Un libro es
como una puerta abierta que conduce a diferentes caminos y siempre deja entre
líneas una enseñanza o moraleja. A través de la lectura podemos cultivar la
mente y el espíritu, porque un buen libro, educa, instruye e informa. Por medio
de la imaginación, la lectura nos permite viajar y transportarnos a épocas
pasadas, y vivir la experiencia de los demás como si fueran nuestras. Los
libros biográficos por lo general narran situaciones o circunstancias de la
vida real del autor, que a veces nos identifica, sintiéndonos ser parte de los
personajes de esa historia, porque encajan perfectamente con nuestro estilo de
vida. Un buen libro es aquel que nos motiva a profundizar lo aprendido, poner
en acción los pensamientos, soñar y perseguir nuestros objetivos, para algún día
hacer realidad lo que queremos ser en el futuro.
El libro más
antiguo y más leído de todos los tiempos es la Biblia, porque es el Libro
Sagrado que guarda los misterios de la vida del hombre. Pero muy pocos aplican
sus enseñanzas. Es el único libro en la tierra, que a su vez está integrado por
66 libros más, incluyendo Cantares, Versos, Salmos y Proverbios. Toda Palabra de la Biblia fueron inspiraciones
dada por Dios a los profetas, por lo que no es escritura de hombres. A pesar
que la primera edición data de miles y miles de años atrás, es el libro más
traducido del universo, porque existe en todos los idiomas, a excepción de los libros
que describen a otros dioses desconocidos, que no es el creador del Universo.
Las Sagradas
Escrituras, no es solamente un libro para leer, sino para estudiar, porque tiene una característica única que no lo
tienen los demás libros escritos por la musa inspiradora de la creatividad del
hombre. Desde Génesis hasta Apocalipsis, la Biblia nos muestra una sola puerta
abierta que representa a Cristo. Por eso no hay contradicción en lo que está
escrito. Dios le otorgó una misión y un don diferente a cada hombre usado por
él, pero cada libro de la Biblia tiene un fin común. Y es dar a conocer el
evangelio de Cristo.
Libros que hablan de la vida de Enoc, Noé, Abrahán, Moisés, Josué, Samuel, David, Jacob, Isaías, Jeremías, Ezequiel,
Zacarías, Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Santiago, Pablo etc., deben estimularnos
y sensibilizar nuestro corazón, porque son historias reales de hombres que vivieron
al servicio de Dios y que a pesar de que nunca lo vieron en persona, durmieron
desarrollando un trabajo motivacional de fe y esperanza. El mundo ha tenido
grandes hombres y mujeres que han sido famosos por su trayectoria política,
social, económica y religiosa, pero ninguno aunque ya no esté en el mundo de
los vivos duerme para siempre, porque sin excepción, todos tendrán que pasar
por el juicio final para rendir cuenta de sus obras.
No tenemos justificación
si nos perdemos la oportunidad de conocer el plan de salvación que Dios tiene
para sus hijos. Libros tan pequeños, como el de Amós, Abdías, Miqueas, Nahúm, Sofonías
y Ageo nos hablan del fin de los rebeldes, y todos nos exhortan a buscar a
Dios. Malaquías representa nuestra recompensa al obedecer los Mandamientos. El
libro de Jonás es un ejemplo de lo que le puede suceder al hombre cuando toma
decisiones por su propia cuenta y cambia los mandatos de Dios.
El libro de Job
es sinónimo de mansedumbre y temperancia, y el libro de Habacuc es un ejemplo de
confianza y perseverancia, porque ambas son necesarias hasta que llegue el
cumplimiento de la Promesa. Daniel y Apocalipsis describen lo que sucederá en el
tiempo del fin, pero Apocalipsis detalla el final con mayor claridad. Todos
estos libros recopilados en uno solo, guardan las estrategias inequívocas que
debemos seguir para el desarrollo de la obra que Jesús comenzó en esta tierra,
y que somos llamados a continuar hasta que llegue el día glorioso de su segunda
venida.
