SEGUNDO LIBRO DE ENOC
(ALGUNOS DATOS)
Apócrifo eslavo
Libro de los secretos de Enoc
En el segundo
libro de Enoc, este narra cuando fue llevado a través de los 10 cielos, habla
de las puertas del Sol, su recorrido, y los que le acompañan. También habla de
la ruta de la luna y de los tesoros del cielo. Enoc, fue testigo viviente de lo
que pasa en el mundo que no conocemos. Fue testigo de los almacenes de la
nieve, del rocío, de la lluvia, de la
profunda sabiduría del reino, y de los ancianos y ángeles gobernantes, y también
conoció el Jardín del Edén. Después que fue llevado al cielo por dos ángeles,
se le permitió regresar a la tierra para que profetizara a sus hijos de lo que
fue, es y será hasta el día del juicio final. Enoc tuvo la oportunidad de
investigar y escribir todas las cosas.
Cuando Enoc
fue llevado al primer cielo (el que nosotros vemos), los ángeles lo instalaron en las nubes, desde allí miró y vio
más arriba, y vio el éter. También pudo observar el mar que es mucho más grande
que el que conocemos en la tierra. Doscientos ángeles gobiernan las estrellas y
hacen el servicio de los cielos y vuelan con sus alas alrededor de cada astro
que va asomando. También están las casas de los tesoros de la nieve y los
almacenes de las nubes. Los ángeles le enseñaron a Enoc, la casa-tesoro del rocío,
el aceite de oliva y sus aspectos, también todas las flores de la tierra. Los ángeles custodian las
casas-tesoro de estas cosas y como están construidas para abrirlas y cerrarlas.
El segundo cielo tiene una gran oscuridad más impenetrable que ninguna, donde
están los prisioneros colgados, mirando y esperando el gran juicio final. Los
que ahí habitan son los apostatas de Dios, que no observaron sus Mandamientos y
solo tomaron consejo de su libre albedrio
y se separaron para seguir a su príncipe Satanás.
En el tercer
cielo están toda la dulzura de los árboles
en flor, con deliciosos frutos, aromas, y todos los manjares que se preparan
con ellos. En el centro de todos los arboles está el Árbol de la Vida, sobre el
cual el Señor descansa cuando Él va y entra en el paraíso. Es un árbol de
inefable virtud y fragancia y luce engalanado mucho más que ninguna cosa
existente, engendra toda clase de frutos y de todos los lados se ve de color
dorado y bermellón. Su raíz está en el jardín al fin de la tierra. El paraíso
es entre corruptible e incorruptible. Dos fuentes brotan miel y leche y otras
dos manan aceite y vino. No existe árbol estéril y todo sitio es bendecido.
Trescientos ángeles guardan todo el jardín, sirviendo al señor por todos los
días y las horas con un incesante y dulce cantar. Este es el lugar que está
preparado para los justos que soportan toda clase de ofensas, para aquellos que
apartan sus ojos de lo inicuo, y juzgan justicieramente, dan pan al hambriento,
cubren al desnudo con ropas y levantan
al caído y sirven sólo al Señor. Esta es la herencia eterna del que es fiel en
el Señor. Al contrario del lugar para
los inicuos, está lleno de dolor y más dolor, donde hay toda clase de tortura,
cruel oscuridad y una iniluminada lobreguez. Todo el lugar es fuego, y la vista
es un rio ardoroso, por donde quiera es escarcha y hielo, sed y escalofrío. Las
ataduras son muy crueles y los ángeles portan irritables armas, e imponen
inhumanas torturas. Este es el lugar preparado para los que deshonran a Dios, y en la tierra
practican el pecado contra la naturaleza, que es la corrupción de los niños en
la forma sodomita, hacen magias, encantamientos y satánicas brujerías. Para los
que se jactan de sus actos impíos, robando, mintiendo, calumniando, envidiando,
ejerciendo rencor, fornicando, efectuando asesinatos, y quienes perversos roban
las almas de los hombres.
