jueves, 23 de febrero de 2012

MI EXPERIENCIA CON JESUS "TESTIMONIO"



                         (Este artículo fue modificado el 14 de enero, 2014)

 A través de este testimonio, quiero rendirle un reconocimiento público a mi Creador Dios, el verdadero autor de esta historia, porque si él no me hubiera dado la vida, yo no tendría historia. Quiero rendir honor a ese personaje divino que es mi Padre Celestial, porque por su infinito amor me trajo al mundo; un amor sometido a toda prueba. Sólo Cristo puede ofrecerlo porque es divino y baja del cielo. Ningún ser humano puede igualarlo. Gracias Padre por amarme tanto!.

Para aquellos que no me conocen, mi nombre es Elida Pérez, me considero una persona muy tímida. Soy tartamuda y no me gusta hablar en público porque me pongo muy nerviosa  y se nota más mi tartamudez. Por la forma en que fui criada me convertí en una persona introvertida pero con muy alta autoestima  y con una clara idea de mis perspectivas en la vida, que hoy entiendo  siempre fueron dirigidas por las manos de Dios, porque todas mis metas han sido logradas, lo que hace sentirme una mujer realizada, aunque en aquel entonces atribuí mis logros  a mí misma. Desde  mi niñez y hasta la adolescencia  me incliné por el arte, el canto, la música, el baile, la pintura  y la actuación; todas truncadas. Pero luego  descubrí que tenía destreza en  la escritura. Este fue mi gran desahogo y escribí varias canciones y poemas que nunca pasaron de mis cuadernos y hasta tuve la oportunidad ya en mi vida profesional, de escribir un libreto para una comedia en la que también actué.

En la actualidad estoy casada, y soy madre de tres maravillosos hijos  que el Señor Jesús con su infinito amor me regaló. Todos en mi familia hemos recibido a Jesucristo como nuestro Salvador y puedo decir sin temor a equivocarme que en nuestro hogar, el Rey es Jesucristo. Pero en mi vida pasada las cosas no siempre fueron así, fue todo lo contrario. Hoy entiendo el verdadero propósito y la misión que Dios tenia para mí, y cómo Jesucristo fue guiando mi vida desde que nací hasta que finalmente lo conocí.

Vengo de un hogar donde desde mi niñez y hasta que tuve uso de razón viví encarcelada  y privada de toda libertad, donde no se me permitía ni siquiera abrir la boca para expresar una opinión, se violaron todos mis derechos. Fui víctima de todo tipo de abusos: físico, verbal y emocional, sometida a un régimen  militar donde reinaba la esclavitud y la violencia. Siempre tuve que ejecutar las órdenes de los demás, y lo único que podía hacer por mí misma era respirar y pensar. Mi  tiempo libre era cuando dormía, pero también estaba controlado. Cualquier sentimiento positivo o negativo tenía que esconderlo. Reír, llorar, enfermarme o  mostrar hambre, eran actos incomprendidos. En resumen todo estaba prohibido. 

En mi memoria no tengo registrado un solo beso de mis padres, ni una caricia, ni un abrazo. Mis oídos nunca escucharon un "te quiero", ni una sola palabra afectiva. Por más que lo intento no puedo recordar  un solo gesto  de mis padres, donde me mostraran amor. Finalmente descubrí que en todo momento  el amor de mi Padre Celestial nunca me faltó y que él tenía una misión muy importante que yo tenía que cumplir antes de partir de este mundo.

Siempre notaba que mis padres no me querían. A la edad de 16 años  y cursando el bachillerato o High School, por primera vez me dejaron salir de la casa para asistir a un retiro espiritual en las afueras de la ciudad,  (por una semana). Durante mi estadía en ese lugar, sentí tanta paz que recuerdo una noche me arrodillé y pedí a Dios morir antes de que terminara la  semana, no quería  regresar a la casa. Me acosté con la absoluta certeza de que no vería el día siguiente. Con el pensamiento me despedí de todo el mundo y sentí que Dios me había escuchado. Me entregué a la muerte. Pero cuál fue mi sorpresa cuando desperté?, estaba viva, no morí. Esto me produjo una profunda tristeza que no me permitía dejar de llorar. Dios rechazó mi ofrecimiento, no me quería en el cielo, y tenía que  seguir en la tierra aún en contra de mi voluntad.

