(Basado en libro Apócrifo Enoc 3)
A través de
las sucesivas generaciones que ha tenido el Universo, el hacedor de la hechura
del mundo, ha tenido una gran paciencia con la raza humana, otorgándoles
grandes bendiciones a sus Hijos. Pero hay una gran variedad de obras realizadas
por el hombre, que no pasan desapercibidas ante los ojos de Dios. Algunos espíritus
de los cielos han transgredido, y cuando el orden de las cosas a través del Universo
haya envejecido, debilitado y decaído, los juicios de Dios caerán sobre los
hijos de la carne que están sobre la tierra. Los hijos del mal perecerán para
dar paso a una raza correcta, justa y pura. La esfera del Universo no quedará
solitaria, porque cuando todo sea hecho de nuevo, el bien establecerá su
posteridad para siempre. Dios dará a cada alma una recompensa equivalente a su
obra, y el que ahora está reinando en la tierra, no será un soberano en el
cielo. El que ha mendigado, no mendigará en el espíritu, porque todos seremos
iguales, y estaremos a un mismo nivel.
Tres órdenes
de vida hay en el Universo: Vida Celestial, Espiritual y Material. La vida
Celestial pertenece a los inquilinos del Cielo que habitan próximo a Dios. Pero
estos espíritus son puros y desprovistos de carne; ellos son de innumerables
rangos y grados, y de acuerdo a su belleza es su lugar, y de acuerdo a su perfección
es su belleza. Toda vida material es impura; sus estados y grados son sin
número, de acuerdo al temperamento del principio animante, y a la forma en que
desean desarrollarse. Espíritus que crecen impuros, con pensamientos inicuos
están incapacitados para vivir en el
éter de los Cielos; ellos caen directamente en el espacio como una piedra cae a
través del aire, hundiéndose a través de inmensas distancias en el caos. Y ansiosamente
desean tener algo tangible para salvarse de más degradación y de la agonía de
su eterno error.
Los espíritus
impuros desean tomar forma en armonía con su naturaleza, y construyen para sí
mismos cuerpos, movidos hacia eso por un instinto eterno que opera dentro de ellos
por Ley Universal. Así las razas de los hombres se forman a sí misma, habiendo
sido espíritus caídos preexistentes, quienes entran en la carne de forma sutil
e invisiblemente, y en el vientre entretejen para sí el cuerpo. De ahí, que sin
darnos cuenta el espíritu del mal se va multiplicando en la humanidad. Estos espíritus
usan el material a mano, fabricando órganos para si por instinto, y en la hora
elegida son nacidos en la forma que ellos mismos han formado, porque el hombre
no da vida al hombre, sino solo es el medio de desarrollar vida, y cada
espíritu que ahora vive de forma humana fue el escultor de su propio cuerpo y sus órganos.
La creación
de Dios es perfecta, por lo tanto El no hace al hombre mal formado
congénitamente, sino que estos espíritus, en su afán por el saber, fabrican
órganos que lo degradan y son imperfectos a causa de su inexperiencia y falta
de sabiduría. Los hombres de ninguna manera difieren de otras criaturas
vivientes, salvo solamente en la naturaleza de su espíritu; para algunos ellos
son inferiores, pero para otros superiores; pero el mismo principio de la vida
los anima a todos. Y toda vida es desarrollada en el mismo modo por el instinto
del espíritu entretejiendo a sí mismo una forma; como la araña forma una tela
que ningún hombre puede hacer, y como el caracol hace un caparazón que ninguna
mano puede imitar. Los espíritus que niegan a Dios caen en la más baja oscuridad,
y a pesar de que Dios es el amor Universal, el mal, en todos los lugares y en
todos los tiempos llega a ser el propio vengador sobre el cuerpo, el espíritu y
el alma de los rebeldes que desaparecen
de la esfera terrenal sin buscar el arrepentimiento.
Todos los
espíritus de las esferas sub-celestiales son invisibles hasta que ellos asumen
sus manifestaciones; ellos son eternas esencias y poderes que necesitan una
forma para ser su medio de desarrollo. Los dioses que brillan debajo de los
tronos, requieren un medio para hacer su brillo visible, y cada uno hace este
medio por sí mismo en exacta conformidad con su naturaleza. Así es con todos
los otros espíritus; quienes para que ellos puedan ser visibles y vivir en sus
círculos, deben poseer una forma adaptada, a esos círculos, y si ellos pierden
sus formas no pueden vivir más allí. Dios hace sus maravillosas obras a través
del medio denominado El Primer Nacido. Este es el espíritu de Dios que
eternamente renueva Todas las Cosas. Así como la vida del hombre es sostenida
siempre por el aire fresco y perece si no lo recibe, así almas y espíritus
perecen si la Verdad (que es su vida) no es renovada en ellos.
De la misma
manera que cuando el cuerpo del hombre falla y muere, no puede vivir más sobre
la tierra, sino que debe ir a otro lugar, así es como cada otro espíritu desarrollado
transmigra con las fallas de su forma, y estas formas cada uno las fabrica en
correspondencia con la naturaleza de sus deseos. Hay espíritus que asumen un desarrollo
puro y otros impuros, así como las labores para llevar a cabo sus anhelos. Pero
si la naturaleza crece demasiado hermosa para la forma, y demasiado elevada
para la esfera en la cual vive; esta hace a un lado esa forma y deja esa
esfera, y ascendiendo más alto, asume una más alta forma; Pero si la naturaleza
crece demasiado impura para la forma, y llega a ser demasiado grosera para la
esfera en la cual esta vive; esta deja a un lado esa forma, y deja esa esfera;
y agonizante desciende a una forma más baja. Esto es así con las razas de la
humanidad, que son los espíritus haciéndose a sí mismos visibles por un medio,
y dicho medio son sus cuerpos carnales, a los cuales ellos son unidos por el
principio del alma, la cual significa el vínculo o ligamento que une el
espíritu al cuerpo, y cuando estos ligamentos son disueltos entonces sobreviene
la muerte y la separación del cuerpo y el espíritu.