Para llegar
al cielo, la Biblia solamente nos señala dos caminos: el camino ancho o camino
del mal, y el camino estrecho o camino del bien. Los que han tomado el camino
ancho son los ciegos, sordos e ignorantes que van por la vida sin darse cuenta
que están desnudos ante el Señor, carentes de todo conocimiento. Son muertos
espirituales que deambulan por las calles viviendo del engaño para morir en la decepción.
Analfabetos de la verdad que viven desorientados en el tiempo sin entender que
Dios es la parte vital de nuestro entorno. Seres que a pesar de su educación tienen
un razonamiento ilógico, cayendo en la estupidez del tonto, y viviendo aislados
de la realidad que los rodea.
Son personas
que creen han actuado con inteligencia frente a la vida, porque han logrado algún
tipo de reconocimiento, o han acumulado muchos bienes materiales. Pero viven
carentes de toda sabiduría, confundidos, sin poder diferenciar lo falso de lo
verdadero. Todo en la vida es transitorio y nadie conoce el mañana, por lo
tanto nadie sabe con seguridad el día de su muerte. Los que siguen el camino
ancho no han alimentado su espíritu, y por ende no han podido descubrir la
fuente de donde nace la inteligencia. Tampoco saben por qué y para que Dios nos
puso un cerebro y nos diferenció de los animales al darnos raciocinio. No han
dedicado tiempo para buscar el reino de Dios y lo consideran como un tema aislado
de toda realidad.
Para estudiar
la Biblia y comprenderla se necesita dedicación y dirección, porque es un libro
interpretativo. La sabiduría de Dios es infinita y revela a quien él quiere,
los misterios de Su Palabra. Sin la ayuda del poder del Espíritu Santo, no
podemos hacer nada, ni desarrollar los dones otorgados por Gracia. Todos
tenemos un Don a descubrir y poner en práctica, pero es una oportunidad que
debemos ejecutar durante la vida y solo se presenta una vez. El hombre fue
creado para ser obrero de Cristo, para ser un colaborador al servicio de Jesús.
De la misma
forma que los grandes dignatarios tienen a su alrededor hombres y mujeres a sus
servicios, que les brindan asesoramiento y los ayudan a tomar decisiones
difíciles, asimismo todos debemos estar en la disposición de servirle a Cristo,
permitirle que nos use, nos dirija y nos ayude a tomar nuestras propias decisiones.
La Biblia es la guía espiritual indispensable que se necesita para poder
encontrar el camino a Cristo y revela todo lo que necesitamos saber para el
buen vivir. Es el único Libro que con su lectura y estudio puede edificar al
hombre, ya que infunde en los demás sentimientos de virtud y piedad.
El ser humano
que desee alcanzar el éxito, primero tiene que educarse, y luego poner en
práctica lo aprendido para obtener la experiencia. Ninguna experiencia es improvisada,
por lo que la experiencia laborar se adquiere a través de la observancia o de
la repetición, pero esto no aplica para llegar a conocer a Cristo, ya que este
tipo de conocimiento se fundamenta conjuntamente con los estudios, en la
acumulación de los conocimientos que una persona logre durante la vida, y está
estrechamente relacionada con la cantidad de años que viva ejerciendo un cargo.
Mientras más tiempo el hombre pasa desarrollando una misma función, mayor será
su conocimiento en ese campo.
Muchas
personas tienen un conocimiento empírico o procedimental de las cosas. Obtienen
un resultado positivo inmediato de algo que ven hacer a otras personas y lo
copian, pero no tienen expectativas en la vida, por lo que la sabiduría no es
desarrollada. Por lo tanto consideran como real lo que pueden percibir con los
sentidos aunque no lo entiendan. No ejercitan sus neuronas y estas se
debilitan, perdiendo así la percepción de la vida. Son llevados por las
características exteriores de todo lo que ven, pero sin seguir ningún método o
guía, por lo que nunca llegan a tener un conocimiento factual del porqué de las
cosas.