Este lugar está
reservado para aquellos que desconociendo a su Creador se inclinan ante los
desalmados, rindiendo culto a dioses, vanos dioses, fabricados por ellos
mismos, imágenes que no pueden ver ni oír, y esta será su herencia eterna. El
cuarto cielo está compuesto por todos
los sucesivos viajes y rayos del sol, y los viajes de la Luna. La luz del Sol,
es mucho más grande que la luz de la Luna. Ninguno de los dos tiene reposo ni
en el día ni en la noche. Su tránsito y regreso está acompañado por grandes
estrellas, y cada estrella tiene debajo
de ella mil estrellas, que hacen un total de 8mil. En el día, 15 miríadas de Ángeles
atienden el Sol, y por la noche un mil. Seis alados de ellos, salen con los Ángeles
antes de que el disco del Sol entre en las finas Llamas, y cien Ángeles
encienden el Sol y lo ponen a alumbrar. Todo trabaja a la perfección, porque
todo ha sido ordenado por Dios. Mientras el Sol va rotando en círculo bajo la
tierra, la luminosidad de su corona permanece en el cielo con el Señor,
custodiada por cuatrocientos ángeles.
La Luna tiene
doce grandes puertas, con días exactos e intercalados: las dos primeras puertas
con días de 31 cada una, la tercera y cuarta, con 30 días, la quinta y sexta
con 31 días, la séptima con 30, y la octava
y novena con 31 días, la décima puerta con 30 días, la undécima con 31 y
la duodécima con 28 días exactos, y de esta forma cumple con los 365 y un
cuarto de días del año solar, mientras el año lunar tiene 354. También el gran
cielo contiene 532 años. Cada ángel tiene 6 alas, pero el círculo de la Luna
corre más veloz que los vientos del cielo, y más aún que los espíritus,
elementos y ángeles volando.
El Quinto Cielo
está lleno de incontables soldados llamados “Grigori”, de humana
apariencia de gran talla, gigantes con
caras marchitas y sus bocas en perpetuo silencio, no hay ningún tipo de
servicio. Estos son seres que en unión con su príncipe Satanás, rechazaron al Señor
de la luz, y después de ellos siguen los que están sumergidos en la gran
oscuridad del segundo cielo, y tres de ellos bajaron a la Tierra desde el Trono
del Señor, pervirtiendo la tierra con sus hechos, que en todo el tiempo de sus
años vivieron fuera de toda ley y cometieron vilezas, promiscuando. Así
nacieron gigantes maravillosos, grandes hombres y hubo gran hostilidad entre
ellos. Dios los juzgó con gran discernimiento y ellos lloraron con sus
hermanos, y también serán castigados en el gran día del Señor. Están condenados
a estar bajo tierra hasta que el cielo y
la tierra tengan su fin.
El Sexto Cielo
esta compuesto por 7 congregaciones de ángeles muy brillantes y muy gloriosos,
sus caras son fulgurantes más que el
brillo del Sol, sin ninguna diferencia ni en sus caras ni en su comportamiento,
ni en su modo de vestir. Estos ángeles crean las órdenes, y aprenden la salida
de las estrellas y la alteración de la Luna y el buen gobernar del mundo.
Cuando ellos ven malignidad, ellos crean mandamientos e instrucción, y dulces
altos cantares, y toda clase de cantos de alabanzas. Estos son los arcángeles
que están en el más alto lugar que los ángeles, miden toda vida en el cielo y
sobre la tierra, y a los ángeles que están a cargo de las estaciones y años, a
los ángeles que están sobre los ríos y el mar, y que están sobre los frutos de
la tierra, y a los ángeles que están sobre toda grama, alimentando a todo, a
cada cosa viviente, y los ángeles que inscriben a todas las almas de los
hombres, y todos sus hechos y sus vidas frente a la faz del Señor. En el centro
de ellos están seis Fénix y seis Querubines y ángeles de seis alas, y cantan
continuamente a una sola voz y no es posible describir su cantar, y ellos se
regocijan delante del Señor al pie de su escabel.
Una gran luz
existe en el Séptimo Cielo, y encendidos
ejércitos de grandes arcángeles,
fuerzas corpóreas, y señoríos, órdenes y potestades, querubines y serafines y
seres de muchos ojos, nueve regimientos y la estación de luz “Joanit”, donde el
Señor se puede ver de lejos, sentado en muy alto Trono, porque el décimo cielo
es Dios; en la lengua hebrea, Él es llamado “Aravath”. Todos los ejércitos del
cielo bajan y se colocan en el décimo escalón de acuerdo con su rango, se
inclinan delante del Señor y luego marchan hacia sus sitios en alegría y
felicidad, cantando sus cantares en la infinita luz con suaves y tiernas voces,
sirviéndole gloriosamente. En el séptimo,
octavo y noveno cielos, los querubines están de pie por doquiera del
trono, los de seis alas y los de muchos ojos están de pie delante de la faz del
Señor cumpliendo Su mandato, y cubren todo su Trono cantando, cantando con
suave voz delante de la faz del Señor: “Gloria, Gloria, Gloria, Señor Regidor
de los Ejércitos, los Cielos y la tierra están Llenos de tu Gloria".
