miércoles, 18 de diciembre de 2013

LA LECTURA QUE EDIFICA


Un libro es como una puerta abierta que conduce a diferentes caminos y siempre deja entre líneas una enseñanza o moraleja. A través de la lectura podemos cultivar la mente y el espíritu, porque un buen libro, educa, instruye e informa. Por medio de la imaginación, la lectura nos permite viajar y transportarnos a épocas pasadas, y vivir la experiencia de los demás como si fueran nuestras. Los libros biográficos por lo general narran situaciones o circunstancias de la vida real del autor, que a veces nos identifica, sintiéndonos ser parte de los personajes de esa historia, porque encajan perfectamente con nuestro estilo de vida. Un buen libro es aquel que nos motiva a profundizar lo aprendido, poner en acción los pensamientos, soñar y perseguir nuestros objetivos, para algún día hacer realidad lo que queremos ser en el futuro.
El libro más antiguo y más leído de todos los tiempos es la Biblia, porque es el Libro Sagrado que guarda los misterios de la vida del hombre. Pero muy pocos aplican sus enseñanzas. Es el único libro en la tierra, que a su vez está integrado por 66 libros más, incluyendo Cantares, Versos, Salmos y Proverbios. Toda  Palabra de la Biblia fueron inspiraciones dada por Dios a los profetas, por lo que no es escritura de hombres. A pesar que la primera edición data de miles y miles de años atrás, es el libro más traducido del universo, porque existe en todos los idiomas, a excepción de los libros que describen a otros dioses desconocidos, que no es el creador del Universo.
Las Sagradas Escrituras, no es solamente un libro para leer, sino para estudiar, porque  tiene una característica única que no lo tienen los demás libros escritos por la musa inspiradora de la creatividad del hombre. Desde Génesis hasta Apocalipsis, la Biblia nos muestra una sola puerta abierta que representa a Cristo. Por eso no hay contradicción en lo que está escrito. Dios le otorgó una misión y un don diferente a cada hombre usado por él, pero cada libro de la Biblia tiene un fin común. Y es dar a conocer el evangelio de Cristo.
Libros que hablan de la vida de Enoc, Noé, Abrahán, Moisés, Josué, Samuel, David, Jacob, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Zacarías, Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Santiago, Pablo etc., deben estimularnos y sensibilizar nuestro corazón, porque son historias reales de hombres que vivieron al servicio de Dios y que a pesar de que nunca lo vieron en persona, durmieron desarrollando un trabajo motivacional de fe y esperanza. El mundo ha tenido grandes hombres y mujeres que han sido famosos por su trayectoria política, social, económica y religiosa, pero ninguno aunque ya no esté en el mundo de los vivos duerme para siempre, porque sin excepción, todos tendrán que pasar por el juicio final para rendir cuenta de sus obras.
No tenemos justificación si nos perdemos la oportunidad de conocer el plan de salvación que Dios tiene para sus hijos. Libros tan pequeños, como el de Amós, Abdías, Miqueas, Nahúm, Sofonías y Ageo nos hablan del fin de los rebeldes, y todos nos exhortan a buscar a Dios. Malaquías representa nuestra recompensa al obedecer los Mandamientos. El libro de Jonás es un ejemplo de lo que le puede suceder al hombre cuando toma decisiones por su propia cuenta y cambia los mandatos de Dios.
El libro de Job es sinónimo de mansedumbre y temperancia, y el libro de Habacuc es un ejemplo de confianza y perseverancia, porque ambas son necesarias hasta que llegue el cumplimiento de la Promesa. Daniel y Apocalipsis describen lo que sucederá en el tiempo del fin, pero Apocalipsis detalla el final con mayor claridad. Todos estos libros recopilados en uno solo, guardan las estrategias inequívocas que debemos seguir para el desarrollo de la obra que Jesús comenzó en esta tierra, y que somos llamados a continuar hasta que llegue el día glorioso de su segunda venida.
Para llegar al cielo, la Biblia solamente nos señala dos caminos: el camino ancho o camino del mal, y el camino estrecho o camino del bien. Los que han tomado el camino ancho son los ciegos, sordos e ignorantes que van por la vida sin darse cuenta que están desnudos ante el Señor, carentes de todo conocimiento. Son muertos espirituales que deambulan por las calles viviendo del engaño para morir en la decepción. Analfabetos de la verdad que viven desorientados en el tiempo sin entender que Dios es la parte vital de nuestro entorno. Seres que a pesar de su educación tienen un razonamiento ilógico, cayendo en la estupidez del tonto, y viviendo aislados de la realidad que los rodea.