La Biblia fue
inspirada para que a través de su lectura, pudiéramos desarrollar una relación
con Cristo y lograr un conocimiento a priori del verdadero significado de
nuestra existencia, sin necesidad de pasar por una experiencia desagradable o
traumática. En la antigüedad Dios hablaba directamente al hombre justo, y
también enviaba mensajes a través de sus ángeles. En la actualidad, hemos
perdido toda comunicación con Cristo, porque él nos habla a través de la
Palabra escrita, pero si no leemos, no podemos saber lo que nos dice. Por
consiguiente, Él nos deja en la ignorancia. Solamente es posible tener una
experiencia con el Espíritu de Cristo en nuestras vidas, si tenemos la
expectativa de conocerlo.
Sin tomar en
cuenta las circunstancias que vivamos, las Sagradas Escrituras representan
nuestra guía, nuestro manual de procedimiento para conocer las Promesas, y
aprender a vivir en el mundo. Cuando nos dejamos guiar por Cristo, él nos
capacita para poder caminar seguros por el terreno que pisamos. La relación con
Cristo se inicia cuando creemos en su existencia y ponemos en práctica Sus
enseñanzas. No conformándonos solamente con lo que vemos, sino experimentar con
lo que es espiritual, pero sin tener una prueba fehaciente de lo que es, porque
lo espiritual es abstracto y su experiencia contribuye sensiblemente a la
sabiduría de los sabios. La sabiduría es un don que Dios solo le otorga a sus
elegidos. Por ende, no todos podemos tener una compresión absoluta de lo que
Dios dice en su Palabra y hace en la vida del hombre, porque el Espíritu es el
que revela y convence.
El único ser
Omnisciente es Dios, y nos podemos beneficiar y aferrarnos a Él por medio de su
Palabra, porque el conocimiento no se crea, sino que existe en la mente de Dios
por toda la eternidad y él se lo da a quien tiene interés en recibirlo. El Señor
dice en su Palabra: “Mi pueblo perece por falta de conocimiento”. No se
necesita muchos años de estudios, ni esperar toda una vida para experimentar
vivir en el Espíritu de Cristo. Basta solamente desearlo, pedirlo y esperar que él responda. Es algo que Dios hace
de forma individual a través de nuestros sentidos, y cuando esto sucede, no
deja lugar a dudas de que lo que recibimos proviene del Espíritu.
En un solo
instante, sin darnos cuenta nos transforma en un abrir y cerrar de ojos, mostrándonos
su inefable poder. De manera mágica, misteriosa y milagrosa, comenzamos a
pensar distinto, actuamos diferente, encontramos el balance en la vida, el
equilibrio, la paz, y la comprensión se vuelve más ágil. La mente comienza a percibir
las cosas antes de que sucedan. Y cuando se materializan comprobamos el
mensaje. El Espíritu de Dios se siente en nuestro interior, aunque no podamos
verlo. Cuando vivimos esa experiencia, entonces podemos decir que conocemos a
Cristo.
En el mercado
existe una inmensa variedad de libros redactados de diferentes formas, con
diferentes objetivos y escritos por un sin número de autores. Libros narrativos,
descriptivos, instructivos, conversacionales, libros de textos, biográficos, poéticos,
de misterio, fantasía, aventuras etc. Algunos de estos libros adquieren tanta
fama que se convierten en best-seller. Toda obra literaria está sujeta a la
opinión pública y pasa por las críticas de los conocedores del arte. Pero el
único libro que ningún ser humano puede plagiar, juzgar, ni pasar por la lupa
de los críticos, es la Biblia, porque ella se explica a sí misma. Es el único libro
cuyo autor aún no hemos visto, pero del que más se ha hablado. Ni siquiera su
impostor puede hacer realidad por el mismo todo lo que está escrito, o evitar
lo que ha sido anunciado y que aún no ha sucedido.
