La Ley de
Dios, fue revelada al mundo hace miles y miles de años, después que el pueblo
de Israel cruzó en seco el Mar Rojo, pero ya existía desde Abrahán. Dios
escribió con su dedo, en el Monte Sinaí, los Diez Mandamientos, para que cada
uno de ellos sea cumplido por el hombre. Se los entregó a Moisés en dos tablas,
para que los diera a conocer al pueblo israelita, y los podemos encontrar
registrados en las Sagradas Escrituras (Éxodo 20). El Señor dijo a Moisés: “Me
voy a presentar en una densa nube, para que el pueblo oiga mientras yo hablo
contigo, y para que siempre te crean”. El Señor descendió en fuego sobre la
cumbre del monte Sinaí, y el humo subía como el humo de un horno, y todo el
monte se estremecía fuertemente. El pueblo se atemorizó, porque mientras Dios
hablaba con Moisés, todos veían y oían los truenos, los relámpagos, el sonido de la
bocina y el monte que humeaba. Y temblando de miedo se mantuvieron lejos. Moisés
calmó al pueblo diciéndoles: “No temáis. Dios vino para probaros, y para que su
temor este en vuestra presencia, para que no pequéis”.
El Señor dijo
a Moisés; “Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra con la
Ley y los Mandamientos que escribí para instrucciones de ellos”. Cuando Moisés subió
al monte, una gran nube cubrió el monte durante seis días, y en el séptimo día
el Señor llamó a Moisés desde la nube., Y la gloria del Señor reposó sobre el
monte Sinaí. Moisés entró en la nube y subió al monte, y estuvo en el durante
40 días y 40 noches. El Señor dio instrucciones a Moisés de todas las leyes por
las que el pueblo se debía regir y de la construcción del Arca del Pacto que
debían hacer, donde serían colocadas las dos tablas de los Mandamientos.
Es importante
notar que el Señor dijo a Moisés: “Di a los israelitas: “Guardad mis sábados,
porque el sábado es señal entre vosotros y yo por vuestras generaciones para
que sepáis que Yo Soy el Señor que os santifico”. “Por eso guardad el sábado,
porque es santo para vosotros. El que lo profane, morirá. Todo el que haga
algún trabajo en él debe ser exterminado de su pueblo. “Guardarán pues el
sábado los israelitas, celebrándolo de generación en generación, por pacto
perpetuo. “Es señal para siempre entre los israelitas y yo, porque en seis días
el Señor hizo los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó” (Éxodo
31:12-17). Algunas personas leen estos versículos y llegan a la conclusión de
que el sábado solamente lo deben guardar los israelitas, y no se dan cuenta que
el cielo y la tierra fueron hechos para el hombre, sin distinción de raza,
lengua o religión.
Este es un pacto eteno/perpetuo, entre Dios y el hombre
porque todo el que no es israelita y todavía está en el mundo, es parte de la
generación humana, por lo tanto la Ley es para todos. Las tablas eran obra de
Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. Si el
sábado no fuera un pacto perpetuo, entonces, por qué Jesús nos dice: “Mirad que nadie os engañe”. Y
refiriéndose a la tierra nueva nos revela: “Y de mes en mes, y de sábado en
sábado, vendrán todos a adorar ante mí. Y saldrán y verán los cadáveres de los
hombres que se rebelaron contra mí. Los
gusanos que los coman, no morirán; y el fuego que los devora, no se apagará.
¡Serán abominables a toda carne!.
La Palabra de
Dios también nos advierte: “Se levantarán muchos falsos profetas, y engañarán a
muchos’. “Y por el aumento de la maldad, el amor de la mayoría se enfriará”.
“Pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo”. “Y este evangelio del
reino será predicado en todo el mundo, por testimonio a todas las naciones, y
entonces vendrá el fin”. “Orad que vuestra huida no sea en invierno ni en
sábado”. “!Ay de las que estén encinta y de las que críen en esos días!.”.
“Porque habrá entonces una gran tribulación, como nunca hubo desde el principio
del mundo, ni habrá después”. “Y si esos días no fuesen acortados, nadie se
salvaría. Pero por causa de los elegidos, aquellos días serán acortados”.
Cuando Moisés
llegó al campamento después de hablar con Dios, el pueblo estaba adorando un
becerro de oro como a un dios, y lleno de ira arrojó las tablas de sus manos y
las quebró al pie del monte. El Señor dijo a Moisés: “Al que peque contra mí, a
ese raeré de mi Libro”. Y el Señor hirió
al pueblo con una gran plaga, por lo que habían hecho al adorar el becerro.
Nuevamente, el Señor renovó el pacto de los Diez Mandamientos, exactamente
igual a lo que había escrito en las primeras tablas, por lo que la Ley de Dios está
vigente hasta que El regrese por segunda vez. Somos justificados por hacer las
cosas correctamente como Dios quiere, al obedecer sus Mandamientos y Sus Leyes.
