sábado, 18 de enero de 2014

FIDELIDAD Y COMPROMISO


“No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague. Nada está oculto entre el cielo y la tierra. Y todo ha sido anunciado”                                                 

Dios justifica y salva. Nos sostiene y nos cuida, porque Sus Promesas son fieles y verdaderas. Todos estamos en deuda con el Señor, porque nos creó con una misión específica de forma individual, pero muchos pasan por la vida sin encontrarle el sentido, y nunca llegan a descubrir el verdadero propósito de su existencia. Fuimos comprados a muy alto precio, no con dinero, sino con el derramamiento de la sangre de Jesús, y somos llamados a mirar siempre al Señor para poder ser salvos y heredar la justa Promesa. A el vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados. -----Así dice el Señor----“Acordaos de las cosas pasadas, las cosas antiguas. Yo Soy Dios, y no hay otro. Nada hay semejante a mí. “Que anuncio el fin desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho. Que digo: “Mis planes se cumplirán y hago todo lo que deseo”. “Que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Lo dije, y lo haré. Me propuse, y también lo cumpliré”.
La fidelidad es una propiedad esencial del amor, y el amor es el fundamento de nuestra esperanza. Dios es fiel a Sus promesas y a Sus amenazas. Es justo y recto, pero también castiga al injusto, infiel y desobediente. La suprema fidelidad de Dios nos ayuda a perseverar hasta el final de nuestro peregrinar en la tierra. Cuando tomamos la decisión definitiva e irrevocable de seguirle, hacemos un compromiso para toda la vida, porque Él es el Jinete Fiel y Verdadero que juzga y pelea con justicia por todos los que le aman. El concepto de fidelidad es algo que se vive a nivel abstracto, de forma espiritual, e implica una conexión verdadera con la fuente de la creación que es Dios. Cuando somos fieles, desarrollamos un vínculo de lealtad incondicional para servirle a Dios. Nuestra capacidad espiritual crece constantemente, perseverando en la virtud del compromiso que hacemos para cumplir a Dios todo lo que prometemos. El actuar en contra de la voluntad de Dios produce un sentimiento de culpa, que nos hace buscar el arrepentimiento.
Las promesas que le hacemos a Dios significan tomar una acción soberana, porque Dios es Soberano en su Ley, y en Sus compromisos. La decisión de servirle, es un compromiso que revela una gran soberanía de espíritu, ya que exige decidir hoy lo que vamos a hacer en adelante, sin importar las condiciones que no podemos prever. El que es fiel siempre cumple sus promesas sin importar los cambios que puedan surgir con el correr del tiempo, porque el que promete se adelanta al tiempo de forma libre y voluntaria, esperando recibir lo que aún no tiene en las manos. La voluntad es lo que nos hace permanecer fieles, porque decidimos transformar nuestras vidas en cada instante, conforme al proyecto establecido por Dios en el acto de la Promesa y en el Plan de salvación, donde solo pensamos en construir una vida nueva, orientada hacia lo alto, caminando de frente sin mirar atrás.
Fidelidad es la capacidad de no mentir, ni engañar, no traicionar a los demás. Es una virtud y valor humano que nos faculta para cumplir con los pactos y compromisos adquiridos, como los que Dios hizo con los Profetas. Es el cumplimiento de la palabra dada independientemente de las circunstancias de la vida. Dios es fiel en Su promesa, y nosotros debemos ser fieles a su amor, porque es invariable. Valorar por encima de todo a Nuestro Soberano, mostrándole obediencia y renunciando a nuestro propio “Yo”. Mantenernos firmes y constantes  en el deber y en el desarrollo de nuestras obligaciones. Jesús con su carácter, nos dejó un ejemplo de las cualidades del hombre fiel: nobleza, lealtad, humildad, honestidad, constancia, rectitud, devoción, puntualidad, responsabilidad, confianza, y amistad. Es permanecer y estar firmes en lo que comenzamos, pero solo lo podemos demostrar por medio de la obediencia. El Señor dice en su Palabra: “Decís que me amáis, pero no me obedecéis?”
La fidelidad implica compromiso, porque el compromiso es una obligación contraída por la palabra dada en la promesa. Pero para que exista un compromiso es indispensable que haya un conocimiento previo de lo que nos estamos comprometiendo a cumplir. Debemos actuar en pro de alcanzar los objetivos trazados. Dios pactó un compromiso con los hombres. Comisionó y desarrolló una relación con Moisés, para que dirigiera a su pueblo, y le dio la misión de liberar a Israel que vivía sometido a la esclavitud del Faraón de Egipto. Y Dios oyó su gemido, y se acordó de su pacto con Abrahán, Isaac y Jacob. Moisés antes de aceptar su misión no necesitó de un contrato por escrito para cumplir su compromiso. Solamente obedeció y actuó.
El Señor también mostró a Moisés que siempre cumple lo que promete. Le dijo que no entraría en la tierra prometida, como castigo por su rebeldía al herir la roca con su vara dos veces  para que brotara agua, cuando el Señor le había dicho que le hablara cuando estuviera frente al pueblo para Santificarse ante los israelitas. Moisés murió en la tierra de Moab, justo en el lugar que el Señor le había indicado, y solo pudo mirar la tierra de Canaán desde lejos.---Así dijo el Señor a Moisés---“Porque pecasteis contra mí en medio de Israel, ante las aguas de la rencilla de Cades, en el desierto de Zin; porque no manifestasteis mi santidad ante los israelitas. “Por eso, sólo verás la tierra desde lejos, pero no entrarás en ella, en esa tierra que doy a los israelitas”.