Cuando salí de mi habitación, me encontré en el pasillo con el sacerdote que estaba dirigiendo el retiro. Este señor se me acercó y me preguntó por qué estaba llorando, que si quería contárselo; pero yo no dejaba de llorar y tampoco podía emitir ninguna palabra. Entonces él me dijo algo que gravé en mi memoria. Me dijo que en Dios yo tenía un amigo,  que confiara en él, que le dijera lo que me sucedía y le llevara todos mis problemas; pero que siempre hiciera su voluntad y no la mía. Esto me tranquilizó y practiqué este consejo  por mucho  tiempo.  Comencé a recibir respuesta a todas mis preguntas.

Poco tiempo después descubrí por mí misma  que las personas que me estaban criando no eran mis padres biológicos  y que mi vida  estaba llena de secretos y engaños, pero Dios había estado preparando mi corazón para que ese descubrimiento no me afectara y no dejara en mi ninguna secuela, porque cuando supe entre otras cosas, que mis padres biológicos me habían regalado y tuve la oportunidad de conocerlos, no me impacté, y mis sentimientos permanecieron inalterables.

Mis padres adoptivos fallecieron ya siendo yo adulta, y los cuidé hasta sus últimos días. Nunca les di a entender  que yo sabía que no era su hija. Este fue un tema del que nunca se habló. No cambié mi  actitud, nunca me rebelé contra ellos, ni les falte el respeto. Siempre me preguntaba por qué no podía sentir  rencor, odio o resentimiento por ellos, a pesar de que  me habían maltratado tanto. Nunca perdí la confianza en Dios, pero todavía no entendía la razón de mi existencia, ni el por qué me tocó vivir así, sintiéndome rechazada por todos.

En 1976 estando en la Universidad, tuve una compañera de clases  con la cual hice una gran amistad. Durante nuestras conversaciones, un día  me dijo que ella y  toda su familia eran adventista del 7mo.dia.  Yo le pregunté qué era eso, nunca había escuchado esa religión. Ella me explicó que era un movimiento cristiano donde se guardaba el sábado como reposo del Señor, no consumían carne de cerdo y estudiaban  la Biblia. Pensé, aunque no se lo dije, que ella no estaba bien de su mente. Yo nunca había tenido una Biblia en las manos, además no conocía  a nadie más con esas creencias. Siempre rechacé a todas las personas que veía con la Biblia, los consideraba fanáticos religiosos. Jamás volvimos a tocar el tema, a pesar de que la amistad continuó.

En el  2001 y por medio de una fotografía, conocí al que sería mi cuarto esposo  e iniciamos una relación sentimental, luego me dijo que era adventista. Siempre me mencionaba pasajes de La Biblia, me habló del diezmo y de guardar el sábado. Eso no era interesante para mí y pronto pensé que me había encontrado con otro fanático religioso. A pesar de eso aceptaba acompañarlo a la iglesia los sábados, porque cuando estaba en su compañía  me sentía en paz. Para él, eso se hizo costumbre, a mí me resultaba tedioso. Para colmo, siempre nos veíamos los sábados porque era el día que tenía libre en mi trabajo, pero el único paseo era ir a la iglesia a escuchar un sermón que yo no entendía, y luego almorzar con su familia o en la iglesia, lo que para mí era muy aburrido.

Nuestras diferencias religiosas terminaron por separarnos, simplemente yo no admitía que estaba equivocada y un día este tema fue motivo de discusión y cortamos toda comunicación. Meses después el volvió a buscarme y nos reconciliamospero yo le  puse la condición de que no me obligara a acompañarlo a la iglesia, ni me hablara de su religión. El aceptó el trato y me dijo que el Espíritu Santo se encargaría de guiarme a la verdad. Por supuesto,  no le creí.

