayorías de las beatificaciones conocidas son realizadas por virtudes heroicas de la persona fallecida y siempre pertenecen a la Iglesia católica, apostólica y romana. Para canonizar a una persona, el obispo del lugar donde vivió el fallecido, debe documentar la vida del beato y tener testigos, para que el Sumo Pontífice proceda a realizar las beatificaciones, que no es más que la llamada: “Congregación para la Causa de los Santos”, aprobada y ratificada por Juan Pablo II, el 7 de febrero de 1983, donde se debe probar que el beato realizó un milagro o dos. Una vez canonizado, o declarado santo, se inscribe su nombre en una lista de los santos reconocidos por el papa. Este acto se realiza mediante una solemne declaración papal de que el santo con toda certeza, porque así lo expresa el papa, está ante la presencia de Dios; por consiguiente, el creyente puede rezar confiado que el santo puede interceder a su favor ante Dios, y este le concederá el milagro que le pida.

Todas estas son estrategias político-religiosa de roma  para justificar los decretos papales y mantener la credibilidad de su iglesia en base a mentiras inventadas por el hombre. El 14 de diciembre de 1771 el papa Clemente XIV beatificó a los Mártires de Otranto, y el 6 de julio de 2007, Benedicto XVI aprobó el decreto donde se reconocía que estas personas habían sido asesinadas por su fidelidad a Cristo. Estos llamados mártires, fueron 813 personas, habitantes de la ciudad Salentina de Otranto en el sur de Italia, asesinados el 14 de agosto de 1480, cuando fueron invadidos por hombres del imperio turco otomanos, los que habían surgidos de Asia Menor, y eran seguidores del Islam. El Vaticano le ha dicho al mundo que estas personas murieron como mártires. Aunque se trató de una gran tragedia,  a este hecho  se le ha dado un carácter de fe cristiana, porque en esa época el cristianismo estaba muy arraigado en Europa, y porque en esta masacre falleció entre los conocidos el obispo Stefano Pendinelli, y el sastre Antonio Primaldo, los demás no se mencionan, porque nadie sabe quiénes eran.

La realidad es que Otranto era un centro marítimo muy importante, porque en su activo puerto se realizaban las exportaciones de  las producciones de tejidos, y esta ciudad estaba especializada en la industria del tinte, mediante el uso de la púrpura, color muy usado en las vestimentas eclesiásticas. Debido a la importancia de su puerto, su ubicación constituía un nexo de unión entre Oriente y Occidente, y era un punto clave de intercambio comercial, además de que también era un punto de partida hacia Grecia, uno de los primeros lugares de interés del poder de roma. Otranto fue muy codiciada en la antigüedad por roma y por otros reinos, como el Ostrogodo y el Bizantino. Roma siempre había querido tener el control absoluto de sus territorios, porque el Mar Adriático conecta con el Mar Jónico, y corresponde a la ubicación geográfica de roma y la península Itálica. La ambición de Roma por el poder y control del mundo, con la excusa del cristianismo, ha hecho posible que en la actualidad sea el único país en el mundo con dos estados: el  Estado Romano y el Estado Pontificio del Vaticano.

Clemente XIV, fue el papa número 249, egresado de uno de los colegios jesuitas, y fue elegido papa en 1769. Sin ser obispo, fue ordenado cardenal, y su elección como papa se debió a que diversas monarquías del mundo, esperaban  que este papa disolviera la Compañía de Jesús, ya que el anterior papa se había negado hacerlo. El 21 de julio de 1773 promulgó la bula “Dominus ac Redemptor”, mediante la cual quedaba disuelta la Compañía de Jesús. De inmediato el Vaticano, fue recompensado con la devolución de los territorios que estaban ocupados por Francia y Nápoles, por los monarcas franceses y españoles. Faltando solo un día y un mes para cumplirse un año de esta disolución, Clemente murió supuestamente de indigestión el 22 de septiembre de 1774, aunque se cree fue víctima de envenenamiento.

Los mártires de Otranto fueron canonizados por un jesuita, el papa Francisco I, el 12 de mayo de 2013, junto a la santa colombiana Laura Montoya, y la nueva santa mexicana Guadalupe García. Roma aprovecha la ocasión, para disipar levemente la ola de maldad, violencia y alto índice de criminalidad  de ambos países, durmiendo a la humanidad con la elección de dos santos, para que mediante los rezos de sus feligreses, los huesos secos de ambas, hagan un milagro y traigan paz al mundo, cuando no existe ninguna paz. Sería un milagro que pondría en duda la Palabra de Dios que es absolutamente fiel, porque vivimos al final del tiempo desprotegidos de la Misericordia Divina por el aumento constante del pecado en el mundo.