A partir de
aquí los ángeles dejaron a Enoc en presencia del arcángel Gabriel y él lo invitó
a levantarse delante de la faz del Señor dentro de la eternidad. Momento en el
cual Enoc sintió que su alma se fugó de su ser y se estremeció de terror.
Gabriel lo levantó como a una hoja llevada por el viento, y lo dejó delante de
la faz del Señor. Enoc vio el octavo cielo que es llamado en lengua hebrea
“Muzaloth”, donde hacen el cambio las estaciones, de sequía, de humedad, y también
de los doce signos del Zodiaco, el cual está más alto que el séptimo cielo. El
Noveno Cielo, que es llamado en hebreo “Cuchavim”, donde están las moradas
celestiales de los doce signos del Zodiaco. En el décimo cielo, llamado
“Aravoth”, está la imagen del Señor como hierro candente, hecho para brillar en
fuego, emitiendo chispas, y ellas quemaban. De este modo Enoc vio la faz del Señor,
pero la faz del Señor es inefable, maravilloso, y muy impresionante y muy, muy
majestuosa. Enoc no pudo describir la cantidad de sus múltiples instrucciones,
ni la variedad de sus voces, ni el trono del Señor, el cual es tan imponderable
y no hecho por manos en su hechura. No pudo describir la cantidad de aquello
que hay a su alrededor, ejércitos de Querubines y Serafines, ni de su incesante
cantar, ni de su inmutable belleza.
El Señor le habló
y le pidió no temer, invitándolo a entrar en la eternidad. Fue levantado por
Miguel y llevado frente a la incomparable presencia del Señor. Luego por orden
del Señor fue despojado de sus terrenas
vestiduras y ungido con el dulce y
fragante ungüento, para tomar las vestiduras de la Gloria del Señor. El
Archiestratega Miguel, hizo todo como el Señor ordenó y uno de sus Arcángeles
llamado “Pravuil”, con gran y rápida sabiduría, fue asignado para sacar los
libros de los archivos que habían sido escritos por su mano, para que se los
entregara a Enoc. El Arcángel comenzó a
contar a Enoc todas las obras del cielo, tierra y mar y de todos los elementos,
sus idas y venidas, y el tronar de los truenos, el Sol y la Luna, las idas y
cambios de las estrellas, de las estaciones, de los años, días y horas, del
correr del viento, el número de los ángeles,
y como se inspiraban para cantar, de Todas las Cosas humanas, de cada canción
humana y su vida, los mandamientos, instrucciones, y de las dulces voces en sus
cantares y de Todas las cosas que son convenientes de aprender. Y Pravuil le dijo que escribiera sobre todas las almas
existentes de la humanidad, así, muchos de ellos han nacido ya; y sus sitios
están preparados para ellos por toda la eternidad, desde antes de la formación
del mundo. Todo es doble, treinta días y treinta noches, y yo escribí (Enoc)
todo exacto como me fue dictado, y escribí un total de 366 libros.
El Señor invitó
a Enoc sentarse a su lado izquierdo, con Gabriel, e inclinándose, el Señor le habló
y le dijo: “todo lo que tú ves, Todas las cosas que permanecen en pie, terminadas
yo te las digo aun antes de su principio, todo lo que he creado de lo que no
existe, y de cosas visibles e invisibles. Porque antes de que Todas las Cosas
fueran visibles solo Yo acostumbraba adentrarme en las cosas invisibles”. Satanás
fue uno entre las órdenes de los ángeles que habiéndose apartado con la orden
que estaba bajo su mando concibió una idea imposible: colocar su trono más alto
que las nubes sobre la tierra de modo que pudiera convertirse en igual rango a
mi poder. Y Yo lo arrojé de las alturas
con sus ángeles y él estuvo volando continuamente en el aire, sobre el abismo. “El
Viernes (sexto día), Yo ordené a mi sabiduría crear al hombre de siete
consistencias: 1, su carne de la tierra; 2, su sangre del rocío, 3, sus ojos de la luz del sol; 4, sus huesos, de
la piedra; 5, su inteligencia de la celeridad de los ángeles y de las nubes; 6,
sus venas y su cabello de la grama de la tierra; 7, su alma, de mi aliento y
del viento. Y Yo le concedí 7 naturalezas: a la carne, el oído, a los ojos para
ver, al alma, el olfato, a las venas, el tacto, a la sangre para el gusto, a
los huesos para la fortaleza y a la inteligencia rapidez, disfrute”.