Son personas que creen han actuado con inteligencia frente a la vida, porque han logrado algún tipo de reconocimiento, o han acumulado muchos bienes materiales. Pero viven carentes de toda sabiduría, confundidos, sin poder diferenciar lo falso de lo verdadero. Todo en la vida es transitorio y nadie conoce el mañana, por lo tanto nadie sabe con seguridad el día de su muerte. Los que siguen el camino ancho no han alimentado su espíritu, y por ende no han podido descubrir la fuente de donde nace la inteligencia. Tampoco saben por qué y para que Dios nos puso un cerebro y nos diferenció de los animales al darnos raciocinio. No han dedicado tiempo para buscar el reino de Dios y lo consideran como un tema aislado de toda realidad.
Para estudiar la Biblia y comprenderla se necesita dedicación y dirección, porque es un libro interpretativo. La sabiduría de Dios es infinita y revela a quien él quiere, los misterios de Su Palabra. Sin la ayuda del poder del Espíritu Santo, no podemos hacer nada, ni desarrollar los dones otorgados por Gracia. Todos tenemos un Don a descubrir y poner en práctica, pero es una oportunidad que debemos ejecutar durante la vida y solo se presenta una vez. El hombre fue creado para ser obrero de Cristo, para ser un colaborador al servicio de Jesús.
De la misma forma que los grandes dignatarios tienen a su alrededor hombres y mujeres a sus servicios, que les brindan asesoramiento y los ayudan a tomar decisiones difíciles, asimismo todos debemos estar en la disposición de servirle a Cristo, permitirle que nos use, nos dirija y nos ayude a tomar nuestras propias decisiones. La Biblia es la guía espiritual indispensable que se necesita para poder encontrar el camino a Cristo y revela todo lo que necesitamos saber para el buen vivir. Es el único Libro que con su lectura y estudio puede edificar al hombre, ya que infunde en los demás sentimientos de virtud y piedad.
El ser humano que desee alcanzar el éxito, primero tiene que educarse, y luego poner en práctica lo aprendido para obtener la experiencia. Ninguna experiencia es improvisada, por lo que la experiencia laborar se adquiere a través de la observancia o de la repetición, pero esto no aplica para llegar a conocer a Cristo, ya que este tipo de conocimiento se fundamenta conjuntamente con los estudios, en la acumulación de los conocimientos que una persona logre durante la vida, y está estrechamente relacionada con la cantidad de años que viva ejerciendo un cargo. Mientras más tiempo el hombre pasa desarrollando una misma función, mayor será su conocimiento en ese campo.
Muchas personas tienen un conocimiento empírico o procedimental de las cosas. Obtienen un resultado positivo inmediato de algo que ven hacer a otras personas y lo copian, pero no tienen expectativas en la vida, por lo que la sabiduría no es desarrollada. Por lo tanto consideran como real lo que pueden percibir con los sentidos aunque no lo entiendan. No ejercitan sus neuronas y estas se debilitan, perdiendo así la percepción de la vida. Son llevados por las características exteriores de todo lo que ven, pero sin seguir ningún método o guía, por lo que nunca llegan a tener un conocimiento factual del porqué de las cosas.
La Biblia fue inspirada para que a través de su lectura, pudiéramos desarrollar una relación con Cristo y lograr un conocimiento a priori del verdadero significado de nuestra existencia, sin necesidad de pasar por una experiencia desagradable o traumática. En la antigüedad Dios hablaba directamente al hombre justo, y también enviaba mensajes a través de sus ángeles. En la actualidad, hemos perdido toda comunicación con Cristo, porque él nos habla a través de la Palabra escrita, pero si no leemos, no podemos saber lo que nos dice. Por consiguiente, Él nos deja en la ignorancia. Solamente es posible tener una experiencia con el Espíritu de Cristo en nuestras vidas, si tenemos la expectativa de conocerlo.
Sin tomar en cuenta las circunstancias que vivamos, las Sagradas Escrituras representan nuestra guía, nuestro manual de procedimiento para conocer las Promesas, y aprender a vivir en el mundo. Cuando nos dejamos guiar por Cristo, él nos capacita para poder caminar seguros por el terreno que pisamos. La relación con Cristo se inicia cuando creemos en su existencia y ponemos en práctica Sus enseñanzas. No conformándonos solamente con lo que vemos, sino experimentar con lo que es espiritual, pero sin tener una prueba fehaciente de lo que es, porque lo espiritual es abstracto y su experiencia contribuye sensiblemente a la sabiduría de los sabios. La sabiduría es un don que Dios solo le otorga a sus elegidos. Por ende, no todos podemos tener una compresión absoluta de lo que Dios dice en su Palabra y hace en la vida del hombre, porque el Espíritu es el que revela y convence.