En el 2003 nos casamos, y en el 2005 vinimos a residir a la Florida. Conseguí un trabajo que sin pedirlo, también tenía libre el sábado, por lo que no podía darle excusas para no ir a la iglesia. Comencé a aceptar de malas ganas  sus creencias; algunas veces  lo acompañaba a la iglesia  solo para complacerlo. Se me hacía sumamente pesado, yo no tenía esa costumbre, me costaba renunciar a lo que yo siempre había creído y no me gustaba orar. Recuerdo que en una ocasión estando en la iglesia,  hice una petición a Dios sobre algo que yo no había podido resolver y le prometí a cambio, que me bautizaría si me lo concedía. Su respuesta fue inmediata, las cosas se dieron exactamente como las pedí, de forma tan clara que me asusté. Ahora  el problema era mayor, porque entendí la magnitud del compromiso que había hecho y no me decidía a cumplir la promesa, por lo que siempre la postergué.

En el 2010 asistí a una campaña evangelistica, y cuando el Pastor hizo el llamado para que pasaran al frente los que se sentían tocados por el Espíritu Santo, sentí un impulso, y fui la primera en pasar al frente para aceptar al Señor. En un instante, el Espíritu de Dios retiró la venda de mis ojos, destapó mis oídos, doblegó mi voluntad  y sensibilizó mi corazón. Di el paso más importante de mi vida, que jamás pensé que daría a pesar de que lo había prometido. Entregué sin reservas mi vida a Cristo como ya  lo habían hecho antes mis dos hijos mayores.  El 31 de  julio del 2010 mi vida cambio para siempre, porque no solo comprendí la razón de mi existencia, de que fui concebida  mediante  un acto de amor y que por amor estaba siendo salvada,  también lo sentí en mi corazón. Ese mismo día, Dios comenzó a bendecirme porque mi hijo menor, que estaba renuente al bautismo,  tomó también la decisión, y junto a mi esposo, que  lo hizo de nuevo para apoyarnos, los tres fuimos bautizados.

Recuerdo que durante el bautismo, el Pastor de la iglesia que había estado detrás de mí para que me bautizara, señalándome, dijo que mi decisión había sido un milagro. Quizás el nunca entienda cuánta razón tenía al decir esas palabras, porque por mucho tiempo corrí y me escondí  de la verdad,  hasta que el Señor finalmente me alcanzó, para liberarme de la cárcel y ofrecerme la libertad absoluta que solo da el Espíritu de Dios, y que garantiza la vida eterna. Desde entonces me siento libre, son innumerables las bendiciones que he recibido. Hablo todos los días con mi Padre, a cada hora y en todo lugar, siempre está disponible. Lo llevo donde quiera que voy, porque vive en todos mis pensamientos y en mi corazón. Nuestra relación es tan íntima  y perfecta  que solo puede venir de un ser divino.

Todos los seres humanos hemos padecido en algún momento de nuestras vidas, de las enfermedades del Alma; el único órgano que está en nuestro cuerpo y que no puede  ser examinado por ningún doctor ni someterlo a cirugía, porque es abstracto y regresa a su creador.  Pero tenemos el medicamento mágico y perfecto que cura todo. Se llama AMOR DE DIOS. La ciencia humana jamás podrá descifrar sus componentes, su creador tiene la formula, pero está al alcance de todos. No tiene marca de laboratorio, ninguna farmacia lo vende. No se puede inventar en la casa, es de fabricación celestial. No tiene restricción, está indicado para personas de todas las edades, sexo, color, clase social  y  religión.

No tiene efectos secundarios ni produce reacción alérgica. No trae instrucciones de cómo administrarlo, el Espíritu Santo las escribe en el corazón para que no se olviden. Nunca se agota, su almacén es del tamaño del cielo. No tiene fecha de vencimiento, nunca nadie lo ha devuelto porque este expirado o lo haya recibido en mal estado. Es genuino, no se  puede imitar ni falsificar. Es único, no tiene competencia. Ningún médico lo puede prescribir, pero la receta está escrita en todos los idiomas.  Tiene sello de garantía, promete la vida eterna.  Es adictivo y contagioso; una vez que lo prueba no puedes vivir sin él y desea darlo a conocer a todo el mundo. No tiene ningún costo, se le regala a quien lo pide  y se da en abundancia para que nunca falte.