De aquí los
varios poderes y energías del hombre; sus cambiantes pasiones e inclinaciones,
infundido, no por Dios en el momento creador, sino por los espíritus a sí mismo
en sus órganos. Porque así como ellos se desarrollan a sí mismo en precisa
conformidad con sus temperamentos, aspectos, y tendencias, cada energía que
está en el cerebro del hombre es ubicada allí solo por sí mismo. Dios es justo,
e injusto seria si diera a los hombres diferentes poderes; para favorecer a
algunos y defraudar a otros; darle un poderoso intelecto a uno, y conferir un
débil entendimiento a otro. Dios no produce estos perjuicios; sino es como se
hace a si mismo cada hombre; y algunos son altos y otros son bajos, causado
porque sus espíritus son grandes o bajos. Si el espíritu se hace más noble que
un hombre, deja a un lado su cuerpo y abandona la tierra; el asciende a un
orden superior de existencia y asume el desarrollo allí dentro. Pero si se hace
más bajo que un hombre, entonces vaga en la oscuridad y decae más bajo hasta
que llega dentro de La Ley Cíclica.
Dios le ha
dado a cada hombre un ángel guardián de la conciencia, el cual le dice lo que
es correcto, y se rebela cuando pensamos en el mal. Pero muchos no se dejan
dirigir, alimentándolo de la basura de la tierra. Este anhelo del espíritu por
ser libre anticipa la disolución de esta vida para liberarse del cuerpo mortal
que es su cadena, y pasar su espíritu inmortal a una existencia diferente de la
que poseyó antes. Todo lo que existe en la tierra es material, y el hombre que
vive apegado a lo terrenal, expone su alma a la perdición. Aquellos espíritus
cuyas manos producen iniquidad, y trabajan para producir maldad, tienen allí el
fruto de sus labores. El pecador come de sus propios crímenes, siendo cadáveres
ante el Señor de la Vida, porque han perecido de la faz de la naturaleza hasta
que su simiente perezca de la tierra. Si abandonamos todas las cosas terrenales
y entregamos nuestra entera naturaleza a
la búsqueda de lo espiritual, nuestra alma será iluminada y nuestro espíritu participará
de la Sabiduría de Dios. El hombre es espíritu, alma y cuerpo; tres propiedades
en una apariencia; pero su parte espiritual es inmaterial e imperecedera, y su
parte corporal es mortal. La aromática esencia, que es el alma intermedia,
participa de lo terrenal y de lo celestial; esta sobrevive la tierra, y
transmigra a una más alta esfera, pero no puede entrar sin la ayuda de Cristo a
lo que es más alto.
En los
últimos días, cuando el Espíritu Santo adquiera la figura de Cristo, el Señor
saldrá desde los cielos para poner en vigor sus Leyes. Los hacedores de
iniquidad serán barridos lejos y perecerán bajo la faz del Sol. Cada torre
indigna hecha por el hombre se desmoronará y será quemada. El arado esparcirá
sus ruinas y muchos caerán en un juicio de muerte. Todos los espíritus de
maldad serán investidos de oscuridad y confusión, expulsados de la divina
presencia de Dios. El hombre justo se levantará como si fuera de un sueño. Y la
Casa del Gran Rey y Juez del Universo se levantará en majestad para siempre.
Los vestidos de vida estarán con el Señor de los Espíritus con pura túnicas de
eterna luz. En la presencia del Señor no existirá el envejecimiento, ni
disminuirá el esplendor de los redimidos. Cuando los primeros cielos pasen, un
nuevo Cielo aparecerá en su lugar, y los justos brillarán con una luz siete
veces mayor, en la eterna Majestad del esplendor de Dios.
No debemos afligirnos
a causa de los tiempos, porque hay un periodo escrito para todas las cosas,
sino ceñirnos y levantarnos al verdadero bien, con virtud, santidad y amor. El
amor descenderá en una lluvia de luz sobre aquel que ama verdaderamente, siendo
su camino como senda de rosas, donde caminaremos en eterna luz del Sol con
místicas visiones del Espíritu Santo. Debemos meditar sobre esto, para darle
forma a todas nuestras acciones, porque hay un Poder Soberano y un Dios que ha
hecho los Cielos y la Tierra que forman el Universo. Hizo los Océanos y la
fuerza de los Vientos, y dio su luminosidad a los relámpagos. El Universo que
ha sido una exhalación de Dios, gradualmente ha crecido en su perfecta belleza,
en millones de ciclos de años, por las leyes de gravedad, fluidez y fuerza
centrífuga. Pero ahora, con esa misma exhalación, Dios hará un nuevo Cielo y
una nueva Tierra donde todo será perpetuo.
Obliguémonos
a nosotros mismos a practicar la integridad, no aproximándonos con doblez de corazón.
No andemos con mentes dobles, ni con lengua de escorpiones, sino perseveremos
solo en lo justo, en lo real, teniendo la Verdad del Señor como única compañera
ya que ella es un ángel de los cielos, y derribará a los pecadores desde sus
raíces. Que el temor a Dios sea en todas nuestras obras para que recibamos las
ganancias sin mucho esfuerzo. No nos levantemos con el Sol, ni nos acostemos
con la Luna, sin inclinarnos a darle las gracias al Santo Nombre de Dios, el
más grandioso de los Espíritus, y la más exaltada de todas la inteligencias. La
primera en las esferas celestiales, y la fuente de todo lo Bello y Santo que
existe en el nivel Celestial y Espiritual del Universo!.
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