martes, 18 de junio de 2013

SEGUNDO LIBRO DE ENOC


                         SEGUNDO LIBRO DE ENOC (ALGUNOS DATOS)

                                                    Apócrifo eslavo

                                       Libro de los secretos de Enoc


En el segundo libro de Enoc, este narra cuando fue llevado a través de los 10 cielos, habla de las puertas del Sol, su recorrido, y los que le acompañan. También habla de la ruta de la luna y de los tesoros del cielo. Enoc, fue testigo viviente de lo que pasa en el mundo que no conocemos. Fue testigo de los almacenes de la nieve, del rocío, de la lluvia,  de la profunda sabiduría del reino, y de los ancianos y ángeles gobernantes, y también conoció el Jardín del Edén. Después que fue llevado al cielo por dos ángeles, se le permitió regresar a la tierra para que profetizara a sus hijos de lo que fue, es y será hasta el día del juicio final. Enoc tuvo la oportunidad de investigar y escribir todas las cosas.

Cuando Enoc fue llevado al primer cielo (el que nosotros vemos), los ángeles  lo instalaron en las nubes, desde allí miró y vio más arriba, y vio el éter. También pudo observar el mar que es mucho más grande que el que conocemos en la tierra. Doscientos ángeles gobiernan las estrellas y hacen el servicio de los cielos y vuelan con sus alas alrededor de cada astro que va asomando. También están las casas de los tesoros de la nieve y los almacenes de las nubes. Los ángeles le enseñaron a Enoc, la casa-tesoro del rocío, el aceite de oliva y sus aspectos, también todas las flores de la  tierra. Los ángeles custodian las casas-tesoro de estas cosas y como están construidas para abrirlas y cerrarlas. El segundo cielo tiene una gran oscuridad más impenetrable que ninguna, donde están los prisioneros colgados, mirando y esperando el gran juicio final. Los que ahí habitan son los apostatas de Dios, que no observaron sus Mandamientos y solo tomaron consejo de su libre albedrio  y se separaron para seguir a su príncipe Satanás.

En el tercer cielo están  toda la dulzura de los árboles en flor, con deliciosos frutos, aromas, y todos los manjares que se preparan con ellos. En el centro de todos los arboles está el Árbol de la Vida, sobre el cual el Señor descansa cuando Él va y entra en el paraíso. Es un árbol de inefable virtud y fragancia y luce engalanado mucho más que ninguna cosa existente, engendra toda clase de frutos y de todos los lados se ve de color dorado y bermellón. Su raíz está en el jardín al fin de la tierra. El paraíso es entre corruptible e incorruptible. Dos fuentes brotan miel y leche y otras dos manan aceite y vino. No existe árbol estéril y todo sitio es bendecido. Trescientos ángeles guardan todo el jardín, sirviendo al señor por todos los días y las horas con un incesante y dulce cantar. Este es el lugar que está preparado para los justos que soportan toda clase de ofensas, para aquellos que apartan sus ojos de lo inicuo, y juzgan justicieramente, dan pan al hambriento, cubren al desnudo con ropas  y levantan al caído y sirven sólo al Señor. Esta es la herencia eterna del que es fiel en el Señor.  Al contrario del lugar para los inicuos, está lleno de dolor y más dolor, donde hay toda clase de tortura, cruel oscuridad y una iniluminada lobreguez. Todo el lugar es fuego, y la vista es un rio ardoroso, por donde quiera es escarcha y hielo, sed y escalofrío. Las ataduras son muy crueles y los ángeles portan irritables armas, e imponen inhumanas torturas. Este es el lugar preparado para los  que deshonran a Dios, y en la tierra practican el pecado contra la naturaleza, que es la corrupción de los niños en la forma sodomita, hacen magias, encantamientos y satánicas brujerías. Para los que se jactan de sus actos impíos, robando, mintiendo, calumniando, envidiando, ejerciendo rencor, fornicando, efectuando asesinatos, y quienes perversos roban las almas de los hombres.