La Sagradas
Escrituras fueron dictadas por el Espíritu de Dios de forma que abarcara todos
los géneros literarios en un solo libro. Su estilo es inigualable e
incomparable, donde se funde lo clásico con lo contemporáneo, por lo que no
entra en ninguna clasificación literaria. Es una obra original y magistral que
aunque existen diferentes versiones, está especializada y diseñada para que no
se le pueda cambiar ni siquiera una tilde, ni tampoco se le pueda agregar nada.
Así dice el Señor en el libro de Apocalipsis: “Advierto a todo el que oye las
Palabras de la profecía de este libro: Si alguno le añade algo, Dios traerá
sobre el las plagas escritas en este libro. “Y si alguno quita algo de las
Palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del Libro de la Vida
y de la santa ciudad”.
La Biblia no
está sujeta a discusión. Ella describe de forma infalible, la obra Majestuosa
de la creación de Dios y de todo lo que existe en el planeta. Habla del
principio y el fin del hombre, del antes y el después de todo lo que nos rodea,
y de lo que nunca hemos visto. Es el Libro más completo que existe, porque no solo
informa, también educa sin que el Maestro este presente. Y si somos obedientes,
nos disciplina, atribuyéndole también la capacidad de transformarnos. Capitulo
tras capitulo, nos revela el camino que debe recorrer todo hombre que dice amar
a Cristo, y nos estimula a imitar su carácter. El amor queda plasmado en cada
expresión, y su lectura nos permite volver al pasado para corregir nuestros
errores, tomando como modelo la experiencia de otros que ya fueron probados por
Dios antes que nosotros.
Es de gran
beneficio para los que vivimos en el presente, porque nos brinda calidad de
vida y nos mantiene vivos en la esperanza. Su impecable excelencia y el rigor intelectual
y académico con que está escrita nos permiten con cada una de sus páginas, tener
un conocimiento a posteriori de lo que sucederá en el futuro, sin la necesidad
de vivir en él. Nos permite viajar a través del tiempo, y experimentar ahora lo
que a veces consideramos como irreal, pero que creemos por fe. Hechos que por
nuestro propio esfuerzo, no podemos percibirlo como verdadero. Existe un solo
pecado imperdonable y es el que comete todo aquel que se atreve a dudar de las obras
del Espíritu.
Cada Palabra
del Señor, cada versículo de la Biblia, son mensajes de Dios dirigidos al hombre.
Si tomáramos con seriedad el estudio de las Sagradas Escrituras, nos daríamos
cuenta que la verdad nunca ha estado oculta, que la bondad y misericordia de
Dios es tan grande, que nos dejó escrito y diseñado el plano para la
construcción del templo de su Santo Espíritu, para que Él pudiera morar en
nosotros. Todos fuimos creados con un propósito. La vida no significa solamente
ocupar un lugar en el espacio, sino que tenemos que escudriñar la Palabra de
Vida que ha sido revelada, y obtener un conocimiento claro de cómo hacer las
cosas de forma correcta ante los ojos de Dios.
Muchos no
leen la Biblia, porque no desean compromiso. No les interesa descubrir la clave
que les permitirá al mismo tiempo detenerse, y echar una mirada a las
condiciones materiales de su existencia y compararlas con los valores
espirituales. Diariamente, a través de los medios televisivos, radiales y por
las redes sociales, recibimos toda clase de información. Por el internet
podemos conocer todo lo que sucede alrededor del mundo. Pero la sabiduría de
Dios es perfecta, porque ningún medio televisivo, radial o satelital puede
tener un conocimiento previo de la llegada del Señor. Este conocimiento solo lo
adquieren los que estudian la Biblia, porque aunque esta no especifica el día
ni la hora, nos da las señales exactas del tiempo que marcará su regreso.
La obediencia
a Dios es lo que nos permite echar los cimientos para comenzar a edificar su
templo y deriva de la práctica, de la participación y de la vivencia con el Espíritu.