“Y Yo concebí
un sutil dicho para decir; Yo creé el hombre de lo invisible y de la visible
natura, de ambos surge su muerte y vida e imagen, él sabe del idioma como cosa
creada; pequeño en la grandeza y de nuevo grande en la pequeñez. Y Yo le coloqué
sobre la tierra como un segundo ángel, honorable, grande y glorioso, yo lo nombre como regidor para gobernar en la
tierra y que tuviera mi sabiduría, y no hubo nadie (sobre la tierra) mayor que
el de todas mis existentes criaturas. Y yo le asigné un nombre de las cuatro
componentes partes, del este, del oeste, del sur, y decreté para el cuatro
estrellas, especiales, y yo llame su nombre, Adán, y le mostré los dos caminos,
el de la Luz y el de la oscuridad. Y yo le dije: Esto es bueno, aquello es
malo, de manera que yo probara si realmente el tenia amor por mi u odio, y
poner en claro quién era el que me amaba de su raza. Porque yo había visto su
naturaleza, pero él no había visto aún la suya, de este modo, como no podía ver
a través de sí mismo yo supe que el pecaría de mal en peor. Entonces me dije: “Después
de pecar ¿qué le queda sino la muerte?. Y yo le puse a dormir y él se quedó
dormido. Y yo le tome una costilla de él, y le creé una esposa, de manera que
la muerte le llegara por su propia esposa. Y yo tomé su última palabra y la llamé,
madre, que quiere decir Eva.
Adán hacia su
vida en la tierra, y yo creé al Este un jardín del Edén, de forma que él debía
observar el testamento y guardar el mandato. Yo hice que los cielos se abrieran
para él, de manera que el pudiera ver los ángeles cantando el himno de
victoria, y la luz ensombrecida. Él estaba continuamente en el Paraíso, y el
demonio comprendió que yo deseaba crear otro mundo, porque Adán era el señor en
la tierra para mandarla y controlarla. El diablo es el espíritu maligno de los
bajos lugares, como ángel fugitivo de la luz el creo a “Sotona” de los cielos
de la forma y modo que su nombre fue Satanás, así él fue diferente de los demás
ángeles, pero su natural no cambio su inteligencia, más allá de su comprensión
de lo correcto y de las cosas
pecaminosas. Y él entendió su condena y el pecado que él había cometido
anteriormente, por consiguiente, él concibió una idea en contra de Adán, en tal
forma que el entró al Paraíso y sedujo a Eva, pero no tocó a Adán. Así yo
maldije la ignorancia; pero lo que yo previamente bendije, aquello yo no lo
maldigo. Por tanto yo no maldigo al hombre, ni la tierra, ni las otras criaturas,
pero del hombre sí, su maligno fruto y sus obras.
“Yo dije:
“Tierra eres, y a la tierra de donde te tomé, tú debes volver; no te arruinaré
pero te envío de nuevo al sitio de donde te saque. Entonces yo de nuevo pueda
recibirte en mi segunda venida. Yo bendigo todas mis criaturas visibles e
invisibles. Adán estuvo cinco horas y media en el paraíso. Y yo bendije el
séptimo día, que es el “Sabbath, en que El descansó de todas sus obras. “Yo decreté
el día octavo, que el octavo día sería también el primero creado después de mi
obra, y que aquellos primeros siete días rotarían en la forma de los siete mil años,
y que al comienzo de los ocho mil llegará también el tiempo que no cuente más,
sin fin, sin años, ni meses, ni semanas, ni días, ni horas. Y Dios dijo a Enoc:
“Todo lo que te he contado, todo lo que has comprendido, todo lo que has visto
de las cosas celestiales, todo lo que has visto en la tierra, todo lo que he
escrito en estos libros, por mi gran sabiduría, todas estas cosas las imaginé y
las cree desde la más alta creación hasta las Más baja y hasta el fin, y no
existe consejero y herederos de mis creaciones”. “Yo Soy mi propio Eterno, no
creado por manos y sin cambio ni reemplazo. Mi mente es mi consejero, mi sabiduría
y mi palabra son hechas, y mis ojos observan todas las cosas, como están ellas
colocadas aquí y tiemblan con pavura. Si Yo apartare mi cara de las cosas,
todas ellas serian destruidas. Porque yo creé todas las fuerzas y no hay
ninguna que me resista y que no esté sujeta a mí mandar. Porque todas están
sujetas a mi régimen y trabajan para mí solo mandar. Entrégale los libros de la
escritura a mano y ellos; los leerán y me conocerán como el creador de Todas
las Cosas y comprenderán como es que, no hay otro Dios sino “Yo”.