Este lugar está reservado para aquellos que desconociendo a su Creador se inclinan ante los desalmados, rindiendo culto a dioses, vanos dioses, fabricados por ellos mismos, imágenes que no pueden ver ni oír, y esta será su herencia eterna. El cuarto cielo está compuesto por  todos los sucesivos viajes y rayos del sol, y los viajes de la Luna. La luz del Sol, es mucho más grande que la luz de la Luna. Ninguno de los dos tiene reposo ni en el día ni en la noche. Su tránsito y regreso está acompañado por grandes estrellas,  y cada estrella tiene debajo de ella mil estrellas, que hacen un total de 8mil. En el día, 15 miríadas de Ángeles atienden el Sol, y por la noche un mil. Seis alados de ellos, salen con los Ángeles antes de que el disco del Sol entre en las finas Llamas, y cien Ángeles encienden el Sol y lo ponen a alumbrar. Todo trabaja a la perfección, porque todo ha sido ordenado por Dios. Mientras el Sol va rotando en círculo bajo la tierra, la luminosidad de su corona permanece en el cielo con el Señor, custodiada por cuatrocientos ángeles.

La Luna tiene doce grandes puertas, con días exactos e intercalados: las dos primeras puertas con días de 31 cada una, la tercera y cuarta, con 30 días, la quinta y sexta con 31 días, la séptima con 30, y la octava  y novena con 31 días, la décima puerta con 30 días, la undécima con 31 y la duodécima con 28 días exactos, y de esta forma cumple con los 365 y un cuarto de días del año solar, mientras el año lunar tiene 354. También el gran cielo contiene 532 años. Cada ángel tiene 6 alas, pero el círculo de la Luna corre más veloz que los vientos del cielo, y más aún que los espíritus, elementos y ángeles volando.

El Quinto Cielo está lleno de incontables soldados llamados “Grigori”, de humana apariencia  de gran talla, gigantes con caras marchitas y sus bocas en perpetuo silencio, no hay ningún tipo de servicio. Estos son seres que en unión con su príncipe Satanás, rechazaron al Señor de la luz, y después de ellos siguen los que están sumergidos en la gran oscuridad del segundo cielo, y tres de ellos bajaron a la Tierra desde el Trono del Señor, pervirtiendo la tierra con sus hechos, que en todo el tiempo de sus años vivieron fuera de toda ley y cometieron vilezas, promiscuando. Así nacieron gigantes maravillosos, grandes hombres y hubo gran hostilidad entre ellos. Dios los juzgó con gran discernimiento y ellos lloraron con sus hermanos, y también serán castigados en el gran día del Señor. Están condenados a estar bajo tierra  hasta que el cielo y la tierra tengan su fin.

El Sexto Cielo esta compuesto por 7 congregaciones de ángeles muy brillantes y muy gloriosos, sus caras son fulgurantes más que  el brillo del Sol, sin ninguna diferencia ni en sus caras ni en su comportamiento, ni en su modo de vestir. Estos ángeles crean las órdenes, y aprenden la salida de las estrellas y la alteración de la Luna y el buen gobernar del mundo. Cuando ellos ven malignidad, ellos crean mandamientos e instrucción, y dulces altos cantares, y toda clase de cantos de alabanzas. Estos son los arcángeles que están en el más alto lugar que los ángeles, miden toda vida en el cielo y sobre la tierra, y a los ángeles que están a cargo de las estaciones y años, a los ángeles que están sobre los ríos y el mar, y que están sobre los frutos de la tierra, y a los ángeles que están sobre toda grama, alimentando a todo, a cada cosa viviente, y los ángeles que inscriben a todas las almas de los hombres, y todos sus hechos y sus vidas frente a la faz del Señor. En el centro de ellos están seis Fénix y seis Querubines y ángeles de seis alas, y cantan continuamente a una sola voz y no es posible describir su cantar, y ellos se regocijan delante del Señor al pie de su escabel.

Una gran luz existe en el Séptimo Cielo, y encendidos  ejércitos de grandes  arcángeles, fuerzas corpóreas, y señoríos, órdenes y potestades, querubines y serafines y seres de muchos ojos, nueve regimientos y la estación de luz “Joanit”, donde el Señor se puede ver de lejos, sentado en muy alto Trono, porque el décimo cielo es Dios; en la lengua hebrea, Él es llamado “Aravath”. Todos los ejércitos del cielo bajan y se colocan en el décimo escalón de acuerdo con su rango, se inclinan delante del Señor y luego marchan hacia sus sitios en alegría y felicidad, cantando sus cantares en la infinita luz con suaves y tiernas voces, sirviéndole gloriosamente. En el séptimo,  octavo y noveno cielos, los querubines están de pie por doquiera del trono, los de seis alas y los de muchos ojos están de pie delante de la faz del Señor cumpliendo Su mandato, y cubren todo su Trono cantando, cantando con suave voz delante de la faz del Señor: “Gloria, Gloria, Gloria, Señor Regidor de los Ejércitos, los Cielos y la tierra están Llenos de tu Gloria".