En el 2012, después de escribir mi primer libro titulado: “Condenados por la amistad” (mi biografía), recibí el mayor de los regalos que Dios tenia para mí. Durante 21 días, en el mes de abril, estuve recibiendo mensajes del Señor. Me habló de mi vida pasada. Seleccionó el sábado 21 de abril de ese mismo año para que a través de él, yo hablara en la iglesia. Me habló de algunas personas en particular, y me informó que su segunda venida será hacia o antes del 2017. Lamentablemente estas son cosas inexplicables e increibles para el hombre, y se me impidió dar el mensaje, por lo que continué escribiendo, y actualmente tengo cinco libros publicados, donde narro con más detalles mi experiencia con Jesús.

Desde entonces he tenido muchas pruebas. Muchas cosas han cambiado. Mi esposo me abandonó porque estoy dedicada a escribir para el Señor, y no estaba aportando según él, ninguna ayuda económica para el hogar. A pesar de que me sentí dolida por su abandono, comprendí que en verdad él no ama a Dios, como dice. Él fue el instrumento que Dios escogió para que yo encontrara el camino a Cristo, y cuando lo encontré, se opuso a que yo desarrollara la misión que el Señor me había dado. En conclusión, puedo decir que Dios conoce el corazón de todos sus hijos y sabe quién en verdad le es fiel.

Mi vida ha cambiado para bien, porque el amor de mi Padre celestial me sostiene, nunca me ha abandonado, siempre suple todas mis necesidades y no hay poder humano que lo pueda desplazar. Oro por mi esposo para que Dios lo ayude a encontrar el camino correcto de la salvación, y para que entienda que en el mundo todo es pasajero. Que el amor a Dios es lo único que perdura, y sin él, aunque tengamos dinero, somos pobres y estamos desnudos ante su presencia.

A ti, que estás leyendo este testimonio te exhorto a que si todavía no le has entregado tu vida a Jesucristo, lo hagas con urgencia. Estamos en  ALERTA ROJA. Pronto se cerraran las puertas del cielo, no se podrán hacer más peticiones, no espere por nadie, la salvación es individual. Es el único patrimonio que no se puede transferir o heredar, no dejes padecer  tu alma por falta del medicamento, recuerda es GRATIS. No te arriesgue a que se pierda. Que no te tome desapercibido (a), en cualquier momento su dueño la puede reclamar por lo que no es bueno hacer planes a largo plazo. No la encarcele ni obstruya para que pueda volar libre a su creador. No vivas en la mentira, la verdad siempre ha estado a la luz. No olvides que nada de lo que tienes te pertenece, ni siquiera la vida.

Solamente cuando  conoces el amor de Dios, podrás  experimentar la "libertad" en toda la extensión de la palabra, la libertad que  da el  Espíritu de Dios, no el hombre. Tener el amor de Dios en tu vida es una experiencia indescriptible y única, tienes que vivirla. No te pierdas  de ese privilegio, búscalo o permite que alguien te muestre el camino correcto para obtenerlo.  Hay muchas personas como yo que  desean  hacerlo. Cuando lo encuentre, no te resista, es como el viento; tu no lo puedes ver pero te toca. Se fiel obedeciendo toda su ley.  Responde al llamado de Dios, y él se encargará de transformarte.

El  hombre  fue creado por un ser infalible. Podemos hacer uso del tacto, el olfato, el gusto, los ojos y los oídos. La ciencia los ha clasificado como sentidos especiales que con el paso del tiempo se van deteriorando. De hecho son considerados  desordenes comunes de la  vejez. Dios con su infinita sabiduría nos permitió  alcanzar  en este mundo una visión limitada. Cuando logramos enfocar objetos a la distancia  por medio del optómetro y el resultado es 20/20, nuestra visión es considerada perfecta. Pero que maravilloso es saber que cuando Cristo vive en nosotros, por medio de la imaginación nos permite alcanzar una visión de 100/100  para que lo miremos a él y todo lo que tendremos en nuestra nueva vida, agudiza nuestros oídos para que podamos escuchar su voz, podemos saborear su dulzura y sentirlo en nuestros  corazones. La mente entra en un éxtasis del cual no quisiera salir, entonces es cuando comprende por qué tenemos sentidos especiales.

Hoy tengo nuevas perspectivas depositadas en las manos de Dios, sin lugar a dudas  voy a lograrlas y las veré  realizadas en mi hogar definitivo, cuando  llegue al Reino de los Cielos!....Cristo viene muy pronto!.

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