Los hombres
han rechazado mis mandamientos y mi ley, han cultivado y recogido semillas
indignas sin temer a Dios, y no me han amado, porque han comenzado a inclinarse
ante dioses vanos, y han negado Mi Unidad, y han anegado la tierra de
falsedades, ofensas abominables, libertinajes, se han juntado uno con otro, y
practicado toda clase de sucios excesos que da disgusto relatar. En
consecuencia de este proceder, Dios envió el diluvio sobre la tierra y destruyó
todos los hombres y después de eso, la tierra está hundida en una gran
oscuridad. Después de todo esto, Enoc regresó a la tierra por 30 días para
hablar de la Presencia del Señor y dar a conocer a sus hijos y las generaciones
siguientes, lo que estamos viviendo en la actualidad, las consecuencias de no guardar las leyes de
Dios. No existe nada mejor que aquel que respeta, ama y glorifica al Señor, el
será glorificado en el tiempo a venir. Dios pide corazones puros, y con sólo
esto El prueba el corazón del hombre. Y cuando el Señor envíe su gran luz,
entonces ahí habrá juicio para el justo
y para el injusto, y allí ni uno escapará de ser visto.
El que
observe las Escrituras no pecará en contra del Señor, porque no hay otro
excepto el Señor, ni en el cielo ni en la tierra, ni siquiera en el principio,
porque el Señor ha puesto el principio en lo desconocido, y ha esparcido cielos
visibles e invisibles. El asentó la tierra sobre las aguas y creó incontables
criaturas, y decoró el cielo y lo puso en el centro. El fijó una medida de todo
lo visible y lo invisible. De lo invisible el hizo Todas las Cosas visibles
siendo Él invisible. Bendito es el hombre que lleva su yugo y los arrastra
consigo, porque él será liberado en el día del gran juicio. El Señor dijo: “No
hay juramento en mí, ni injusticia, sólo verdad”. No ha habido hombre alguno en
el vientre de su madre, que ya de anterior no tenga preparado para cada uno de
ellos un puesto para el reposo de su alma, y una medida fija, cuando le está
determinado a un hombre para que sea probado en este mundo. Previamente ha sido
preparado un sitio para cada alma del hombre. Bendito es el hombre que abre sus
labios en honor del Dios del Sábado y enaltece al Señor en su corazón, porque
todas las cosas serán puestas desnudas en el platillo de la balanza en los Libros, en el día del gran juicio. Subirán
al cielo, a la más alta Jerusalén, y a
su eterna herencia. Bendito todos los que entran en las buenas cosas, porque en
las malas no hay paz ni regreso de ellas. Porque toda obra que haga el hombre
antes del tiempo, es engaño ante los hombres y culpa ante Dios.
Todos los íntegros
que hayan escapado del gran juicio del Señor serán recogidos en la armonía y
vivirán eternamente. No habrá entre ellos trabajo, ni enfermedad, ni
humillación, ni ansiedad, ni necesidad, ni violencia, ni día, ni oscuridad,
pero si una gran luz, donde habrá una gran e indestructible muralla, y un
paraíso luminoso e incorruptible, porque todo lo corruptible, todas las cosas
corruptibles pasarán para siempre, y todo será vida eterna. No reverencies las
cosas hechas por el hombre, dejando por ello al Señor de toda la creación,
porque ninguna obra puede permanecer escondida frente a la faz del Señor. Todos
los justos que escapen del gran juicio brillarán más que el séptuplo del Sol,
porque en este mundo la séptima parte se toma del todo, luz, oscuridad,
alimento, regocijo, tristeza, paraíso, tortura, fuego, heladas y otras cosas.
Dios puso todo por escrito, de modo que pudiéramos leer y comprender. Como la
naturaleza de cada hombre en esta vida es oscura, de este modo son también sus
conceptos, nacimiento y partida de este mundo. A la misma hora que Enoc fue concebido, a esa misma hora
también murió, a la edad de 365 años. La gente vio, pero no pudieron entender
de qué forma se habían llevado a Enoc, y glorificaron a Dios, y encontraron un
registro en donde estaba trazado “el Dios invisible”.