Esto ha dicho
el Señor de los Cielos a todos los hombres: “Un día vendrá cuando el Mensajero será
entronizado, cuando el Puro será Coronado con mitras, y cuando los justos escogerán
sus propios palacios. El Elegido habitará en medio de ellos, como un Padre
habita con sus hijos. Bendito son los que confían en mi”.
El Señor ve
nuestras vidas diarias, y desde la creación del mundo, todos tenemos una cita
impostergable con Cristo. Ha sido señalado en el calendario divino un día, una
hora y un año, donde la esfera de la tierra cambiará transformándose en luz y
hermosura, para que los Hijos de Dios puedan mirar sobre ella con un nuevo extasiado
amanecer. Los justos con aspiraciones estelares habitarán en palacios de estrellas;
pero los inicuos, los seguidores de Satanás, no verán las esferas renovadas.
El Señor nos
ha revelado los estatutos que debemos cumplir para estar listos el día de la
cita, donde nos veremos cara a cara con Cristo, por lo que debemos examinar convenientemente
las verdades que han sido reveladas. Todos hemos nacido en un cuerpo de la
tierra, y a la tierra este cuerpo descenderá, dejando más allá de nosotros todo
lo que perece; solo llevaremos todo lo que es de los cielos. Lo que el hombre
de la tierra codicia, muere en él, esto desaparece y no es visto de nuevo.
Pero lo que los Hijos del Cielo han
cultivado, el día de la cita que se aproxima rápidamente, pasará con su espíritu
a la presencia de Dios.
Cuando llegue
la hora, los mares, las montañas, los bosques, las estrellas, el sol y la luna dejarán
de ser. Pero los hechos del hombre virtuoso nunca pasarán, y su belleza brillará
eternamente. Todos los que han blasfemado, hablando de Dios en lenguaje impío, serán
congregados en un territorio maldito, como ejemplo de justicia divina, porque así
como en la tierra el muerto es sepultado en tumbas, para ser separado de los
hombres vivos, así en el cielo, los inicuos son fétidos cadáveres, y están divididos
de los puros y vivos.
Dios nunca
cambia, y todas sus Promesas continuarán hasta el fin. Cuando llegue el día
Secreto de la cita, a los inicuos no les será posible remontarse a la luz, y
sus esencias vivientes no serán aniquiladas. Su naturaleza terrenal los arrastrará
hacia abajo, viviendo en la oscuridad del fango que siempre amaron y que
fabricaron para sí mismos. No podrán elevarse porque estarán cargados por sus
pecados, que cuelgan como plomo sobre sus almas. El hombre justo se elevará al
Sol, pero el injusto quedará por siempre atascado, hasta que llegue la destrucción
final de Satanás y sus seguidores. Esta es la Ordenanza Eterna, la Ordenanza de
la Naturaleza, Verdad y Justicia. La morada del impío no estará aquí para
siempre, no estarán encadenados por siempre en la oscuridad, porque después que
pasen mil años, hay una hora de liberación para todos, donde ellos saldrán y asumirán
formas; pasarán a esfera de vida donde su comportamiento hacia Dios no habrá cambiado,
y entonces vendrá la condenación eterna.
Dios es el
Supremo Ser, Inefable, el Todo Perfecto, la Fuente Auto existente de Toda
Existencia, que está sobre todas las cosas. Y la cita que tenemos con El, es
impostergable. Él es el Bueno, la Sabiduría, la Bondad, el Principio y Fin de
todos nosotros, por eso ha señalado un día para ejecutar su Justicia, porque Él
es el Gobernador Soberano del Universo.
El Juez todo-perfecto y todo-conocimiento, que allegas nuestra equidad al
gusano de la tierra. Antes de que llegue la hora de la cita, Cristo debe ser
nuestro guía y nuestro guardián. Así como es el Hijo del Padre, también es el
Padre común de todos nosotros. Perseveremos en el Señor para que podamos estar listos
a su Presencia. Para que podamos caminar por sus sendas, siempre aspirando
llegar a lo alto.
Quienes han desdeñado
los Mandamientos de Dios, y no han ascendido en el debido tiempo, se hunden todavía
más bajo, aun en una más baja profundidad, porque todos sus pensamientos fueron
carnales. Lo terrenal no puede vivir en los cielos, ni puede lo celestial
permanecer sobre la tierra. Por lo tanto el Señor es ofendido con este tipo de espíritu,
pasando a la esfera de la devastación. Allí permanecen en viento y oscuridad
hasta la consumación del Año Secreto. La sabiduría es el único esplendor, y
toda la necedad es oscuridad; y toda negación de la verdad es miseria.