Se espera que a finales del 2013, Francisco I, también declare santos a Juan Pablo II y Juan XXIII, que aunque están embalsamados, su espiritualidad y santidad no les permiten levantar sus cuerpos de la muerte. El cuerpo de Juan Pablo II, fue exhumado para su beatificación el 29 de abril de 2011, y aunque todavía no despierta porque no lo puede hacer por sí solo como lo hizo Jesús, despertará ante el mandato de Dios para ser juzgado por Nuestro Creador. Todos los papas que han existido en el mundo, tendrán que rendir cuenta por blasfemar la Palabra de Dios al asegurar que tienen poder de perdonar los pecados, y por usurpar el Nombre de Jesucristo. Además,  por el delito imperdonable de tratar de cambiar lo que Dios santificó y que sigue siendo el cuarto Mandamiento. El sábado, Su Santo día de reposo que el Vaticano tuvo la osadía de cambiar por el domingo. No nos engañemos, no existen los santos de la tierra, porque a todos los que Cristo santificó por Él mismo, ya están en el cielo y los veremos si somos salvos mediante la fe, y a través del Espíritu de Dios si somos obedientes a Sus Mandamientos. El arrepentimiento es el único medio por el cual podemos alcanzar la salvación, y si somos salvados, la santificación. El Santuario celestial está lleno de la Majestad de Dios y de Su poder. Y nadie puede entrar en el hasta que se cumplan las siete plagas de los sietes ángeles que están anunciadas y reservadas para el fin. Todavía al mundo le falta vivir lo más terrible, la ira de Dios. La Palabra del Señor ha sido anunciada y permanecerá hasta que sea cumplida. Humillémonos bajo la mano poderosa de Dios, para que Él nos exalte a su debido tiempo!.

 

 

viernes, 12 de julio de 2013

LA VERDADERA LIBERTAD



El 4 de Julio de 2013, muchas  personas celebraron la Independencia de Estados Unidos. Un día histórico, porque se recuerda la firma de la Declaración de independencia. La independencia proclama dos principios básicos sobre los derechos fundamentales de todo ser humano, que son: libertad e igualdad. Para obtener esta victoria, Estados Unidos libró  una gran batalla en una guerra con Gran Bretaña, lo que fue muy difícil para el pueblo estadounidense durante los tres primeros años. Con la ayuda de los franceses, españoles, y bajo la conducción del primer presidente de esta nación, George Washington, se logró derrotar en 1777 a su antigua metrópoli en Saratoga, y en 1781 a Yorktown. Dos años más tarde se firmó el Tratado de Paris, en el que Gran Bretaña reconocía la independencia de Estados Unidos. Esta Declaración tuvo como testigo al Juez Supremo del Universo, Dios, y ante El, por medio del Espíritu se renunció a la fidelidad de la corona británica para poner toda la confianza  y fe de esta nación en la protección divina, para que en un futuro que ya no está muy lejos, pudiéramos recibir la corona Celestial.

Los principales firmantes de esta declaración fueron: John Hancock, Thomas Jefferson, John Adams (segundo presidente de Estados Unidos), Edward Rutledge, y Benjamín Franklin. Desde entonces, ha pasado mucho tiempo y  estos hombres que hicieron un compromiso ante Dios, están muertos y no se recuerda lo pactado. Actualmente se están violando los derechos fundamentales de los seres humanos y no podemos sentirnos libres. La libertad, es un concepto abstracto difícil de explicar, porque esta condicionada  a la forma de actuar en conformidad con los valores universales que constituyen la verdad  y el bien, lo que garantiza el respeto por la libertad individual, tristemente estas dos virtudes ya no se practican. La libertad en el mundo, no nos brinda la posibilidad de mantener vigentes nuestros principios morales y éticos, sin romper con las barreras invisibles de las Leyes de Dios, porque los derechos y privilegios de los seres humanos que brinda el mundo, solo protegen a los que participan  o ejercen una vida pública como son los gobernantes,  personas famosas, y los que ocupan una posición alta dentro de la sociedad, y son gobernados por el dinero.
La libertad que Dios nos brinda es mucho más exigente, porque para obtenerla se necesita una obediencia cabal a la Ley de Dios. Se necesita hablar y obrar de la misma forma que hemos de ser juzgados por la Ley de la libertad divina. Dios nos juzga con misericordia, pero un juicio sin misericordia se hará con el que no hace misericordia, y la misericordia triunfará sobre el juicio. Dios dice que el que guarda toda la Ley, pero ofende en un solo punto, es culpable de todo. Quien vive sometido a la voluntad de otro, no puede sentirse libre, y vivimos bajo la autoridad del poder de Satanás, y por esta razón el hombre se miente a sí mismo y es incapaz de hacer el bien y proclamar la verdad. La justicia solo es manejada por los hombres que practican las leyes terrenales y por eso siempre son fallidas. La justicia Divina es infalible y al final será por la que todos seremos juzgados y a través de ella recibiremos la verdadera libertad y nuestra total independencia.