El primer
mandamiento de Dios nos habla del amor y la lealtad, de que no podemos tener
otros dioses ajenos, porque Él es el Señor
Nuestro Dios, que sacó al pueblo de la esclavitud para darles la libertad. Dios nos prohíbe en el segundo
mandamiento la adoración a las imágenes e inclinarnos hacia cualquiera de
ellas. En el tercero nos pide que respetemos su Santo Nombre y que no lo
tomemos en vano, lo que indica que debemos ser reverentes y respetuosos ante el
Señor. Dios nos instruye acerca del cuarto mandamiento, y nos insta a
“recordar” el sábado y también a santificarlo. El Señor espera que continuemos
observando el sábado como su día santo por la eternidad, porque fue el séptimo
día que el descansó de la creación.
Recordemos cuando Israel, desde antes de
llegar al Monte Sinaí, durante los cuarenta años que estuvieron en el desierto
fue alimentado con el maná que caía del cielo. El Señor decretó que el pueblo diariamente
saldría a recoger el pan del cielo y juntaran la porción para cada día, para
probar al pueblo y saber si andaban en su Ley o no. Pero el sexto día debían
tomar una doble porción para el sábado, porque el sábado no caería pan, para
que el pueblo pudiera descansar el séptimo día. Algunos no obedecieron, y
cuando recogían durante la semana una doble porción, la que no usaban se podría
y creaba gusanos. Pero la porción recogida el viernes para comer el sábado no
se pudrió ni se agusanó. Otros salieron en sábado a recoger el pan y no lo
encontraron.
La obediencia
a nuestro Padre Celestial es indispensable para que podamos recibir
bendiciones. Por eso el quinto mandamiento se refiere al respeto y obediencia
que les debemos a nuestros padres terrenales. Debemos honrar y mostrar amor a
nuestros padres, porque ellos tienen autoridad sobre los hijos, por ende Dios
tiene autoridad sobre todos y debemos también rendirle honra. Dios también nos
manda a respetar la vida humana, demostrar el amor a nuestro prójimo, no el
odio; no cometer homicidios como hizo Caín con su hermano. También nos manda a
ser puros en nuestras relaciones de parejas, y no cometer adulterio, porque la
Biblia identifica el adulterio como pecado. Dios nos instruye en su Ley, a no
robar, a ser honestos con nosotros mismos y con los demás. A no mentir y
engañar, a ser sinceros, porque Jesús declaró a Satanás como “el padre de la mentira”. Recordemos que la
primera mentira se dijo en el cielo cuando Satanás le dijo a Eva “No moriréis”
si comen del árbol prohibido, sino que serán igual a Dios en sabiduría.
La Codicia es
otro de los Mandamientos de Dios que se ha violado desde la antigüedad. Y esta
nos puede atrapar y llevar a cometer un pecado aun mayor, ya que por la ambición
de tener riquezas, o por envidiar lo que otros poseen, se puede llegar a matar.
Los Mandamientos y la Ley celestial son los principios de la vida de todo ser
humano. Y quebrantarlos significa caer en pecado. El Señor nos juzgará a todos:
los que guardan su Ley son los justos; y los que la quebrantan a sabiendas son los
llamados pecadores y malvados. No podemos vivir en la ignorancia y tomar la Ley
de Dios como un juego, porque el propósito de Dios es salvarnos, pero debemos
obedecer y deleitarnos en Su Ley. Seremos bienaventurados si lo hacemos.
La
Palabra de Dios dice: “Porque cualquiera que guarde toda la ley, pero ofendiere
en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás
adulterio, también ha dicho: No matarás. Por consiguiente, si no cometes
adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley”. “Os aseguro que
mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra, ni un punto de la Ley perecerá,
sin que todo se cumpla. Por lo tanto, el que viole uno de esos Mandamientos muy
pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será en el reino de los cielos.
Pero el que los cumpla y los enseñe, ese será grande en el reino de los
cielos”.
Jesús dijo:
“Si me amáis, guardad mis Mandamientos”. Lo que significa que todos los
Mandamientos de Dios están basados en el amor, y este debe movernos a saber la
verdad acerca de la Ley y obedecerla. Jesucristo murió por amor para que
pudiéramos salvarnos. La justicia de Cristo y del Espíritu Santo dentro de
nosotros nos da fuerzas para caminar de acuerdo a los principios de Dios. El
que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor y el carácter de Cristo
es revelado en la Ley de Dios. La acción que se requiere de parte de nosotros
es abrir nuestros corazones y permitir que Dios derrame Su amor mediante el
Poder del Espíritu Santo. ¡Ojala que muchos se decidan a hacerlo!.
Si tú de
mañana buscas a Dios, y ruegas al Todopoderoso, si eres limpio y recto, en
seguida el Señor se despertará en tu favor y restaurará tu merecido lugar. Y
aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado será muy grande. Amen.
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