A partir de aquí los ángeles dejaron a Enoc en presencia del arcángel Gabriel y él lo invitó a levantarse delante de la faz del Señor dentro de la eternidad. Momento en el cual Enoc sintió que su alma se fugó de su ser y se estremeció de terror. Gabriel lo levantó como a una hoja llevada por el viento, y lo dejó delante de la faz del Señor. Enoc vio el octavo cielo que es llamado en lengua hebrea “Muzaloth”, donde hacen el cambio las estaciones, de sequía, de humedad, y también de los doce signos del Zodiaco, el cual está más alto que el séptimo cielo. El Noveno Cielo, que es llamado en hebreo “Cuchavim”, donde están las moradas celestiales de los doce signos del Zodiaco. En el décimo cielo, llamado “Aravoth”, está la imagen del Señor como hierro candente, hecho para brillar en fuego, emitiendo chispas, y ellas quemaban. De este modo Enoc vio la faz del Señor, pero la faz del Señor es inefable, maravilloso, y muy impresionante y muy, muy majestuosa. Enoc no pudo describir la cantidad de sus múltiples instrucciones, ni la variedad de sus voces, ni el trono del Señor, el cual es tan imponderable y no hecho por manos en su hechura. No pudo describir la cantidad de aquello que hay a su alrededor, ejércitos de Querubines y Serafines, ni de su incesante cantar, ni de su inmutable belleza.

El Señor le habló y le pidió no temer, invitándolo a entrar en la eternidad. Fue levantado por Miguel y llevado frente a la incomparable presencia del Señor. Luego por orden del Señor  fue despojado de sus terrenas vestiduras y ungido con el dulce y  fragante ungüento, para tomar las vestiduras de la Gloria del Señor. El Archiestratega Miguel, hizo todo como el Señor ordenó y uno de sus Arcángeles llamado “Pravuil”, con gran y rápida sabiduría, fue asignado para sacar los libros de los archivos que habían sido escritos por su mano, para que se los entregara a Enoc. El  Arcángel comenzó a contar a Enoc todas las obras del cielo, tierra y mar y de todos los elementos, sus idas y venidas, y el tronar de los truenos, el Sol y la Luna, las idas y cambios de las estrellas, de las estaciones, de los años, días y horas, del correr del viento, el número de  los ángeles, y como se inspiraban para cantar, de Todas las Cosas humanas, de cada canción humana y su vida, los mandamientos, instrucciones, y de las dulces voces en sus cantares y de Todas las cosas que son convenientes de aprender. Y Pravuil  le dijo que escribiera sobre todas las almas existentes de la humanidad, así, muchos de ellos han nacido ya; y sus sitios están preparados para ellos por toda la eternidad, desde antes de la formación del mundo. Todo es doble, treinta días y treinta noches, y yo escribí (Enoc) todo exacto como me fue dictado, y escribí un total de 366 libros.

El Señor invitó a Enoc sentarse a su lado izquierdo, con Gabriel, e inclinándose, el Señor le habló y le dijo: “todo lo que tú ves, Todas las cosas que permanecen en pie, terminadas yo te las digo aun antes de su principio, todo lo que he creado de lo que no existe, y de cosas visibles e invisibles. Porque antes de que Todas las Cosas fueran visibles solo Yo acostumbraba adentrarme en las cosas invisibles”. Satanás fue uno entre las órdenes de los ángeles que habiéndose apartado con la orden que estaba bajo su mando concibió una idea imposible: colocar su trono más alto que las nubes sobre la tierra de modo que pudiera convertirse en igual rango a mi poder. Y Yo lo arrojé  de las alturas con sus ángeles y él estuvo volando continuamente en el aire, sobre el abismo. “El Viernes (sexto día), Yo ordené a mi sabiduría crear al hombre de siete consistencias: 1, su carne de la tierra; 2, su sangre del rocío, 3,  sus ojos de la luz del sol; 4, sus huesos, de la piedra; 5, su inteligencia de la celeridad de los ángeles y de las nubes; 6, sus venas y su cabello de la grama de la tierra; 7, su alma, de mi aliento y del viento. Y Yo le concedí 7 naturalezas: a la carne, el oído, a los ojos para ver, al alma, el olfato, a las venas, el tacto, a la sangre para el gusto, a los huesos para la fortaleza y a la inteligencia rapidez, disfrute”.