El único ser Omnisciente es Dios, y nos podemos beneficiar y aferrarnos a Él por medio de su Palabra, porque el conocimiento no se crea, sino que existe en la mente de Dios por toda la eternidad y él se lo da a quien tiene interés en recibirlo. El Señor dice en su Palabra: “Mi pueblo perece por falta de conocimiento”. No se necesita muchos años de estudios, ni esperar toda una vida para experimentar vivir en el Espíritu de Cristo. Basta solamente desearlo, pedirlo  y esperar que él responda. Es algo que Dios hace de forma individual a través de nuestros sentidos, y cuando esto sucede, no deja lugar a dudas de que lo que recibimos proviene del Espíritu.
En un solo instante, sin darnos cuenta nos transforma en un abrir y cerrar de ojos, mostrándonos su inefable poder. De manera mágica, misteriosa y milagrosa, comenzamos a pensar distinto, actuamos diferente, encontramos el balance en la vida, el equilibrio, la paz, y la comprensión se vuelve más ágil. La mente comienza a percibir las cosas antes de que sucedan. Y cuando se materializan comprobamos el mensaje. El Espíritu de Dios se siente en nuestro interior, aunque no podamos verlo. Cuando vivimos esa experiencia, entonces podemos decir que conocemos a Cristo.
En el mercado existe una inmensa variedad de libros redactados de diferentes formas, con diferentes objetivos y escritos por un sin número de autores. Libros narrativos, descriptivos, instructivos, conversacionales, libros de textos, biográficos, poéticos, de misterio, fantasía, aventuras etc. Algunos de estos libros adquieren tanta fama que se convierten en best-seller. Toda obra literaria está sujeta a la opinión pública y pasa por las críticas de los conocedores del arte. Pero el único libro que ningún ser humano puede plagiar, juzgar, ni pasar por la lupa de los críticos, es la Biblia, porque ella se explica a sí misma. Es el único libro cuyo autor aún no hemos visto, pero del que más se ha hablado. Ni siquiera su impostor puede hacer realidad por el mismo todo lo que está escrito, o evitar lo que ha sido anunciado y que aún no ha sucedido.
La Sagradas Escrituras fueron dictadas por el Espíritu de Dios de forma que abarcara todos los géneros literarios en un solo libro. Su estilo es inigualable e incomparable, donde se funde lo clásico con lo contemporáneo, por lo que no entra en ninguna clasificación literaria. Es una obra original y magistral que aunque existen diferentes versiones, está especializada y diseñada para que no se le pueda cambiar ni siquiera una tilde, ni tampoco se le pueda agregar nada. Así dice el Señor en el libro de Apocalipsis: “Advierto a todo el que oye las Palabras de la profecía de este libro: Si alguno le añade algo, Dios traerá sobre el las plagas escritas en este libro. “Y si alguno quita algo de las Palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del Libro de la Vida y de la santa ciudad”.
La Biblia no está sujeta a discusión. Ella describe de forma infalible, la obra Majestuosa de la creación de Dios y de todo lo que existe en el planeta. Habla del principio y el fin del hombre, del antes y el después de todo lo que nos rodea, y de lo que nunca hemos visto. Es el Libro más completo que existe, porque no solo informa, también educa sin que el Maestro este presente. Y si somos obedientes, nos disciplina, atribuyéndole también la capacidad de transformarnos. Capitulo tras capitulo, nos revela el camino que debe recorrer todo hombre que dice amar a Cristo, y nos estimula a imitar su carácter. El amor queda plasmado en cada expresión, y su lectura nos permite volver al pasado para corregir nuestros errores, tomando como modelo la experiencia de otros que ya fueron probados por Dios antes que nosotros.
Es de gran beneficio para los que vivimos en el presente, porque nos brinda calidad de vida y nos mantiene vivos en la esperanza. Su impecable excelencia y el rigor intelectual y académico con que está escrita nos permiten con cada una de sus páginas, tener un conocimiento a posteriori de lo que sucederá en el futuro, sin la necesidad de vivir en él. Nos permite viajar a través del tiempo, y experimentar ahora lo que a veces consideramos como irreal, pero que creemos por fe. Hechos que por nuestro propio esfuerzo, no podemos percibirlo como verdadero. Existe un solo pecado imperdonable y es el que comete todo aquel que se atreve a dudar de las obras del Espíritu.
Cada Palabra del Señor, cada versículo de la Biblia, son mensajes de Dios dirigidos al hombre. Si tomáramos con seriedad el estudio de las Sagradas Escrituras, nos daríamos cuenta que la verdad nunca ha estado oculta, que la bondad y misericordia de Dios es tan grande, que nos dejó escrito y diseñado el plano para la construcción del templo de su Santo Espíritu, para que Él pudiera morar en nosotros. Todos fuimos creados con un propósito. La vida no significa solamente ocupar un lugar en el espacio, sino que tenemos que escudriñar la Palabra de Vida que ha sido revelada, y obtener un conocimiento claro de cómo hacer las cosas de forma correcta ante los ojos de Dios.
