domingo, 23 de junio de 2013

VIRTUDES OLVIDADAS



LAS VIRTUDES QUE DEBEMOS PRACTICAR PARA SER PARTICIPES DE LA VIDA DE DIOS

Las virtudes más apreciadas de todos los tiempos, están en desuso, principalmente para los impíos e incrédulos, para aquellos que niegan  aceptar que  Dios vive y que su hijo Jesucristo vino al mundo, padeció por nosotros y  murió para la salvación de nuestras vidas. A los que esperan la segunda venida de Cristo, deben poner especial interés en agregar a la fe, virtud; a la virtud conocimiento; al conocimiento de la palabra de Dios, dominio propio para frenar el impulso de la carne al pecado; al dominio propio, paciencia para esperar nuestro salvador; a la paciencia, piedad con nuestros semejantes; a la piedad, afecto fraternal hacia nuestros hermanos; y al afecto fraternal, debemos agregar amor, porque Dios nos ama, y nos amará siempre que seamos hijos obedientes en el seguimiento de Su ley, y busquemos el arrepentimiento entregándole a él, nuestro corazón.

Dios nos creó con todas estas virtudes, pero nos hemos dedicado a la ociosidad viviendo solamente en el mundo, sin fruto en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Todo el que carece de este conocimiento esta corto de vista y algunos están totalmente ciegos. Los fieles seguidores de Cristo que han recibido su Santo Espíritu, han sido purificados de sus pecados, y debemos cada día mas afirmar nuestra vocación y elección, porque al hacer esto no caeremos jamás, y de esta manera nos será concedida amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Cristo está a las puertas de este mundo, y tenemos que estar pendientes de este acontecimiento. Todo el que cree, no ha seguido una historieta inventada, ni una fábula ingeniosa creada por el hombre. Cristo vive y vendrá a buscar al remanente de su pueblo, a sus seguidores, y a todos los fieles que le esperan, porque su Poder, su Majestad y su Gloria es inmensa. El recibió honra y gloria del Padre Dios, cuando una voz vino desde la magnífica gloria, y dijo: “Este es mi Hijo amado. En él me complazco”. Los Apóstoles fueron testigo de este evento, porque escucharon la voz enviada del cielo, cuando estaban con Jesús en el santo monte, y yo vi la Gloria de Dios en el cielo cuando recibí su mensaje en el 2012, al pedirle que me diera una prueba de que era El que me estaba hablando,  por lo que puedo dar testimonio de esto.

No podemos olvidar las palabras proféticas de nuestro Salvador, que son aún más seguras y confiables, a las que debemos estar atentos, como si fuera una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en nuestro corazón. Es vital saber que ninguna profecía de la Escritura vino por una interpretación privada de los profetas, ni vino por voluntad humana, sino que los Santos hombres de Dios, hablaron inspirados por el Espíritu Santo. Las Sagradas Escrituras deben ser nuestra guía, porque al igual que en la antigüedad, en nuestros tiempos existen falsos maestros y/o dirigentes que introducirán encubiertamente herejías  destructoras, para apagar la fe y la esperanza, y negarán al Señor, atrayendo para sí mismos y arrastrando a otros hacia la destrucción.

Muchos seguirán las mentiras de sus maestros y la verdad ha sido blasfemada cayendo en la apostasía. Dios siempre librará y salvará a los piadosos, a los justos que sufren por causa de su nombre. La vida es una constante odisea que pronto llegará a su fin, cuando se realice el gran juicio final. De la misma forma que Dios no perdonó a los ángeles que se rebelaron y siguieron a Satanás, los que fueron arrojados al abismo, a prisiones tenebrosas, para ser reservados para el juicio, asimismo actuará con los que no se arrepientan y sigan el camino de perdición, violando los Sagrados Mandamientos. Dios es bueno y misericordioso, pero es justo y recto. En la antigüedad, guardó a Noé, pregonero de justicia, junto con otras sietes personas, y trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos; y así condenó a la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndola a cenizas, y la puso de ejemplo de lo que ha de suceder a los impíos.