“Y Yo concebí un sutil dicho para decir; Yo creé el hombre de lo invisible y de la visible natura, de ambos surge su muerte y vida e imagen, él sabe del idioma como cosa creada; pequeño en la grandeza y de nuevo grande en la pequeñez. Y Yo le coloqué sobre la tierra como un segundo ángel, honorable, grande y glorioso,  yo lo nombre como regidor para gobernar en la tierra y que tuviera mi sabiduría, y no hubo nadie (sobre la tierra) mayor que el de todas mis existentes criaturas. Y yo le asigné un nombre de las cuatro componentes partes, del este, del oeste, del sur, y decreté para el cuatro estrellas, especiales, y yo llame su nombre, Adán, y le mostré los dos caminos, el de la Luz y el de la oscuridad. Y yo le dije: Esto es bueno, aquello es malo, de manera que yo probara si realmente el tenia amor por mi u odio, y poner en claro quién era el que me amaba de su raza. Porque yo había visto su naturaleza, pero él no había visto aún la suya, de este modo, como no podía ver a través de sí mismo yo supe que el pecaría de mal en peor. Entonces me dije: “Después de pecar ¿qué le queda sino la muerte?. Y yo le puse a dormir y él se quedó dormido. Y yo le tome una costilla de él, y le creé una esposa, de manera que la muerte le llegara por su propia esposa. Y yo tomé su última palabra y la llamé, madre, que quiere decir Eva.

Adán hacia su vida en la tierra, y yo creé al Este un jardín del Edén, de forma que él debía observar el testamento y guardar el mandato. Yo hice que los cielos se abrieran para él, de manera que el pudiera ver los ángeles cantando el himno de victoria, y la luz ensombrecida. Él estaba continuamente en el Paraíso, y el demonio comprendió que yo deseaba crear otro mundo, porque Adán era el señor en la tierra para mandarla y controlarla. El diablo es el espíritu maligno de los bajos lugares, como ángel fugitivo de la luz el creo a “Sotona” de los cielos de la forma y modo que su nombre fue Satanás, así él fue diferente de los demás ángeles, pero su natural no cambio su inteligencia, más allá de su comprensión de lo correcto y  de las cosas pecaminosas. Y él entendió su condena y el pecado que él había cometido anteriormente, por consiguiente, él concibió una idea en contra de Adán, en tal forma que el entró al Paraíso y sedujo a Eva, pero no tocó a Adán. Así yo maldije la ignorancia; pero lo que yo previamente bendije, aquello yo no lo maldigo. Por tanto yo no maldigo al hombre, ni la tierra, ni las otras criaturas, pero del hombre sí, su maligno fruto y sus obras.

“Yo dije: “Tierra eres, y a la tierra de donde te tomé, tú debes volver; no te arruinaré pero te envío de nuevo al sitio de donde te saque. Entonces yo de nuevo pueda recibirte en mi segunda venida. Yo bendigo todas mis criaturas visibles e invisibles. Adán estuvo cinco horas y media en el paraíso. Y yo bendije el séptimo día, que es el “Sabbath, en que El descansó de todas sus obras. “Yo decreté el día octavo, que el octavo día sería también el primero creado después de mi obra, y que aquellos primeros siete días rotarían en la forma de los siete mil años, y que al comienzo de los ocho mil llegará también el tiempo que no cuente más, sin fin, sin años, ni meses, ni semanas, ni días, ni horas. Y Dios dijo a Enoc: “Todo lo que te he contado, todo lo que has comprendido, todo lo que has visto de las cosas celestiales, todo lo que has visto en la tierra, todo lo que he escrito en estos libros, por mi gran sabiduría, todas estas cosas las imaginé y las cree desde la más alta creación hasta las Más baja y hasta el fin, y no existe consejero y herederos de mis creaciones”. “Yo Soy mi propio Eterno, no creado por manos y sin cambio ni reemplazo. Mi mente es mi consejero, mi sabiduría y mi palabra son hechas, y mis ojos observan todas las cosas, como están ellas colocadas aquí y tiemblan con pavura. Si Yo apartare mi cara de las cosas, todas ellas serian destruidas. Porque yo creé todas las fuerzas y no hay ninguna que me resista y que no esté sujeta a mí mandar. Porque todas están sujetas a mi régimen y trabajan para mí solo mandar. Entrégale los libros de la escritura a mano y ellos; los leerán y me conocerán como el creador de Todas las Cosas y comprenderán como es que, no hay otro Dios sino “Yo”.