Es una construcción que se elabora de forma individual, no colectiva. Al
construir un edificio, primero el arquitecto diseña los planos. Sigue la
trayectoria de lo que tiene en mente, formando líneas rectas entre los diferentes
puntos, hasta que le da forma y obtiene un bosquejo que luego el ingeniero
desarrolla con ayuda de otros obreros. Este plano es la guía para el desarrollo
del proyecto, pero debe ser leído por el ingeniero y seguir sus instrucciones.
Evolucionar con el trabajo pese a cualquier inconveniente hasta convertirse en
una obra completada.
Necesitamos
seguir las instrucciones de Dios. Leer Sus cartas, explorar el mapa y escoger
un lugar seguro para construir nuestro templo, para que las corrientes del mal
no debiliten la base antes de terminar la obra, porque la vida está llena de
dolor, de situaciones difíciles, de engaños y decepciones. Pero el que edifica
en Cristo y lo hace una prioridad en su vida, llevará su obra hasta el final y
saldrá vencedor en todo lo que haga. Las Sagradas Escrituras representan la
base que indica los pasos a seguir para desarrollar nuestra vida espiritual y
crecer en Cristo.
Estamos ante
un mundo difícil y es urgente que actuemos. Una actitud evasiva no elimina lo
porvenir, pero provoca que la conciencia se duerma y caiga en el engaño.
Debemos vivir en el mundo con lo necesario y prepararnos para lo contingente,
porque el regreso de Cristo no depende de nosotros, pero la salvación es una
opción, y depende de lo que hacemos. No rechacemos la verdad de Dios revelada
en las Escrituras, porque es la esencia de la vida, y nos prepara para lo
inevitable. Nuestra única meta debe consistir en acumular experiencias
edificantes en nuestras vidas. Aferrarnos a la Roca viva del Espíritu de Cristo
para que nuestro conocimiento no este fragmentado.
La Biblia es
un Libro que nadie promociona, pero es el de mayor prestigio, porque no hay
mentira en él, ni intereses económicos envueltos y se puede conseguir
gratuitamente. Tiene instrucciones precisas y exactas del plan de salvación
para todo el que desee conocerlo. Cada palabra escrita nos instruye para
aprender a formar la línea recta que nos conducirá a encontrar el equilibrio de
la vida, para que cuando Dios nos pese en la balanza de su justicia no nos
encuentre faltos. Las Sagradas Escrituras nos preparan para tener un fundamento
sólido en nuestras vidas hasta ser idóneos para la herencia celestial. Es el
único libro del que podemos partir para llegar a obtener una sana reflexión,
sin caer en las trampas de una realidad que no fue creada por Dios, y llegar a
conclusiones equivocadas.
Hay muchas
cosas que no podemos evitar ver, pero debemos ser selectivos con lo que leemos.
Todo lo que escuchamos lo podemos corroborar con lo que está escrito por el Creador.
Hoy en día todo se puede investigar, pero si no nos educamos y aprendemos lo
que es verdadero, nunca podremos reconocer lo falso. La ignorancia se cura con
la educación, pero la estupidez de los tontos es una enfermedad terminal que
padecen los desgraciados que carecen de sueños, porque han encerrado sus mentes
en una cárcel y nunca buscaron en el lugar correcto para encontrar la llave.
El Libro de
la Biblia debe existir en todos los hogares y por lo menos esforzarnos en leer
y aprender un versículo diariamente. Es un tesoro muy valioso que no se hizo para
adornar o engañarnos a nosotros mismos creyendo que por tenerlo con nosotros somos
cristianos, sino para abrirlo, estudiarlo y llevar una vida placentera y feliz
de acuerdo a los buenos principios y voluntad divina. Es en el único Libro que encontramos
la respuesta a todas nuestras preguntas. Ojalá que la meta de todo ser humano
para este nuevo año sea dedicar tiempo a la lectura de la Biblia antes de que
sea demasiado tarde, y el Espíritu Santo se retire del mundo. Alabado y Glorificado
sea el Señor por siempre. Bienaventurados son todos los que creen en su
Palabra. Amén.