Estados Unidos celebró el 4 de julio 237 años  de independencia, pero la cuenta es regresiva y volverá al 1776, año en que se firmó esta declaración. El Espíritu de Dios me reveló que Cristo vendrá antes del 2017, pero si a partir de ahora logramos llegar a ese año, habrán pasado 4 años, y entonces se cumplirán 241 años de independencia y esto sería: 2017-241=1776, lo que significa que la Palabra de Dios se cumplirá antes de 2017. Si sumamos 1776 entre sí, el resultado es igual a 21 y sumados es igual a 3. La batalla de Estados Unidos con Gran Bretaña duró tres años antes de lograr su independencia, y tres (3), es el número que representa al Espíritu Santo. 21 equivale a tres semanas, igual a 777. El número siete (y no es numerología), representa a Cristo y representa la Creación, es un número sagrado que Dios santificó, porque fue el único día de la semana que el Señor escogió como el cuarto  Mandamiento de Su Ley, y que el hombre ha violado desde los tiempos del Emperador romano Constantino. Luego los papas han apoyado y seguido esta tradición, dejando escondida la verdad que conduce al recto camino. Prometiendo paz y libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción del mundo.

Apocalipsis 13:18, habla claramente del 666, dice que es número de hombre, número de nombre y marca de la bestia. Todos sabemos que este número representa el papado y la iglesia católica. Cuando Cristo venga, el 666 pasará a ser 777. Jesucristo vino una vez al mundo y el primer 6 fue eliminado, porque el Hijo del Hombre murió, y fue el primero en la resurrección de los hombres. De los dos 6 restantes, uno será eliminado en la segunda venida de Cristo, y el último, después de los mil años, cuando los perdidos recibirán la condenación eterna y la tierra sea renovada. Y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasarán. No tendremos que seguir celebrando la independencia y libertad de las naciones, porque todos los salvados serán libres. El único día que se seguirá santificando y guardando hasta la eternidad será el sábado, porque es un pacto perpetuo que hizo Dios.

Tenemos que estar atentos a los mensajes que Dios envía en estos tiempos. El accidente de la línea aérea Asiana, que sucedió en San Francisco California, es un mensaje de muerte, porque las casualidades y/o coincidencias no existen. Este avión se accidentó el sábado  7/7/2013= a 776. El avión tenía 7 años de fabricado. El número de vuelo era el 214, sumado igual a 7. El personal de tripulación eran 16 personas, sumados es igual a 7. Entre los pasajeros viajaban 77 surcoreanos, 141 chinos, 1 japonés y 61 norteamericanos, lo que en total serian 280 que sumados entre si es igual 10. Lo más impactante es que una de las alas del avión estaba marcada: HL 7742, lo que sería: 776, que sumados es igual a 20. El número 2 es la muerte y el número 0 es la hora en que el Señor vendrá, desconocida para todos, pero es una muerte anunciada para los impíos e incrédulos. El sábado 7 de julio, también ocurrió un accidente ferroviario donde se descarriló y explotó un tren cargado con petróleo en Lac-Megantic, a unos 208 kms. al este de Montreal, en la provincia canadiense de Quebec, dejando un saldo de varios muertos y desaparecidos.

Una de las revelaciones recibidas del Espíritu de Dios fue que cuando la suma del pecado llegue al número 10, Cristo vendrá, y me aseguró que esto sucederá antes del 2017. La suma de ese año también es igual a 10. De las 307 personas a bordo (sumadas 10), solo fallecieron dos jóvenes de 16 y 17 años de edad, y 40 quedaron en estado crítico. El número 4 es el pecado, el número 1 es Dios,  el numero 6 identifica al hombre, y el 8 significa la suma del pecado. Nada de lo que aquí escribo lo investigue o lo descubrí por mí misma. Todo me fue mostrado por el poder del Espíritu Santo, el cual estuvo en mí  y se retiró, el  21 de abril  2012, que también fue sábado. Todo hombre es dirigido por una fuerza superior a su propio espíritu y está obligado a servir a su amo. El hombre de bien es conducido a actuar correctamente, pero el hombre de perdición obedece al espíritu de maldad.

Falta poco tiempo para recibir la libertad absoluta, porque los hijos de Dios ya han sido disciplinados y han hecho uso de la facultad natural con las que Dios nos creó, para decidir individualmente a quien seguir y sentirnos realizados en la vía de la salvación. Los justos han sido conducidos a obrar correctamente a lo largo de su vida, por la voluntad de Dios y a través de la Gracia Redentora que ha derramado el poder del Espíritu Santo. Los impíos no le dan importancia a los mensajes celestiales, porque no pueden entenderlos. Esperemos con paciencia la llegada de la verdad, para que seamos totalmente libres como el viento. El mes de julio, no es el séptimo mes como figura en el calendario Gregoriano vigente en nuestros tiempos,  que también es llamado así en honor al papa Gregorio XIII. Este mes lleva ese nombre en honor a Julio Cesar, emperador romano de la antigüedad. Debemos estar atentos para no ser engañados por la astucia de Satanás. Es hora de levantarnos del sueño y abrir los ojos. Ojalá que muchos puedan despertar a tiempo!.