La sabiduría descendió
una vez sobre la tierra, pero no encontró lugar donde pudiera habitar, su habitación
por lo tanto está en el cielo; en el Cielo de los Cielos. Ella salió en días de
antaño para habitar entre los hijos de los hombres, pero no encontró una raíz de
Árbol bajo la cual proteger su cabeza. Retornó de nuevo al cielo y se sentó
ante Dios. Él le dio un trono a su lado para que habitara con los ángeles de la
belleza. La necedad salió e iluminó sobre la tierra, en los días después que la
Sabiduría la dejó; ella encontró un lugar con los hijos de los mortales, y allí
permanece por siempre. Las cosas brillantes tienen su lugar en los cielos,
esperando la hora (0) para ser reveladas. Y las oscuras habitan en palacios
sobre la tierra. Así de opuestos son los Dioses de los hombres, por lo que
debemos elegir a quien buscar, si a la Sabiduría o a la necedad.
Reverenciar
al Santo Padre debe ser el primero de todos nuestros deberes, porque esto hace al
corazón puro, esto nos retiene de toda mala pasión. No debemos temer a nadie,
sino a aquel que no teme a Dios. Solamente en la virtud habita la sabiduría y
el rey de todos los tontos es el impío. Todo el que se adora a sí mismo, adora
el infierno, pero adorar al Supremo es el cielo. A pesar de que el inicuo está
en la oscuridad, para el hombre justo hay un asilo de luz, porque este no hace
homenaje a lo terrenal. Si tu espíritu no aspira más allá del polvo, el futuro será
como el polvo. Debemos estudiar para conocer a Dios, porque si no lo conocemos
no podemos conocernos a nosotros mismos.
El libro
donde están escritas las Supremas Leyes se abrirá, y todos los esplendores de
los Cielos de Dios, todos los poderes que están sobre los Cielos se darán a
conocer. Todos los vivientes e inteligencias puras, estarán alrededor de los
Tronos de Juicios. Entonces el Día de la Consumación de la Cita habrá arribado.
Las oraciones habrán sido escuchadas. La sangre de los justo no habrá sido
derramada en vano, y los invariables atributos de Dios pronunciarán la perdición
del opresor. Entonces se levantará la fuente de Justicia, la Fuente desde los
manantiales de Sabiduría, donde el sediento beberá y gozará del Conocimiento
Divino.
No podemos
detenernos en la esplendidez obscura de los atractivos de la tierra, porque
ellos atrapan al espíritu puro enredándolo para siempre en destrucción. Elevémonos
hacia el Cielo de Dios, al paraíso de belleza donde Dios habita, en donde ningún
engaño es encontrado, sino que todo es resplandecientemente amoroso. No
busquemos la oscuridad si queremos ser herederos del Cielo, sino apresurémonos a
buscar la siempre permanente luz. La que se irradia delante del Divino Padre,
el que nos da un espíritu de razón para que seamos libres de mundanidad y
pecado. Veneremos al Señor y caminemos en sus santas Leyes. Adoremos solamente
a Dios, porque es el único donde la Verdad permanece.
Si todos conociéramos
lo que viene después, podríamos retraernos con temor al pecado. Dios es un
reluciente espejo, en el que el Universo toma imagen, y las más pequeñas cosas
o el pecado de la humanidad, es reflejado allí en clara luz. Esperemos un poco y en corto tiempo
veremos todo como en un libro escrito, porque la hora que Dios ha designado será
revelada. El oro y la plata no servirán, ni una espada de hierro o bronce podrán
defendernos, ni cobre, ni ningún metal,
aun cuando el inicuo ponga sus esperanzas en esto. Preparémonos para el día de
la cita, donde lo mortal se cubrirá de inmortalidad, y lo corrupto de
incorruptibilidad. No esperes más para buscar a Cristo, porque la cita es
impostergable. Por lo tanto, meditemos prolongadamente sobre todo lo sagrado,
porque este será un encuentro que en su Alta Presencia deberíamos reverenciar,
y sentir una Solemne influencia con este hecho, que en cualquier momento puede
suceder para ver llegar al Emperador de la Tierra. Todo será consumado!.