Dios en su misericordia, libró al justo de Lot, que vivía abrumado por la conducta pecaminosa de los malvados. Este justo, que residía entre ellos, día tras día sufría en su buen corazón, al ver y oír los hechos inicuos de esos injustos; así el Señor sabe librar de la tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para el castigo del día del juicio; especialmente a los que siguen los deseos corruptos de la carne, y desprecian el señorío divino del reino de Dios. Atrevidos rebeldes que no temen hablar mal de las potestades superiores. Hablan mal de las cosas que no pueden entender, porque carecen del conocimiento y la sabiduría que brinda Dios; son como bestias brutas, nacidas para ser cazadas y destruidas, y así mismo perecerán, recibirán como retribución el mismo daño que cometieron con los demás.
Los que se rebelan contra Dios, se complacen en el libertinaje, son sucios, manchados y se recrean en sus errores. Tienen los ojos llenos de maldad, adulterio, y no cesan de pecar. Seducen a los inconstantes, tienen el corazón ejercitado en codicias, y siguieron el camino de Satanás, que amó a la maldad y el egoísmo, la pasión corrupta de la carne, el orgullo, la envidia, el amor a sí mismo, pasando a ser hijos de maldición. Aunque Dios nos reprende por nuestra iniquidad, muchos no escuchan y siguen su perverso camino. Estos son semejantes a fuentes sin agua, nubes llevadas por el huracán, para quienes está reservada la más densa oscuridad, y un final muy terrible. Viven en el engaño, porque han recibido palabras infladas pero vacías, viviendo en el error, pero sin querer encontrar la verdad. Muchos prometen libertad a los que se sienten prisioneros en el mundo, al llevar una vida pecaminosa, y recurren a  hombres disfrazados de cristianos, siendo ellos mismos esclavos de la corrupción, porque el que es vencido por alguien  que no es Dios, es esclavo del que lo venció. Solo en Dios hay salvación, y solo Él nos da la libertad. El camino para seguirlo está en la Sagrada Biblia, esta es la única que revela la verdad, y todo lo que no este escrito en ella es mentira.

Una vez encontrado el camino correcto que nos lleva a la salvación, debemos permanecer en el, con firmeza y confianza, porque si después de habernos alejados de las impurezas del mundo, por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, nos enredamos de nuevo en las inmundicias, y somos vencidos por Satanás, nuestro último estado viene a ser peor que el primero. Es mejor no conocer el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volvernos atrás del santo Mandamiento que nos fue dado.  Sería como el proverbio que dice: “El perro se volvió a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el lodo”. El Señor debe ocupar el primer lugar en nuestras vidas, porque alejados de Él, nada podemos hacer, y sin Él, no hay salvación.

Vivimos los últimos días de este mundo, a la espera de la Sagrada Promesa de Dios, pero debemos estar pendiente y velar cada día, consagrándonos al Todopoderoso, estando listos para partir, porque Cristo vendrá sin avisar, en la hora cero, cuando nadie lo espera. El Señor no demora en cumplir su promesa, como muchos piensan, y otros creen que no vendrá, sino que el Señor  es paciente con nosotros, porque no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedamos al arrepentimiento. Esta espera pronto tendrá fin, por lo que el arrepentimiento debe ser ahora, porque para mañana es tarde. Cristo vendrá antes del 2017, y así me lo reveló para que se lo comunique al mundo. Los cielos desaparecerán con gran estruendo; los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra y todas sus obras serán quemadas. Vendrán a la luz todo lo pasado, lo bueno y lo malo, y no habrá más tiempo para el arrepentimiento, porque la misericordia y la gracia de Dios terminarán.
El cielo será cerrado para esperar la llegada de los redimidos y no habrá quien reciba nuestras peticiones de última hora. El mundo actual será deshecho, y debemos tratar de ser personas piadosas en nuestra conducta, porque la venida del Señor se está acelerando. En esos días los cielos serán encendidos y deshecho, y los elementos se fundirán abrasados por el fuego. Se celebrará el gran juicio final y los justos serán elevados al encuentro con el Señor, y los impíos serán dejados y destruidos en la tierra. Todo pasará en un solo día. Un día único, como no habrá ni hubo jamás, conocido solo por el Señor.

No podemos  ignorar que para el Señor, un día es como mil años, y mil años como un día. Los cielos fueron hechos por la Palabra de Dios, y la tierra surgió del agua y por el agua subsiste. Por eso el mundo de entonces pereció anegado de agua, y los cielos y la tierra de ahora son conservados por la misma Palabra, guardados para el fuego del día del juicio, y de la destrucción de los hombres impíos. Según sus divinas promesas, nosotros, los fieles, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia. Si sabemos todo esto y lo comprendemos, debemos estar confiados y entender que la paciencia de nuestro Señor, significa salvación. Muchos inconstantes creen que nada de esto es cierto, y por eso tuercen lo que está escrito para perdición de sí mismo, y de los que son mal informados. Debemos estar prevenidos y guardados para que no seamos arrastrados por el error de  los inicuos y mantenernos en nuestras firmezas. Debemos crecer cada día más en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea la gloria ahora y por la eternidad!.

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