Muchos no leen la Biblia, porque no desean compromiso. No les interesa descubrir la clave que les permitirá al mismo tiempo detenerse, y echar una mirada a las condiciones materiales de su existencia y compararlas con los valores espirituales. Diariamente, a través de los medios televisivos, radiales y por las redes sociales, recibimos toda clase de información. Por el internet podemos conocer todo lo que sucede alrededor del mundo. Pero la sabiduría de Dios es perfecta, porque ningún medio televisivo, radial o satelital puede tener un conocimiento previo de la llegada del Señor. Este conocimiento solo lo adquieren los que estudian la Biblia, porque aunque esta no especifica el día ni la hora, nos da las señales exactas del tiempo que marcará su regreso.
La obediencia a Dios es lo que nos permite echar los cimientos para comenzar a edificar su templo y deriva de la práctica, de la participación y de la vivencia con el Espíritu. Es una construcción que se elabora de forma individual, no colectiva. Al construir un edificio, primero el arquitecto diseña los planos. Sigue la trayectoria de lo que tiene en mente, formando líneas rectas entre los diferentes puntos, hasta que le da forma y obtiene un bosquejo que luego el ingeniero desarrolla con ayuda de otros obreros. Este plano es la guía para el desarrollo del proyecto, pero debe ser leído por el ingeniero y seguir sus instrucciones. Evolucionar con el trabajo pese a cualquier inconveniente hasta convertirse en una obra completada.
Necesitamos seguir las instrucciones de Dios. Leer Sus cartas, explorar el mapa y escoger un lugar seguro para construir nuestro templo, para que las corrientes del mal no debiliten la base antes de terminar la obra, porque la vida está llena de dolor, de situaciones difíciles, de engaños y decepciones. Pero el que edifica en Cristo y lo hace una prioridad en su vida, llevará su obra hasta el final y saldrá vencedor en todo lo que haga. Las Sagradas Escrituras representan la base que indica los pasos a seguir para desarrollar nuestra vida espiritual y crecer en Cristo.
Estamos ante un mundo difícil y es urgente que actuemos. Una actitud evasiva no elimina lo porvenir, pero provoca que la conciencia se duerma y caiga en el engaño. Debemos vivir en el mundo con lo necesario y prepararnos para lo contingente, porque el regreso de Cristo no depende de nosotros, pero la salvación es una opción, y depende de lo que hacemos. No rechacemos la verdad de Dios revelada en las Escrituras, porque es la esencia de la vida, y nos prepara para lo inevitable. Nuestra única meta debe consistir en acumular experiencias edificantes en nuestras vidas. Aferrarnos a la Roca viva del Espíritu de Cristo para que nuestro conocimiento no este fragmentado.
La Biblia es un Libro que nadie promociona, pero es el de mayor prestigio, porque no hay mentira en él, ni intereses económicos envueltos y se puede conseguir gratuitamente. Tiene instrucciones precisas y exactas del plan de salvación para todo el que desee conocerlo. Cada palabra escrita nos instruye para aprender a formar la línea recta que nos conducirá a encontrar el equilibrio de la vida, para que cuando Dios nos pese en la balanza de su justicia no nos encuentre faltos. Las Sagradas Escrituras nos preparan para tener un fundamento sólido en nuestras vidas hasta ser idóneos para la herencia celestial. Es el único libro del que podemos partir para llegar a obtener una sana reflexión, sin caer en las trampas de una realidad que no fue creada por Dios, y llegar a conclusiones equivocadas.
Hay muchas cosas que no podemos evitar ver, pero debemos ser selectivos con lo que leemos. Todo lo que escuchamos lo podemos corroborar con lo que está escrito por el Creador. Hoy en día todo se puede investigar, pero si no nos educamos y aprendemos lo que es verdadero, nunca podremos reconocer lo falso. La ignorancia se cura con la educación, pero la estupidez de los tontos es una enfermedad terminal que padecen los desgraciados que carecen de sueños, porque han encerrado sus mentes en una cárcel y nunca buscaron en el lugar correcto para encontrar la llave.
El Libro de la Biblia debe existir en todos los hogares y por lo menos esforzarnos en leer y aprender un versículo diariamente. Es un tesoro muy valioso que no se hizo para adornar o engañarnos a nosotros mismos creyendo que por tenerlo con nosotros somos cristianos, sino para abrirlo, estudiarlo y llevar una vida placentera y feliz de acuerdo a los buenos principios y voluntad divina. Es en el único Libro que encontramos la respuesta a todas nuestras preguntas. Ojalá que la meta de todo ser humano para este nuevo año sea dedicar tiempo a la lectura de la Biblia antes de que sea demasiado tarde, y el Espíritu Santo se retire del mundo. Alabado y Glorificado sea el Señor por siempre. Bienaventurados son todos los que creen en su Palabra. Amén.

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