Moisés nunca descuidó el objetivo de lo que Dios quería de él, no se distrajo, siempre miró hacia el frente y colocó su mirada en el Señor, esperando sus instrucciones y dirección. Aunque al principio pensó que el pueblo no le creería, porque no había visto al Señor, y por eso, pidió verle. Dios le mostró su poder milagroso cuando convirtió su vara en culebra, y su mano la cubrió de lepra, volviéndolas luego a su estado normal. Aun así Moisés insistía en no hablarle al pueblo, ni al rey de Egipto porque era tardo del habla y torpe de lengua. Pero el Señor le dijo: “Así, ve, yo estaré en tu boca, y te enseñaré   lo que hayas de hablar”, pero Moisés insistía que mandara a otro, por lo que Dios se molestó. Finalmente Moisés aceptó y cumplió su cometido. Pudo ver hecho realidad todo lo que el Señor le había prometido que sucedería. Cada plaga enviada al pueblo de Egipto sucedió en el tiempo fijado por Dios, exactamente igual a como le había dicho a Moisés que pasaría. Pero Israel, Su pueblo escogido, Su pueblo amado no sufrió las consecuencias de las plagas, a pesar de que estaban en la misma ciudad.
Comprometerse con Dios significa estar conectados con la red celestial en todo momento. Es algo indispensable en la vida del creyente, porque sin compromiso no podemos tener el conocimiento de lo que Dios quiere de nosotros. Esto demanda tiempo de estudio de la Palabra, oración, días de ayuno, testificar de lo que Dios hace con nosotros,  y estar dispuestos a servirle en el desarrollo de su obra, comprometiéndonos a no ceder, a no retroceder sin importar lo que venga. Es imperativo un compromiso de verdad, una entrega absoluta a Dios de la mente y el corazón, con la certeza de que se cumplirá lo prometido en la divina Promesa del Salvador Jesucristo. La fidelidad y el compromiso son palabras con un significado de gran poder y profundidad. Recibimos un privilegio del Señor cuando nos delega una misión, porque esto es algo que no se le otorga a todo el mundo, sino a Sus elegidos. Dios nos provee de las herramientas necesarias para salir victoriosos  de todo lo que hacemos en su Nombre.
El compromiso representa la compañía de alguien, a favor de quien, con quién hacemos el compromiso, y la misión o el encargo que recibimos. Simboliza la aceptación a la obediencia, y la obligación de unirnos a la causa, porque la voluntad esta explícita en el compromiso. La misión es la que nos faculta para ir a desempeñar algún cometido, dándonos el poder, el derecho, la autorización y la aptitud para permitirnos llevar a cabo una determinada acción, orientadas bajo la dirección de Dios. Debemos declararle al Señor que estamos en disposición de ser usados. Esta declaración después de ser hecha, representa el inicio de un viaje del que solo conocemos el punto de partida, pero desconocemos la ruta exacta de cómo llegar a su destino, por lo que siempre en su recorrido habrá adversidades, tribulaciones y caídas que nos recordarán cual fue el compromiso asumido y la Promesa señalada por Dios.  Cada aflicción nos recordará el precio pagado por Jesucristo en la cruz, y que nos compró y limpió con Su preciosa sangre.
Etimológicamente hablando, promesa y compromiso tienen un mismo significado y están estrechamente ligadas, porque la Promesa de Dios recorre toda la historia de la humanidad y el compromiso que hizo con su pueblo está atado en el cielo, sostenido por la Roca que representa a Cristo. Las Sagradas Escrituras describen el Plan de salvación y el camino que debemos seguir para alcanzarlo. Por lo tanto, lo que está escrito se cumplirá en el tiempo señalado. Si permanecemos fieles en el Señor, siempre nos levantaremos con nuevas energías para lograr llegar a la meta, y ver transformada la Promesa en realidad. El deseo es la clave para sentirnos motivados, pero camina unido a la determinación y al compromiso de dirigir nuestras vidas hacia el camino correcto, para que nos permita alcanzar la salvación. Jesucristo dirige todas nuestras acciones, pero solamente puede obrar en nosotros cuando nos entregamos y nos rendimos a él, para que haga su voluntad en nosotros. La providencia de Dios asume el compromiso humano, y nuestro compromiso es lo que nos brinda la posibilidad de que la Promesa de Dios se haga realidad en nuestras vidas.
Cristo volverá visiblemente: Mirad que viene con las nubes; y todo ojo lo verá, aun los que lo traspasaron. Y todos los linajes de la tierra se lamentarán por él. ¡Así sea! ¡Amén!. “Yo Soy el Alfa y la Omega---dice el Señor Dios---, el que es, el que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. “Así dice el Amén, el Testigo Fiel y Verdadero, el origen de la creación de Dios: “Al que venza, le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono”. El que testifica de estas cosas, dice: “Ciertamente, vengo en breve”. ¡Amén!. Esta es la Promesa para los fieles que han hecho un compromiso con Dios!.
Has hecho ya tu compromiso con el Señor?. Si tu respuesta es positiva, se fiel, porque el Reino de los cielos es un lugar reservado para los fieles que viven a la espera de ver la Promesa de nuestro Salvador Jesús y anhelan su llegada. Si por el contrario, todavía no has hecho tu decisión, es mandatorio hacerlo, es el momento de comprometerse y mostrarle fidelidad al creador, porque el tiempo casi se ha cumplido. Entrégale tu vida a  Cristo, porque él solo espera la hora fijada para despojarse de Sus vestiduras sacerdotales y vestirse de la Majestad Divida del Rey, y esto puede suceder en cualquier momento!. Que el Señor derrame bendiciones a la vida de todo aquel que lea este artículo y lo ponga en practica. Amén.





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