Los hombres han rechazado mis mandamientos y mi ley, han cultivado y recogido semillas indignas sin temer a Dios, y no me han amado, porque han comenzado a inclinarse ante dioses vanos, y han negado Mi Unidad, y han anegado la tierra de falsedades, ofensas abominables, libertinajes, se han juntado uno con otro, y practicado toda clase de sucios excesos que da disgusto relatar. En consecuencia de este proceder, Dios envió el diluvio sobre la tierra y destruyó todos los hombres y después de eso, la tierra está hundida en una gran oscuridad. Después de todo esto, Enoc regresó a la tierra por 30 días para hablar de la Presencia del Señor y dar a conocer a sus hijos y las generaciones siguientes, lo que estamos viviendo en la actualidad,  las consecuencias de no guardar las leyes de Dios. No existe nada mejor que aquel que respeta, ama y glorifica al Señor, el será glorificado en el tiempo a venir. Dios pide corazones puros, y con sólo esto El prueba el corazón del hombre. Y cuando el Señor envíe su gran luz, entonces ahí habrá juicio para el justo  y para el injusto, y allí ni uno escapará de ser visto.

El que observe las Escrituras no pecará en contra del Señor, porque no hay otro excepto el Señor, ni en el cielo ni en la tierra, ni siquiera en el principio, porque el Señor ha puesto el principio en lo desconocido, y ha esparcido cielos visibles e invisibles. El asentó la tierra sobre las aguas y creó incontables criaturas, y decoró el cielo y lo puso en el centro. El fijó una medida de todo lo visible y lo invisible. De lo invisible el hizo Todas las Cosas visibles siendo Él invisible. Bendito es el hombre que lleva su yugo y los arrastra consigo, porque él será liberado en el día del gran juicio. El Señor dijo: “No hay juramento en mí, ni injusticia, sólo verdad”. No ha habido hombre alguno en el vientre de su madre, que ya de anterior no tenga preparado para cada uno de ellos un puesto para el reposo de su alma, y una medida fija, cuando le está determinado a un hombre para que sea probado en este mundo. Previamente ha sido preparado un sitio para cada alma del hombre. Bendito es el hombre que abre sus labios en honor del Dios del Sábado y enaltece al Señor en su corazón, porque todas las cosas serán puestas desnudas en el platillo de la balanza  en los Libros, en el día del gran juicio. Subirán al cielo, a la más alta Jerusalén, y  a su eterna herencia. Bendito todos los que entran en las buenas cosas, porque en las malas no hay paz ni regreso de ellas. Porque toda obra que haga el hombre antes del tiempo, es engaño ante los hombres y culpa ante Dios.

Todos los íntegros que hayan escapado del gran juicio del Señor serán recogidos en la armonía y vivirán eternamente. No habrá entre ellos trabajo, ni enfermedad, ni humillación, ni ansiedad, ni necesidad, ni violencia, ni día, ni oscuridad, pero si una gran luz, donde habrá una gran e indestructible muralla, y un paraíso luminoso e incorruptible, porque todo lo corruptible, todas las cosas corruptibles pasarán para siempre, y todo será vida eterna. No reverencies las cosas hechas por el hombre, dejando por ello al Señor de toda la creación, porque ninguna obra puede permanecer escondida frente a la faz del Señor. Todos los justos que escapen del gran juicio brillarán más que el séptuplo del Sol, porque en este mundo la séptima parte se toma del todo, luz, oscuridad, alimento, regocijo, tristeza, paraíso, tortura, fuego, heladas y otras cosas. Dios puso todo por escrito, de modo que pudiéramos leer y comprender. Como la naturaleza de cada hombre en esta vida es oscura, de este modo son también sus conceptos, nacimiento y partida de este mundo. A la misma  hora que Enoc fue concebido, a esa misma hora también murió, a la edad de 365 años. La gente vio, pero no pudieron entender de qué forma se habían llevado a Enoc, y glorificaron a Dios, y encontraron un registro en donde estaba trazado “el Dios invisible”.



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